El cigarrillo electrónico con nicotina es, por delante de tratamientos de sustitución como los parches, los cigarrillos electrónicos sin nicotina o terapias conductuales, el método más eficaz para dejar de fumar, según un estudio de la Universidad de Oxford cuyas principales conclusiones fueron presentadas en el E-Cigarette Summit de Londres por la doctora Jamie Hartmann-Boyce, gerente del Grupo Cochrane de Adicción al Tabaco e investigadora principal de la citada universidad.
En parecidos términos se manifestó durante el encuentro, celebrado de forma virtual el 3 y 4 de diciembre, la profesora del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Minnesota Dorothy Hatsukami, quien remarcó que son los productos de combustión los más tóxicos: "La nicotina -subrayó Hatsukami- mantiene la adicción, pero otros elementos son más perjudiciales para el consumidor, y hay evidencia de que los cigarrillos electrónicos son posiblemente más eficientes que las terapias de nicotina para ayudar a la gente a dejar de fumar".
Por su parte, el profesor emérito de Toxicología del Colegio Imperial de Londres, Alan Boobis, tras aclarar que aunque "los cigarrillos electrónicos no carecen de riesgos estos son sustancialmente menores que los de los cigarrillos convencionales", admitió que aún no es posible verificar con precisión en qué porcentaje podría cifrarse la reducción de los efectos nocivos, pero sí quiso poner de manifiesto que frente a los efectos del cigarrillo de combustión, que provoca enfermedades relacionadas con el tabaquismo al 50% de los fumadores, "los cigarrillos electrónicos son ya considerados como un medio posible de reducir o de frenar el consumo de cigarrillos convencionales".
La experiencia nórdica
Especial interés despertó durante la segunda jornada del encuentro la intervención del doctor Karl E. Lund, investigador senior del Instituto Noruego de Salud Pública, quien desgranó los efectos positivos del incremento del consumo (del 7 al 46% en dos décadas) de un sustitutivo del tabaco convencional denominado Snus, un estimulante mezcla de tabaco picado -y por tanto nicotina-, agua y sal que se consume por vía oral y que se ha convertido en Noruega en el método más utilizado para dejar de fumar, seguido del cigarrillo electrónico.
En esta misma línea, y reforzando lo que podríamos denominar "modelo nórdico" de reducción del consumo de tabaco, el profesor emérito y presidente de Fagestrom Consulting, el sueco Karl Fagestrom, planteó la siguiente disyuntiva: "¿Podemos erradicar completamente el consumo de tabaco o nicotina? Si la respuesta es sí, la reducción del daño no tiene sentido; pero si la respuesta es no, existe una obligación de minimizar el daño.
La reducción del daño aplicada al consumo de cigarrillos es la fórmula ideal, porque es la nicotina lo que necesitan los fumadores, pero la nicotina en sí no es tan perjudicial, son las otras sustancias las que causan cáncer, enfermedades cardiovasculares, etc.".
Fagestrom puso como ejemplo de la eficacia de esta metodología sustitutiva el informe del Global Burden of Disease sobre la mortalidad atribuible al tabaco en Suecia y en la Unión Europea. Según este informe, la media de fallecimientos en la UE por enfermedades relacionadas con el tabaco es de 125 por cada 100.000 personas, mientras en Suecia la mortalidad provocada por el tabaquismo es de 70 por cada 100.000 habitantes.