Psiquiatras y especialistas en adicciones quieren que les dejen prescribir los fármacos para dejar de fumar, algo que por ahora sólo sucede en Cataluña, Madrid o Valencia. En el resto de comunidades, son los médicos de Atención Primaria y los neumólogos (que, por cierto, apoyan su reclamación) los que pueden indicar el tratamiento. El tabaquismo es uno de los principales factores de muerte prematura entre las personas con trastornos mentales.
La Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) reclama su sitio cuando se habla de indicar a los pacientes los tratamientos para dejar de fumar que, desde el pasado 1 de enero, financia el Sistema Nacional de Salud. Muy importante, subrayan porque son ellos quienes atienden a un sector de fumadores especialmente vulnerables.
En todas las comunidades, puntualizan desde la SEPD, son los médicos de Atención Primaria y los neumólogos quienes pueden prescribir la vareniclina (Champix por su marca comercial) y el bupropión, los dos medicamentos disponibles para abandonar el tabaco.
Una decisión arbitraria
En Cataluña y, más recientemente en Madrid, también pueden hacerlo los psiquiatras y, en Valencia, los médicos especialistas en adicciones (pero no los psiquiatras), detalla Nestor Szerman, portavoz de la SEPD. “Es una decisión desigual y, por tanto arbitraria, depende de cada comunidad autónoma. Desconocemos los criterios por los que se rigen”, aclara el psiquiatra.
“Por supuesto que estamos de acuerdo”, dice el neumólogo Carlos Jiménez, sobre la reclamación de los psiquiatras de poder indicar los tratamientos
Una decisión que el colectivo no comprende porque, indican, son ellos quienes tratan a diario a un grupo de población donde el tabaquismo tiene una prevalencia mucho mayor que la población en general. “Es como si los pacientes con un trastorno por uso de alcohol tuvieran que acudir a su especialista en sistema digestivo para recibir tratamiento”, señala el psiquiatra.
“Por supuesto que estamos de acuerdo”, dice Carlos Jiménez, presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) y experto en tabaquismo. “Lo importante es que los profesionales sanitarios tengan formación, conocimientos y habilidades para prescribir el mejor tratamiento. En España hay diez millones de fumadores y hasta el 70 por ciento de ellos quiere dejar de fumar, así que tenemos mucho trabajo que hacer", señala Jiménez.
En ese contexto, desde la SEPAR, su presidente no considera que lo importante sea la especialidad de quien prescribe ese tratamiento. "No creo que sea bueno decir que solo determinados profesionales sanitarios pueden hacerlo, sobre todo si hablamos de una población con una altísima tasa de fumadores", indica en alusión a las personas con enfermedad mental.
Más complicado dejar de fumar
Néstor Szerman pone cifras sobre la mesa: si en España, según las últimas encuestas, el consumo de tabaco tiene una prevalencia del 34% de consumo diario en población de 15-64 años, ese porcentaje se dispara hasta el 90 por ciento, por ejemplo, en el caso de personas con esquizofrenia.
“Para estas personas, que fuman más intensamente, más cantidad, les resulta mucho más difícil pensar en dejar de fumar y conseguirlo”, afirma el psiquiatra.
Según datos epidemiológicos tanto de Estados Unidos como de Reino Unido, abunda el especialista, más del 40% del tabaco que se vende, lo compran personas con trastornos mentales. Otros estudios realizados en pacientes con patología mental, tanto ingresados como en régimen ambulatorio, muestran que su interés por dejar de fumar es parecido al de la población general. Eso sí, les resulta más complicado, precisa.
“Para estas personas, que fuman más intensamente, más cantidad, les resulta mucho más difícil pensar en dejar de fumar y conseguirlo”, resalta el portavoz de la SEPD. El tabaco, explican los especialistas, vehiculiza la nicotina, cuyo efecto en el cerebro humano está ejercido por el sistema colinérgico y nicotínico. Este sistema de señalización del cerebro está implicado en el funcionamiento psíquico y es disfuncional en las personas con trastornos mentales. Es la explicación, puntualizan, a una mayor adicciòn.
El abordaje desde consulta es el mismo que con otros pacientes: “con un tratamiento adecuado, por ejemplo con fármacos que impacten el sistema nicótico cerebral, como es el caso de vareniclina. Pero también con tratamientos sustitutivos, nicotina, como se hace en otros trastornos adictivos". El objetivo, precisa el psiquiatra, puede ser la abstinencia, pero también la disminución de consumo de tabaco (reducción de daño),
“Hasta ahora existía una clara discriminación para estos pacientes”, denuncia el especialista. El disponer de todas las herramientas científicas para ayudar a quienes padecen Patología Dual, adicción al tabaco y otro trastorno mental, indican desde la SEPD, es una iniciativa "muy bien recibida. Les permite recibir el tratamiento por los profesionales que mejor conocen su trastorno".
Sus ventas se han disparado
Desde que comenzó a ponerse en marcha su financiación pública, las ventas de los dos medicamentos usados para dejar de fumar se han disparado un 300% en tan sólo un mes. Así lo afirma el Grupo Cofares, la mayor cooperativa de distribución farmacéutica de España.
En particular, los dos medicamentos que han empezado a distribuirse por la Seguridad Social son la vareniclina, fabricada por Pfizer y comercializada bajo el nombre de Champix, y el bupropión, distribuido comercialmente por la farmacéutica británica GSK bajo el nombre Zyntabac.
Antes de lograr la subvención pública, la varniclina tenía un precio que rondaba los 300 euros al año. Ahora, el coste es de aproximadamente 3,55 euros por persona en el caso de la vareniclina y de 1,03 euros/día en el caso de bupropion. Esto implica una reducción del coste de la vareniclina de un 36% y en bupropion, del 72%.
No son sólo los psiquiatras los que quieren estar involucrados en la lucha contra el consumo de tabaco. Hace unos meses, cuando se anunció la puesta en marcha de la financiación pública de estos medicamentos, los colegios de farmacéuticos expresaron su deseo de poder convertirse en una suerte de "asistentes personales" para ayudar a dejar de fumar a sus clientes. La idea no es que los prescriban, sino que puedan derivar a sus clientes al médico si creen que cumplen con los requisitos o realizarles un Test de Fagerström, que permite conocer el grado de dependencia al tabaco.