Elecciones generales 2023

Pedro Sánchez prepara al PSOE para una derrota el 23-J y los barones para abrir su sucesión

Los socialistas admiten en privado que el mejor escenario de cara a las próximas elecciones es que el PP y Vox no sumen mayoría, pero en el partido cunde el pesimismo

  • El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en Ferraz -

El PSOE no va a hacerse trampas al solitario. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sabe que lo más probable es que pierda las elecciones generales del 23-J. Y de eso fue el Comité Federal que presidió este sábado. Sánchez preparó al partido, tras ratificar sus listas por unidad, para una derrota y para que esté en condiciones de hacer oposición al PP desde el primer minuto. No se escuchó dentro, a puerta cerrada, crítica alguna salvo la del secretario general de PSOE de Castilla y León, Luis Tudanca. Y todo por los cambios en las listas de sus territorios, especialmente en Ávila, que se consideran imposiciones de Sánchez.

Pero el presidente manda. Nadie asoma la cabeza para ofrecer un liderazgo alternativo a la espera de que sean las urnas quienes "clarifiquen" el estado de salud de Pedro Sánchez. Si los españoles le declaran muerto, será otra historia. Por eso, él ha decidido 'salvar' a todos los que han estado con él en un momento u otro del camino que empezó a recorrer hace ya más de un lustro en un Peugeot 407. Sánchez ha guardado sitio a quienes ha defenestrado y vuelto a aupar y a 14 de sus 17 de ministros. Todos ellos tendrán hueco en el partido que amanezca con la resaca del 23 de julio.

De hecho han sido dos de los barones críticos con Sánchez, el castellanomanchego Emiliano García-Page y el aragonés Javier Lambán, quienes decidieron separarse de 'la última cena' de Sánchez en Ferraz, conscientes de que ambos tendrán que preparar el 'postsanchismo'. Un histórico del PSOE, en conversación con este diario, reconoce que una gestora se hará con los mandos del partido y que será gente "del estilo de Page" la que se haga cargo de ella. Y es que el presidente de Castilla-La Mancha, que también montó en cólera por una injerencia del presidente en las listas que finalmente se frenó, es el único líder socialista con mayoría absoluta y uno de los pocos presidentes autonómicos socialistas que resistió la ola azul del PP el pasado 28 de mayo.

Los "tontos útiles"

La relación personal de Sánchez con Page y Lambán es mala. Muy mala. Y no es ningún secreto a voces. La presidenta del Comité Federal y alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, pidió a todo el partido unidad, al igual que el presidente, pero fue un paso más allá y pidió que ningún dirigente socialista sea el "tonto útil" de la derecha peleando antes por sus intereses que por los del partido. Todo un aviso a los barones críticos para que Ferraz tenga una campaña tranquila en la medida de lo posible.

El PSOE no espera en esta ocasión cisnes negros, como las listas de Bildu con etarras o el escándalo de los votos por correo, que contaminen la campaña y les destroce lo esfuerzos por sacar un resultado digno. Aunque sí temen que el acuerdo entre Sumar y Podemos, que suscitó la alegría del presidente en el Comité Federal, sea efímero y salte por los aires, según fuentes de Ferraz. Hasta el 19 de junio las listas electorales y las candidaturas pueden sufrir modificaciones de calado.

Y Podemos ha emprendido una campaña a favor de Irene Montero destinada a romper el veto de Yolanda Díaz a su presencia en las listas. Los morados no se cierran a terminar concurriendo por su cuenta. Por eso el PSOE seguirá trasladando la idea de que son el voto útil. Y de que un voto que no sea al PSOE, como dijo la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, es un voto potencial a una coalición de PP y Vox.

Una "oposición solvente"

Pedro Sánchez no ha confeccionado las candidaturas del PSOE al Congreso buscando solo acomodo a sus ministros y al núcleo duro de La Moncloa y Ferraz, inmersos en un sálvese quien pueda, sino procurando también que el próximo Grupo Socialista esté preparado para “hacer una oposición solvente a Alberto Núñez Feijóo desde el primer día”, como ya contó este diario.

En verdad, Sánchez arrastra un fuerte problema de credibilidad. No en vano se ha desdicho otra vez de su palabra, porque se había negado por activa y por pasiva a cerar la legislatura y convocar las elecciones. Y, además, ahora sí, ha dado a estos comicios un efecto plebiscito destinado a revivir el bipartidismo. “O Feijóo o Sánchez”, suele decir. Por eso lanzó el órdago de los seis cara a cara.

En previsión de que la ola del 28-M se lo lleve también por delante tras perder seis autonomías y 17 capitales de provincia, el presidente del Gobierno ha virado su mensaje. Ya no hay ticket con Sumar y Yolanda Díaz. Sánchez intenta minimizar el desgaste electoral del PSOE de dos formas diferentes. Con el adelanto, el presidente del Gobierno intenta evitar que la derecha tenga tiempo suficiente para planificar su asalto electoral a Palacio de La Moncloa.

Pero también quiere lograr un trasvase de votos desde el espacio electoral de Unidas Podemos hacia el PSOE con el único fin de que Ferraz no se convierta en un polvorín en caso de una derrota. Y el propio Iglesias no descarta que, efectivamente, los socialistas engullan a Yolanda Díaz con discurso más duro. El presidente quiere dejar el partido en condiciones de superar una previsible travesía en el desierto. Pero ese llamamiento a agrupar todo el voto de izquierda en el PSOE es señal “inequívoca”, coinciden varias fuentes socialistas, de que Sánchez confía poco en sus posibilidades.

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