Opinión

El zorro Bolaños y el pavo real Pons

En sus manos está el apaño del CGPJ. Negocian con discreción y avanzan sin remisión. Félix y Esteban, dos fontaneros multiusos

  • Alberto Núñez Feijóo y Esteban González Pons en una imagen de archivo

Existe un tipo de personas que son calladas, serpentean, se mueven sin ser vistas y nunca se sabe si han venido o se han quedado en casa. Felix Bolaños pertenece a este grupo, ladino y discreto como un zorro. «Superbolaños», como odian que le llamen. "Ministro perejil", le decía con afecto Macarena Olona por lo de las salsas. Pues bien, ahora aparece como posible candidato para retar a Almeida por la alcaldía de Madrid. Ha saltado, de repente, a las quinielas. Él dice que no quiere pero en Moncloa posiblemente piensan otra cosa.

A la espera de que se despejen las quinielas y se conozca el nombre ganador, no está mal recordar que este sinuoso madrileño pasó deutillero para todo de Pedro Sánchez, a la vera y a la sombra de Iván Redondo, a convertirse en jefe de la sala de máquinas del ala oeste, ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. Ahí es nada. Es el padre putativo de la Ley de Memoria Democrática que ahora se aprueba, iniciativa sectaria y frentista, ideada para ahondar en las heridas guerracivilista que abrió Rodríguez Zapatero. Se diría de la escuela de Rafael Simancas, al que tiene en su equipo para negociar en las Cortes. Se trata de dos elementos que, sin apenas ser vistos, obedecen sin pestañear, cumplen sin titubeos y son capaces de destrozar ellos solitos un país por aquello de "la obediencia debida". Su más reciente logro es haber ampliado el imperio del franquismo hasta 1983 para darle gusto a Bildu y, de paso, conseguir que ETA sea considerada una organización defensora de la democracia y de los derechos humanos. Operación blanqueo en toda regla en la que Bolaños ha actuado con mezquina habilidad, desprovista de principio moral alguno. La intentona de juguetear con los restos de Primo de Rivera, como hizo con los de Franco, le ha salido francamente mal. Como el Pegasus, la elecciones madrileñas y así sucesivamente.

Protagonismo permanente

Si Félix es sigiloso hasta la invisibilidad, hay personas que se caracterizan por lo contrario, esto es, que necesitan se hable de ellas para bien o para mal. Son como esos pavos reales que precisan exhibir su plumaje como coristas del Paralelo. Cual es el caso de Esteban González Pons, escritor y político o viceversa. Eurodiputado del PP, es, además de pavo, toda un ave fénix gracias a Alberto Núñez Feijóo, que lo ha relanzado en un momento muy lánguido de su carrera. Es hombre de confianza del líder conservador, tiene protagonismo permanente, aparece en los medios, hace declaraciones... en fin, que va a vender más libros. Ya ha publicado dos, en sendas editoriales de prestigio. Su esposa reconoció en una entrevista: «Le corrijo, le doy muchas ideas, y algunas se ven reflejadas después en páginas, aunque el que sabe escribir él». Por las dudas.

Pons vivió los años dinámicos de la Valencia de Francisco Camps, cuatro trajes y nueve absoluciones en otros tantos procesos. Tanto Camps como Pons siempre reivindicaron a Rita Barberà, perseguida, hostigada y machacada por los medios del sanchismo y, particularmente, por Mónica Oltra, ahora sumida en un proceloso trámite en los tribunales del que saldrá muy mal. El casadismo, por contra, miró hacia otro lado cuando la campaña contra la histórica alcaldesa valencia. Cosas de la derecha, incapaz de defender a los suyos, incluso cuando toca.

Se le reconoce como una persona muy ocupada ("lo de trabajar es otra cosa", señalan sus enemigos) que vive entre Madrid y Bruselas y que saca tiempo para pergeñar párrafos antológicos

Pons hace muchas cosas, «como esos hombres del Renacimiento que conocían muchas artes», según su señora. Se le reconoce como una persona muy ocupada ("lo de trabajar es otra cosa", señalan sus enemigos) que vive entre Madrid y Bruselas y que saca tiempo para pergeñar párrafos antológicos en sus creaciones literarias: «Descansaba con la conciencia tranquila de quien posee la fuerza de la resurrección en el centro mismo de su coño».

Dos políticos, Félix y Esteban, que apenas tienen algo que ver en su forma de trabajar y que ideológicamente están en las antípodas. Así y todo, sus respectivos jefes han dejado en sus manos el encargo de armar un nuevo Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) para superar el actual nudo gordiano que tiene paralizada a la cúpula de nuestro edificio jurídico desde hace ya unos años. Ellos son quienes juguetean con nombres y sillones para que sean los políticos quienes sigan mangoneando alegremente el poder judicial en contra de lo que dicta Europa, la Constitución y la rectitud democrática. El zorro y el pavo están a punto de consumar el gran apaño. Dos fontaneros muy bien mandados. En todos los partidos hace falta gente así.

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