La Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) ha hecho público su 'Plan de Desescalada para los servicios de Medicina Intensiva tras la pandemia producida por la COVID-19' cómo deberían dotarse estos servicios de cara a una segunda oleada del coronavirus. Trabaja sobre un escenario en el que se produzcan "rebrotes significativos de la neumonía covid-19 en España después del verano, con un alcance que ahora es difícil de estimar".
Con fecha 15 de mayo un total de 11.464 pacientes habían ingresados críticos en las UCI españolas. La sociedad científica no quiere que una nueva oleada del virus les coja desprevenidos y, entre otros aspectos, destaca la necesidad de crear una red nacional entre todas las UCI de España con un sistema de comunicación en tiempo real sobre el avance de la pandemia y las decisiones a adoptar "de manera precoz".
El extenso documento ha sido elaborado en colaboración con la Sociedad Española de Enfermería Intensiva y Unidades Coronarias (SEEIUC) y la Federación Panamericana e Ibérica de Medicina Crítica y Terapia Intensiva (FEPIMCTI). El informe aborda la gestión y organización necesarias para garantizar el trabajo de las UCI en la llamada 'nueva normalidad'. Por ejemplo, no contempla parar la actividad de estas unidades para pacientes no covid-19 y apuesta por la creación de circuitos simultáneos que distingan los pacientes con diagnóstico positivo del resto.
Espacios adecuados y equipamiento necesario
"Los intensivistas estamos preparándonos para poder atender este potencial incremento de casos de pacientes críticos, de tal manera que se garantice que los enfermos que lo necesiten reciban toda nuestra atención especializada en las UCI. Es importante disponer de los espacios adecuados y el equipamiento necesario, así como que los intensivistas y el resto del personal sanitario estén adecuadamente entrenados y preparados", según el doctor Ricard Ferrer, presidente de la SEMICYUC.
El informe aborda diferentes aspectos sobre cómo organizar los servicios de Medicina Intensiva; la reestructuración del material -desde respiradores a un stock de farmacia adecuado para dar respuesta a nuevos brotes-; cómo se deben dotar los hospitales de campaña si es que se tienen que habilitar, el transporte de los pacientes, la arquitectura o dotación de camas que han de tener las unidades o el personal para atenderlas.
La experiencia acumulada durante los durísimos meses de la pandemia, señalan los intensivistas, es muy valiosa de cara a una nueva oleada que, prevén, podría producirse tras el verano. en el peor de los escenarios, señalan, harían falta hasta 6.720 camas de UCI de cara al otoño.
Reorganización en la post-pandemia
Mantener seguros a los profesionales y a los pacientes, permanecer "eficientes" y aprovechar las oportunidades "para mejorar" son los objetivos que se marcan los intensivistas cuando hablan de reorganizar la actividad post-pandemia. Así, recomiendan mantener activos tres circuitos: covid, no-covid, y pre-covid en función de dónde procedan los pacientes (quirófano, sala de reanimación post-operatoria, urgencias, ingresos desde planta o desde otro hospital).
En cada hospital, apuestan por crear equipos compuestos por los servicios de Urgencias, Medicina Interna, Neumología, Enfermedades Infecciosas o Medicina Intensiva
En este capítulo recomiendan crear una red nacional entre todas las UCI de España con un sistema de comunicación "en tiempo real sobre el avance de la pandemia y las decisiones a adoptar de manera precoz, con previsión y colaboración en diferentes materias para poder dar una respuesta adecuada que pueda evitar situaciones de colapso".
En cada hospital, apuestan por la creación de equipos de carácter multidisciplinar compuesto por representantes de servicios de Urgencias, Medicina Interna, Neumología, Enfermedades Infecciosas y Medicina Intensiva. Y remarcan: la planificación de la asistencia en futuros rebrotes debe tener en cuenta el poder mantener la actividad asistencial a pacientes no contagiados por el virus.
Que existan camas UCI suficientes
Durante la pandemia, la creación de puestos de UCI para pacientes que llegaban críticos fue una de las grandes pesadillas de los intensivistas. Según el último censo realizado por el Ministerio de Sanidad la disponibilidad de este tipo de camas en toda España, a fecha de 2017, era de 4.519 en hospitales públicos y 1.137 en hospitales privados. Esto corresponde a 9 camas de UCI por cada 100.000 habitantes.
