Sigo con mucho interés la serie que sobre el personaje del Pingüino, uno de los más importantes miembros de la rogue gallery de Batman, se está emitiendo en HBO y que ya se puede ver en España a través de diversas plataformas. Es una secuela del film The Batman, el último estrenado hasta la fecha, quizá el más oscuro, denso y aterrador de todos. Como ese pingüino interpretado por un Colin Farrell que trasciende el carácter caricaturesco y se adentra en la complejidad del monstruo atormentado, del criminal convencido de que serlo es lo único y lo mejor que puede hacer en su vida. Es una buena serie y tiene lo mejor que podrían haber hecho los guionistas: hacer de ese forúnculo del crimen, la injusticia social y la podredumbre que es la ciudad de Gotham la auténtica protagonista. Una urbe que podría ser cualquiera de las grandes ciudades del mundo en las que la ruleta está trucada para que la banca sea siempre la ganadora, da igual que se llame Carmine Falcone, Oswald Cobblepott, Salvatore Maroni, el Joker, Dos Caras o Botín, Sánchez, Soros o Puigdemont. Es indiferente que el héroe se enfrente a la Liga de las Sombras que a la Unión Europea. Porque aunque en los comics o las series los malos pierdan siempre, aunque nunca del todo, en nuestra Gotham real, la ciudad hostil en la que el crimen nos acosa y gobierna, los malos no es que pierdan o ganen, es que siempre los vemos ahí, en la cúspide.
Y existe verdad en su contenido: cuando gobierna la corrupción lo más inteligente es ser el corrupto más listo
Por eso la serie de el Pingüino es tan buena, porque no escamotea nada de lo que se ve a diario en nuestra sociedad ni hurta a la mirada del espectador la miseria de algunos barrios frente a la opulencia de otros. Y existe verdad en su contenido: cuando gobierna la corrupción lo más inteligente es ser el corrupto más listo. No podemos empatizar con un criminal como es Ozzie, pero comprendemos que todo el mundo tiene un límite y si lo traspasas ya no hay vuelta atrás. Siguiendo en el universo de Batman recuerdo que en la magistral “La Broma asesina”, del mítico Alan Moore que revisitó para siempre el mito, el Joker le dice a Batman que son exactamente iguales, ambos tuvieron un mal día. A uno le dio por convertirse en un asesino sicópata y estrafalario y al otro en un vigilante oscuro, abrumado por la culpa, resentido y duro.
Visionar series como ésta le hace a uno reflexionar sobre nuestra frágil condición humana y lo escaso de nuestro barniz como personas civilizadas. Porque no sabemos como reaccionaríamos si nos llevasen al borde del precipicio. ¿Villano o héroe? ¿Pingüino o Batman? ¿Corrupto u honrado? Viviendo en esta Gotham que llamamos Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Málaga o donde sea quizá sea un buen momento para hacernos preguntas como esta.