Tarde de cuchillos largos entre María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. La inminente caída del Gobierno de Mariano Rajoy desató el jueves una batalla en el seno del PP. La sucesión de Rajoy, que dirige el partido desde hace 15 años, promete una guerra más cruenta de la ya se está viviendo a pocas horas de que Pedro Sánchez gane la moción de censura.
A primera hora de la tarde del jueves, tras el debate entre Sánchez y Rajoy, el PNV comunicó al Gobierno su apoyo a la moción del PSOE. No se dignaron a llamar, según explican fuentes del Gobierno. Lo comunicaron por un mensaje al móvil de un destacado miembro del Ejecutivo. El Gobierno lo tomó como "una puñalada" traicionera y por la espalda.
Va a costar mucho tiempo recomponer la relación del PP con los nacionalistas vascos después de lo ocurrido en este debate. Hace sólo dos semanas, el jefe del Ejecutivo contraponía la lealtad del PNV al "oportunismo" de Albert Rivera en la sesión de control en el Parlamento. El líder de Ciudadanos recordó aquellas palabras en su discurso. Es cierto que el PP intuía la "traición" del grupo vasco. Pero Rajoy, después de todas las cesiones en los Presupuestos, confiaba todavía en la abstención y daba un voto de confianza al nacionalismo vasco.
El sí a Sánchez que anunció el portavoz del grupo vasco, Aitor Esteban, con la "boca pequeña" según algunos miembros del Gobierno, marcó el inicio de una guerra que vive sus primeras batallas y que amenaza con desgarrar internamente el PP. La tensión en la zona privada que ocupa el Gobierno en el Congreso se tradujo en gritos, llamadas cruzadas, insultos dirigidos al PNV y a Sánchez, y promesas de no facilitar la transición al nuevo gobierno. Rajoy no estaba en el hemiciclo. "Abandonó" a su grupo según muchos diputados del PP. Pero lo que verdaderamente alteró los ánimos fueron los rumores de la inminente dimisión del presidente.
El rumor, alimentado precisamente por la ausencia de Rajoy, empezó a llegar a algunos medios de comunicación. Moncloa envió a personas del equipo de comunicación del presidente a desmentirlo a los periodistas. No tuvieron demasiado éxito. Los rumores no cesaban. Según ha sabido Vozpópuli de varios testigos, Cospedal montó en cólera y acusó directamente a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría de ser la filtradora que estaba provocando semejante revuelo mediático.
La información que circulaba era que Sáenz de Santamaría asumiría provisionalmente la presidencia en funciones para conducir el país a elecciones. Cospedal, que lleva años enfrentada a la vicepresidenta, improvisó una rueda de prensa por su cuenta y sin encomendarse a nadie. Primero, intentó hacerlo en el exterior del palacio de Congresos. Cuando vio que era imposible por la aglomeración de cámaras y reporteros. lo hizo en la zona conocida como el escritorio, dónde los diputados comparecen habitualmente ante los medios.
El resultado, según las fuentes del PP consultadas, no fue el deseado. Sólo evidenció la debilidad del partido y la sensación de derrota y falta de rumbo. Cospedal desmintió esa dimisión y dijo que si Rajoy creyera que lo mejor para España es marcharse, se iría.