El ejemplo de Pedro Sánchez no tiene reflejo en el País Vasco. La máxima de que sin Presupuestos no puede gobernarse no se cumple en Euskadi. Ante la falta de apoyos, el Gobierno del PNV, siempre condicionado por los pactos en el Congreso de los Diputados, tuvo que prorrogar las cuentas públicas de 2018 y espera llegar así hasta los comicios autonómicos de 2020. Iñigo Urkullu tiene la ventaja de que todos sus rivales políticos tampoco quieren ir antes a las urnas, a la espera de que lo que suceda en las generales del 28-A y las municipales y forales del 26-M.
Unos y otros esperan a los resultados de ambas citas electorales, en especial de la segunda, como botón de muestra del apoyo ciudadano con el que cuentan. En un escenario político cambiante y casi impredecible, con el cambio en la Moncloa y nuevos partidos aflorando, todos prefieren esperar. Nadie quiere elecciones vascas por ahora.
Los cambios de cromos del PNV
Después de su amplia victoria electoral en 2016, el ‘lehendakari’ gobierna en coalición con el PSE. Pero en los primeros años de esta legislatura peneuvistas y socialistas solo pudieron aprobar los Presupuestos vascos gracias a los votos del PP en el Parlamento de Vitoria. Era uno de esos cambios de cromos que tantas veces ha utilizado el partido hegemónico en Euskadi. El PNV apoyaba en el Congreso las cuentas del gobierno de Mariano Rajoy y, como contrapartida, tenía el respaldo de los populares en la Cámara vasca.
La senda del entendimiento entre PNV y PP se rompió en mayo de 2018, cuando los nacionalistas respaldaron la moción de censura que tumbó a Rajoy y encumbró a Pedro Sánchez. Obligados por las circunstancias, Urkullu y compañía intentaron acercarse a Bildu para lograr su apoyo a las cuentas públicas vascas. No hubo pacto y el Ejecutivo regional prorrogó los presupuestos de 2018. El futuro volvió a coger forma de incertidumbre. Porque la debilidad parlamentaria del Gobierno quedó en evidencia.
La oposición, a lo suyo
El PNV no es el único que tiene que esperar al 28-A y al 26-M. El resto de partidos vascos están en la misma tesitura, sea por sus intereses más inmediatos, por su rivalidad en sus respectivos espectros ideológicos o por sus cuitas internas. En el PSE esperan obtener un buen resultado en las generales a rebufo del liderazgo de Pedro Sánchez en las encuestas; algo que sería más factible si, como parece, finalmente el Ejecutivo transfiere más competencias al País Vasco antes de la cita con las urnas.
En el PP andan preocupados por ver si pueden cortar la hemorragia de votos que se fugan a Ciudadanos y Vox, dos formaciones que por ahora carecen de representación en las instituciones vascas pero que, a la vista del escenario actual, pueden conseguir buenos resultados. A esto hay que sumar que el crecimiento del PSE también puede erosionar a los populares. Los sondeos apuntan a un auténtico descalabro del PP incluso en Álava, el territorio donde siempre ha sido más fuerte. De confirmarse el desastre, necesitarían tiempo para recomponerse.
No puede olvidarse que Podemos obtuvo grandes resultados en dicha comunidad en las dos últimas elecciones generales, el 20-D y el 26-J
Entretanto, en Podemos esperan superar las divisiones internas, si bien el panorama es más que complejo: los actuales dirigentes del partido son considerados afines a Íñigo Errejón, que como se sabe ha emprendido su propio rumbo al margen de la formación morada. Al mismo tiempo, los candidatos que vencieron en las primarias de Podemos para las generales son críticos con la dirección autonómica. Cuando los ciudadanos hablen en las urnas, tanto en las de toda España como en las del País Vasco, quizás pueda clarificarse el futuro de los podemistas en Euskadi. No puede olvidarse que Podemos obtuvo grandes resultados en dicha comunidad en las dos últimas elecciones generales, el 20-D y el 26-J.
¿La primavera de 2020?
Así las cosas, las tornas solo podrán cambiar cuando se conozcan los resultados de las elecciones locales y forales. La última gran encuesta sobre esa última cita electoral, publicada por el Sociómetro del Gobierno vasco a finales de febrero, apuntaba a que el PNV reforzará y aumentará su liderazgo en las tres grandes ciudades vascas y en las tres provincias vascas. De confirmarse esa rotunda victoria de los nacionalistas, Urkullu podría atreverse a adelantar los comicios autonómicos, que ahora mismo están previstos para septiembre de 2020. La fecha que parece más lógica es la primavera. Pero la hoja de ruta del Ejecutivo vasco dependería, como siempre, de los resultados de las generales. Porque si algo quiere el PNV es seguir influyendo en el Congreso.