Opinión

¿Nos hemos vuelto locos?

El Gobierno convoca un debate para celebrar el cuarenta aniversario de la Constitución. ¿A quien elige para moderarlo? A una periodista separatista pro Otegui. ¿Locura o algo peor?

  • Mónica Terribas

Increíble, pero cierto. Mónica Terribas, responsable del programa matinal de Cataluña Radio, la misma que incitó a sus oyentes a que delatasen donde se encontraban los efectivos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil durante los sucesos del año pasado; la que se derrite cuando entrevista a Arnaldo Otegui; la que monta en cólera cuando lo hace con Inés Arrimadas; la ex directora de TV3 que percibió una suculenta indemnización que no le tocaba, según la misma Sindicatura de Comptes; la furibunda separatista; la que cobra trescientos cincuenta mil euros, más incentivos, por dos temporadas; ésa Mónica Terribas, señoras y señores, ha sido elegida por la Delegada del Gobierno en Cataluña, doña Teresa Cunillera, para que modere un debate entre Felipe González y Miquel Roca a propósito de nuestra Carta Magna y su aniversario. Se puede cometer un desatino similar, pero no superarlo ¿Se imaginan a Gabriel Rufián moderando un debate acerca de la cortesía parlamentaria a propuesta de Ciudadanos? ¿O a Jordi Pujol en uno que tratase sobre la corrupción en política a petición del juez Llarena? ¿Alguien con dos dedos de frente propondría a quien es juez y parte en un acto de tal relevancia?

La respuesta es sí. Este PSC al que pertenece Cunillera, que ya ha dejado clara su postura con respecto a los presos, el 1-O, el proceso y todo lo que afecta al separatismo, lo ha vuelto a hacer. El socialismo catalán está firmemente alineado junto a los que pretendieron dar un golpe de estado a nuestra democracia. Nada tienen que envidiar a ese Pedro Sánchez que pasa de puntillas sobre los excesos de Esquerra en el Congreso o que se esconde detrás de las palabras vacías cuando se le interpela acerca de si va o no va a indultar a los presos separatistas cuando haya sentencia la próxima primavera. El ocupante de Moncloa tiene, al menos, la excusa de su torticero empeño en seguir instalado en la presidencia del gobierno y precisar los votos separatistas, pero el PSC ni siquiera puede escudarse en tan mísera pretensión.

El partido que lidera Miquel Iceta ha demostrado con creces que comparte la agenda separatista. Recientemente, acudiendo a aquella pantomima de reunión para tratar acerca de ese pretendido diálogo que Quim Torra hurta sistemáticamente al Parlament, actuando como el tonto útil de Puigdemont. Ahora, designando a Terribas como moderadora en un acto sobre la Constitución. Es evidente que la inmoderación de esta señora es tan palpable y audible a diario que no se puede esperar de ella más que impertinencias y desplantes. No es ajeno a nadie en el PSC, por lo tanto. Así pues, si no existe la más mínima posibilidad de desconocimiento, ¿por qué piensan en ella? ¿Quieren congraciarse con los que calumnian a diario? ¿Esperan lograr alguna cosa? ¿Es cálculo político y, si no lo es, qué?

La respuesta es mucho más terrible y para encontrarla hay que rebuscar en nuestra historia, en la del socialismo español, para ser más exactos. Cuando la República, dirigentes socialistas como Largo Caballero o Indalecio Prieto adoptaron una estrategia bolchevizante, tanto en el PSOE como en la UGT. En sus discursos hallamos no una, sino mil veces, el deseo de derrocar aquella fallida república ideada por cuatro ateneístas para implantar un régimen similar al de la URSS. Existen cartas del mismo Stalin que corroboran esto que digo. Ese PSOE fue quien orquestó el fallido golpe de estado de 1934, el que se dotó de milicias armadas plenamente organizadas y entrenadas, quien promovió disturbios, instigó atentados contra sus adversarios, el mismo que, no satisfecho con una república de burgueses – Largo Caballero dixit – intentó conseguir un régimen soviético con un estado sojuzgado por ellos. Aún recuerdo el programa máximo del PSOE y del PSC que en el no tan lejano 1982 abogaba como estadio último abolir todas las instituciones e instalar una dictadura del proletariado. Estaba todavía por llegar la beautiful people, Boyer, Solchaga y la corrupción dorada.

El socialismo siempre se ha aliado con aquellos a quienes la misma esencia de un régimen parlamentario, democrático, al uso de otros países de nuestro entorno les ofende profundamente.

El socialismo siempre se ha aliado con aquellos a quienes la misma esencia de un régimen parlamentario, democrático, al uso de otros países de nuestro entorno les ofende profundamente. No es en vano que a Julián Besteiro se le considerase en su tiempo poco menos que un traidor vendido a los servicios secretos británicos. No debería extrañar a nadie que haya buceado en las miserias de nuestra tristísima historia el que los socialistas de ahora sigan fieles a su trayectoria, chicoleando con separatistas y podemitas. Cunillera ha sido coherente con todo esto, de la misma forma que lo fue al decir que no debía aplicarse de nuevo el 155 o que era partidaria del indulto.

No hay más periodistas en toda Cataluña para moderar un debate entre dos primeras figuras de ese alcance y con un tema de tanta enjundia, claro. Solo Terribas. Se conoce que Josep Cuní, Carles Francino o Josep María Brunet no sirven para ese cometido, y conste que cito a estos por no hablar de Paco Marhuenda, por cierto, profesor de Derecho por, oposición, no sea que alguien se ponga en todos sus estados.

No estamos locos. Estamos rodeados de traidores, que es mucho peor. Y, encima, mediocres.

Miquel Giménez

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