Los profesores de secundaria no quieren que sus alumnos les pongan nota tal y como demanda parte de la comunidad educativa. La evaluación docente en la ESO es una de las propuestas aprobadas por el Consejo Escolar del Estado para que la ministra Isabel Celaá valore si la incluye o no en la nueva ley de Educación.
La medida partió de la Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes (CANAE) y permitiría analizar el sistema educativo desde la perspectiva de los estudiantes de secundaria, es decir, de los 12 a los 16 años, pero los docentes han puesto el grito en el cielo.
Pese a que la evaluación sería de carácter informativo y no tendría consecuencias para el profesorado más allá que poder establecer un plan de mejora en base a esta, muchos se preguntan "qué tipo de criterio" puede tener un alumno a esa edad para examinar a su profesor y destacan que podría suponer una pérdida de autoridad.
Sin criterios objetivos
"Es una propuesta fuera de lugar. En la mayor parte de los casos el alumnado no tiene criterios objetivos para medir la calidad del sistema educativo. Por lo general, un estudiante de la ESO quiere que su profesor le apruebe, que sea simpático y que haga las clases amenas... Se regirían por valores muy subjetivos", señala el psicólogo y coordinador de sector educativo del sindicato CSIF, Ferrán Barri.
Un estudiante de la ESO quiere que su profesor le apruebe, que sea simpático y que haga las clases amenas: se regirá por valores subjetivos"
Según Barri, el sistema educativo ya cuenta con otros métodos para evaluar la calidad de la enseñanza y con los recursos necesarios para saber si un profesor cumple con los requisitos para impartir clase. "Han pasado unas oposiciones y sus contratos se renuevan anualmente, así que no es cierto que no sean evaluados. Si lo hicieran los alumnos, solo serviría para ponerles más nerviosos", considera.
En el sindicato de profesores ANPE están de acuerdo en que el sistema educativo tiene que ser evaluado y, por consiguiente, al profesor, pero no con que estas evaluaciones estén a cargo de los alumnos o de los padres de los alumnos. "No puede ser un procedimiento aislado, sino enmarcado en un estatuto docente. Debe ser una evaluación objetiva y realizada por profesionales con competencias para ello", consideran.
Evaluación formal y voluntaria
Y declaran que los alumnos y sus padres pueden realizar valoraciones sobre el trabajo del profesor en el aula, pero nunca evaluaciones. A la espera de conocer si el Ministerio de Educación incluirá esta propuesta en la ley que pretende llevar al Congreso en febrero, pues la labor del Consejo Escolar del Estado que la promueve es solo consultiva y de asesoramiento al Gobierno, Celaá sí se ha pronunciado sobre su intención de emprender una reforma integral de la profesión docente.
Celaá propone un sistema riguroso de evaluación continua y voluntaria en las escuelas como el de las universidades
Esta reforma incluiría una evaluación continua del profesorado de los colegios para controlar su desempeño a lo largo de su carrera. "A día de hoy, creo que son mayoría los que creen que una profesión que no cuenta con procedimientos para evaluar de forma permanente el trabajo que se realiza no está bien diseñada", defendió.
Aunque se desconocen los detalles del método que quiere llevar a cabo, la ministra de Educación apuntó a que se trataría de un "sistema riguroso y voluntario" para todos los profesores que quieran "información docente que les ayude a mejorar en su práctica y también las condiciones en las que la ejercen".
Este modelo es similar al ya establecido en las universidades españolas. "En la Universidad la evaluación es voluntaria y así debe ser en la escuela", expuso la ministra. Según Celaá la reforma de la profesión docente debe mirar a países como Canadá o Finlandia.
OCDE y controles externos
"En las evaluaciones deberían estar involucrados más profesionales y no tanto los estudiantes. Sus críticas no son igual de constructivas como las que te podría hacer la directora de un departamento con años de experiencia", dice María G., profesora española que trabaja en una universidad de Estados Unidos donde los docentes son evaluados por sus alumnos. "A veces pueden mermar la confianza en los docentes", añade.
Junto con los italianos, los docentes españoles son los que menos se someten a controles externos, de acuerdo al último informe Talis (2013) de la OCDE. El próximo estudio se publicará este año. En concreto, un 36% nunca ha participado en una evaluación docente formal,mientras que la media de los países de la organización es del 9%.
El psicólogo Ferrán Barri apunta que "siempre estamos tomando como referencia a otros países" y que es necesario tener en cuenta la idiosincrasia de cada país. "A veces tratamos de replicar iniciativas de otros países que no tienen nada que ver con España y acabamos perdiendo calidad", cree el coordinador de sector educativo de CSIF.