Opinión

Vivimos en pleno golpe de estado

A pesar de lo grave y descorazonador que supone verlo a diario, la mayoría de españoles no son conscientes de que vivimos un golpe de estado ejecutado desde gobierno y por la puerta de atrás. Me parece increíble que la gente no sea cons

  • Pedro Sánchez en la inauguración de la Convención Política de los socialistas gallegos -

A pesar de lo grave y descorazonador que supone verlo a diario, la mayoría de españoles no son conscientes de que vivimos un golpe de estado ejecutado desde gobierno y por la puerta de atrás. Me parece increíble que la gente no sea consciente de lo que está sucediendo. Es como si en plena erupción del Vesubio los habitantes de Pompeya siguieran hablando de sus cosas, criticando a la vecina o yendo a comprar el pan como si nada. Entiendo que lo imprevisto, lo inesperado, pueda dejar a una sociedad sin capacidad de reacción, pero lo de Sánchez es la crónica de una muerte anunciada, la del sistema de libertades que hemos disfrutado desde hace cuarenta años y que ahora, día a día, va siendo desmontado siguiendo un plan perfectamente calculado.

Sánchez es de esa clase de socialistas que viven por y para hundir a sus países para poder edificar sobre la ruina un edificio monstruoso en el cual solo él y los suyos tengan derechos y privilegios

No estoy de acuerdo en que Sánchez sea un tipo de manual de psiquiatría, que también. Si cede ciudades – y lo que vendrá después en las Vascongadas, apúntense el dato – a los bilduetarras o los mete en la comisión en la que se tratan secretos de estado, si planea amnistiar y hacerse fotos con Puigdemont, si asalta a los órganos judiciales, a la fiscalía, si compra medios de comunicación, si tiene aherrojados a sindicatos y patronales, si, por no extenderme, está orillando a las instituciones democráticas para sojuzgarlas es porque forma parte del plan por creencia propia. Sánchez es de esa clase de socialistas que viven por y para hundir a sus países para poder edificar sobre la ruina un edificio monstruoso en el cual solo él y los suyos tengan derechos y privilegios. Es su mentalidad, problemas psicológicos aparte, la que le lleva a admirar a criminales como Largo Caballero. Me pregunto qué pasaría si un líder de la derecha alabase en público a José Antonio y perdonen la comparación porque, en este caso, comparar es ofender. Por lo pronto, sería denunciado por enaltecimiento del fascismo, que para eso sirven las desmemorias históricas. Y de nada serviría la argumentación de que, mientras que al fundador de Falange lo arrestaron, encarcelaron, juzgaron y fusilaron de manera arbitraria e ilegal, Largo Caballero, las milicias socialistas y sus adláteres constituían las checas y practicaban el asesinato diario sin que hasta ahora nadie haya pedido perdón. Se suponía que ese perdón nos lo pedimos todos los españoles cuando acordamos la Transición, mirando hacia el futuro y no hacia el pasado. Pero ya que Sánchez se empeñó, siguiendo la estela de ZP, en sacar otra 2 vez a relucir las viejas heridas lo honesto sería decir que lo que hicieron en aquellos malhadados tiempos estuvo mal y que defender la República no equivalía a asesinar a inocentes.

Siento decir esto, pero nos están robando la democracia mientras estamos pensando en las vacaciones navideñas.

Visto en quién se inspira, con quién anda y lo que hace, insisto en la tesis: esto que pasa es un golpe de estado en toda regla envuelto como un regalito envenenado y atado con el lazo amarillo de golpistas, comunistas y demás ralea. Miren, a mi me incomodan mucho los regímenes en los que no se permite a la gente decir lo que opina porque te puede costar caro. Por eso no me gustan las dictaduras, sean de un color u otro porque, al fin y a la postre, entre tiranos acaban por entenderse. Ahí tienen al pacto Molotov-Ribbentrop del que nunca hablan los podemitas. No lo hacen porque tendrían que explicar que la II Guerra Mundial la inició Hitler en Polonia, sí, pero con el concurso de Stalin, que también invadió ese país repartiéndoselo con los nazis como buenos amigos. Que Sánchez ensaliva cuando se mira en los sistemas cubanos o venezolanos es harto evidente. Y ya sabemos cómo acabaron esos países. No esperemos ayuda de nadie, porque nuestra obligación es hacerle frente nosotros. Así que, o la gente despierta del opio de esta falsa normalidad que nos venden quienes nos han mentido en tantas cosas y tan frecuentemente, o acabaremos mal. Siento decir esto, pero nos están robando la democracia mientras estamos pensando en las vacaciones navideñas.

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