Unas cifras que ya quedan obsoletas porque durante la emergencia sanitaria, hospitales como el Gregorio Marañón de Madrid, con una media habitual de 20 camas para pacientes críticos, llegaron a desplegar 135 pacientes, de las que 115 eran para pacientes con la covid-19. Según un reciente informe de la Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE) el 42% de los hospitales generales privados asumieron durante los meses de marzo y abril el 16% (19.289) de los ingresos de pacientes diagnosticados o con sospecha de covid-19 y el 14% (1.536) de los ingresos en UCI.
A fecha de 15 de mayo de 2020, según datos de la SEMICYUC, necesitaron ingreso en UCI por coronavirus un total de 11.464 pacientes. Los intensivistas remarcan que es "necesario redimensionar las UCI para futuras pandemias". También la importancia de, si vuelve a producirse un colapso, tener previstas nuevas estructuras que permitan ampliar el número de camas de UCI.
Esas nuevas áreas, señalan, han de tener un espacio suficiente que permita actuar simultáneamente a cuatro/cinco profesionales y todos los equipos de monitorización y tratamiento. Lo ideal, piden, es que esa unidad tenga un mínimo de 25 metros cuadrados para boxes individuales y de unos 20 metros cuadrados por cama en salas comunes. "Aunque una vez superada la pandemia las nuevas áreas abiertas retomen su actividad habitual, sería altamente recomendable que una vez habilitadas y configuradas para este nuevo uso, se mantuvieran funcionales de cara a poder dar respuesta de forma inmediata a un rebrote de casos", subrayan.
UCIs fuera de los hospitales
El documento también alude a la previsión de que se instalen camas de UCI fuera de los hospitales (por ejemplo hospitales de campaña u otras infraestructuras). La primera alternativa que propone es la instalación de estructuras anejas que permitan continuar con esa expansión. Se debe contar, precisan, con planes que permitan su rápida creación (menos de 15 días), de modo que, si el número de pacientes graves vuelve a aumentar, no se afecte de forma directa al resto de las actividades hospitalarias.
Estas instalaciones, subrayan, deben estar dirigidas por un intensivista y establecer equipos mixtos que "garanticen, en todos los controles y turnos, presencia de personal experto con otros que colaboren bajo su supervisión". El equipo mínimo, aconsejan, sería cuatro o cinco médicos en turno diurno (8 a 18 horas) y dos en turno de guardia; ocho enfermeras y tres técnicos auxiliares en cuidados de enfermería; dos o tres celadores en turno diurno y uno o dos en turno de guardia por cada 16 camas.
Planes para tener suministros en stock
El documento de los médicos intensivistas también alude a los planes que deben de tener los hospitales para conseguir suministros adicionales en coordinación con otros hospitales cercanos, proveedores farmacéuticos y autoridades de salud regionales y nacionales. Recomiendan una planificación de 96 horas de función autónoma sin reabastecimiento.
Piden un sotck de farmacia para dar respuesta a nuevos brotes. Entre los grupos farmacológicos con más onsumo durante la pandemia estuvieron los sedantes, relajantes neuromusculares, anticoagulantes y antibióticos
Y entran en un tema muy polémico que vivieron durante la pandemia: la llegada a algunos centros de respiradores (en aquellos días muy escasos en muchos hospitales) que en algunos casos no cumplían los requisitos mínimos de funcionamiento. Quieren que se garantice que esos ventiladores mecánicos sean los adecuados. También piden que se revise el consumo de material fungible durante el periodo pandémico y garantizar un stock adecuado para el caso de rebrotes.
Por último, piden que se garantice un stock de farmacia para dar respuesta a nuevos brotes. Entre los grupos farmacológicos con más incremento de consumo durante la pandemia citan los inmunomoduladores, antifúngicos, sedantes, relajantes neuromusculares, nutrición parenteral, vasodilatadores, antihipertensivos, anticoagulantes y antibióticos.