Como ya adelantó Vozpópuli a primera hora del día, Ciudadanos no se presentará a las elecciones generales del 23-J. El Comité Nacional ha corroborado la decisión tomada ayer por la Ejecutiva del partido. CS considera que lo óptimos es reservar fuerzas y fondos para las elecciones europeas de 2024, cuando el escenario político se encuentre menos polarizado y haya espacio para una opción de centro.
Los malos resultados electorales en las autonómicas y regionales avecinaban un desenlace similar en la cita del 23-J. El secretario general, Adrián Vázquez, y otros pesos pesados del partido, como Inés Arrimadas, Begoña Villacís y Guillermo Díaz tenían claro que no merecía la pena someter al partido a otra derrota pública. CS apuesta por esperar a que llegue su momento.
"El mensaje de los españoles ha sido claro. El centro no ha tenido apoyo suficiente. Sánchez vuelve a plantear el mismo plebiscito sobre sí mismo a nivel nacional. Hemos llegado a la conclusión de que los españoles no nos ven como una alternativa política transformadora. No es una buena noticia para nosotros ni para los miles de liberales", ha aseverado Adrián Vázquez.
El secretario general ha anunciado que el partido inicia "un proceso de rearme intelectual". Habrá un gran acto con la militancia en julio donde se empezará a plantear el nuevo camino del partido. "El espacio liberal sigue siendo necesario políticamente y mantenemos representación en Castilla y León, Cataluña y Europa. En momentos como el actual, de tanta polarización, las formaciones liberales no consiguen encontrar su hueco. Lo hemos visto en Europa".
Este proceso de rearme intelectual anunciado por Vázquez no va a ser similar a la Refundación del partido, como ha subrayado en respuesta a este periódico. "Es un proceso de reflexión liberal que nos permita estar preparados para los miles de españoles que, como nosotros, quieren transformar el país que tanto amamos".
Una decisión apoyada por la mayoría
El Comité Nacional del partido ha apoyado de forma mayoritaria la decisión tomada por la Ejecutiva. Entre las pocas voces discordantes se encuentra la de Francisco Igea, diputado de CS en las Cortes de Castilla y León -no es miembro del Comité Nacional, acudió como invitado-, que ha presentado tres propuestas alternativas: no concurrir y que la dirección asuma responsabilidades, presentarse con una marca distinta a CS o no presentarse y escoger una nueva dirección en una asamblea.
La decisión, pese a ser mayoritaria, no ha sido fácil de tomar. Los ojos vidriosos de Patricia Guasp, secundando a Adrián Vázquez, delataban la dureza del momento. El partido, todavía con representación en el Parlamento, tiene derecho a espacios publicitarios gratuitos y a participar en debates televisivos. Cualquier otra opción, sin embargo, habría alargado la agonía.
En el estrado de la sede de CS, en Ventas, faltaban dos nombres fundamentales: Inés Arrimadas y Begoña Villacís. Arrimadas no estaba porque se acordó que solo los miembros de la Ejecutiva pusieran la cara delante de las cámaras. Begoña Villacís tuvo que marchar minutos antes por motivos personales.
Como avanzó este periódico, la cúpula lo tenía claro: "No merece la pena gastar los recursos que nos quedan en una batalla que tenemos perdida de antemano. La coyuntura política es muy tóxica para un partido moderado".
En la dirección son conscientes de que el centro político necesita un tiempo, y que su situación óptima para concurrir a unas elecciones, en las circunstancias actuales, es esperar a que gobierne la derecha y que haya un ambiente menos crispado. Por otra parte, había nombres suficientes para conformar una lista en la que ni Arrimadas, ni Villacís, estaban dispuestas a concurrir.
La estrategia del partido pasa por esperar a las elecciones europeas, algo para lo que el partido cuenta con oxígeno económico suficiente para aguantar. Hay que recordar que el 'Brexit' ha rebajado el precio del escaño en Europa y este formato electoral es de circunscripción única, por lo que todos los votos a nivel nacional cuentan sean del territorio que sean. Esto pondría las cosas más fáciles al partido liberal, que necesitaría un menor porcentaje de votantes para colocar cabezas visibles en Bruselas.