Cada muerte por coronavirus queda certificada por un médico. Pero, además, la familia también necesita tener la garantía de que la persona que ha fallecido es uno de los suyos. Para poder llorarle. Por eso, los hospitales dejan entrar a una persona por habitación. A distancia y con equipos de protección. En el Hospital Universitario General de Cataluña, dos enfermeras trabajan en el duelo de las familias. Relatan la soledad de los pacientes enfermos y aislados, sin contacto alguno. Y el desgarro de sus familias al no poder despedirles.
“No estábamos preparados para algo así. De hecho, estamos viviendo en una sociedad donde el tema de la muerte ni se toca. Esta situación nos ha tambaleado a todos. El mundo nos ha parado en muchos sentidos. Y uno de ellos es despedirnos d las personas que queremos. Habrá un antes y un después en nuestras vidas”, sentencia Xusa Serra, profesora de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de Universidad Internacional de Barcelona (UIC).
Serra es enfermera de la Unidad de Acompañamiento a las Enfermedades y el Duelo del privado General de Catalunya, en Sant Sant Cugat del Vallés, Barcelona, del Grupo Quirón. Del total de 2.696 muertes por coronavirus en España, 282 corresponden a Cataluña, donde hay 7.864 casos positivos.
El proceso natural del duelo
Centros sanitarios privados que en estos días están también saturados en Cataluña. Según ha confirmado la Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE), patronal del sector, el 100% de las camas disponibles en sus UCI ya se destina a atender a personas infectadas por el coronavirus.
Desde uno de esos hospitales, dotado con 310 camas, Serra admite a Vozpópuli que viven situaciones nunca imaginadas. El aislamiento por coronavirus está impidiendo que las familias puedan despedirse de los suyos. También acudir a los funerales. “El duelo es un proceso natural siempre que se cuiden las necesidades emocionales que lo envuelven, de manera que la persona tenga la oportunidad de expresar los sentimientos y con el tiempo, aprender a cuidar del ser querido más allá de la vida”, recalca.
"Como un tatuaje en el alma"
En el Hospital General de Cataluña, Xusa y otra compañera, ésta volcada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), acompañan a los pacientes y a los familiares. Solo uno por enfermo. “Vivimos el día a día. Tomando medidas extraordinarias. Vamos ordenando cada asunto que va surgiendo. Uno de ellos es lo importante que es despedirnos de las personas que queremos. Eso es algo que vamos a recordar siempre. Queda como un tatuaje en el alma”, afirma.
En el hospital, detalla la enfermera, es el médico quien certifica la muerte. Pero las familias, también necesitan saber que quien ha fallecido es realmente de los suyos. “Yo necesito tener la garantía de que la persona que está en esa caja es mi padre o mi madre. Es una necesidad que va más allá de un papel que me de el médico. Necesito verlo. Si no, ¿cómo voy a empezar a llorar?”, señala.
"Los enfermos están solos. Aislados durante muchísimas horas. Yo les pregunto: ¿Qué haces todo el día’. 'Pienso', me contestan’"
Por eso, cuenta, en estos días se deja que, cuando alguien fallece, un solo familiar entre a ver a quien se ha ido. A distancia, obviamente, y protegidos con los mismos trajes que los sanitarios. “Esta situación, en la que los pacientes no pueden tener a su lado a su familia, no se ha dado nunca. Los enfermos están solos. Aislados. Durante muchísimas horas. Yo les pregunto: ¿que haces todo el día?. 'Pienso', me contestan’. Pero están tranquilos. Es como si pensaran que han venido estos tiempos y deben colaborar", narra Xusa Serra sobre el día a día.
Favorecer las emociones
Xusa Serra habla de sus propios sentimientos ante tanta tragedia “Estamos intentando, dentro de todas las restricciones, favorecer las emociones de los pacientes y las familias. Nadie mira las horas que echa. Antes sería impensable. Estás en una trinchera. Cada día suceden cosas nuevas. Ahora tenemos un estado de adrenalina a tope y, después, vendrá el bajón. Porque no podemos mantener estos ritmos. Ahora lo damos todo y después podremos llorar”.
Sobre los entierros, la enfermera es consciente de las situaciones que se están produciendo. “No puede estar nadie. Da igual que sea por coronavirus o por un infarto. Cuando fallece alguien se pone un sudario. Es una bolsa de plástico muy resistente que los servicios funerarios no tienen que manejar para nada. Aconsejamos a las familias que entreguen esa bolsa con algo personal y se deposite en la caja. Es como que una parte de ti se va con él o con ella".
Despedirse por skype
Experta en acompañamiento en las enfermedades, duelo y final de la vida, Serra destaca el papel que pueden jugar las nuevas tecnologías en algunos casos. Ha sido testigo de cómo una joven aislada por Covid-19 “se despedía por skype de su padre, que se estaba muriendo en otro hospital”.
En Madrid, trabajadores del Hospital infanta Leonor, en Vallecas, han puesto en marcha la campaña #porvertedenuevo para conseguir tablets, móviles y tarjetas SIM y que los más pacienets más mayores y más graves por el Covid-19 puedan hacer videollamadas y contactar con sus familias.