Margaret Keenan, una mujer británica de 90 años se convirtió este martes en la primera persona en el mundo en recibir la vacuna de Pfizer contra el coronavirus.
En las próximas semanas, los gobiernos europeos esperan comenzar la vacunación masiva en sus países. Y con la llegada de la vacuna y la esperanza de conseguir la inmunización, surgen nuevas preguntas sobre el uso de las mascarillas.
El Consejo Interterritorial de Salud informó en el mes de noviembre que la mascarilla seguiría siendo obligatoria al menos durante todo el 2021. Y el proceso de vacunación se desarrollará por fases, por lo que seguirá existiendo una gran parte de la población expuesta a contraer el virus.
Las mascarillas se quedarán
Si bien una persona vacunada no puede enfermar de coronavirus, no se ha demostrado que la vacuna evite el contagio, ya que el virus, que principalmente entra al cuerpo por la nariz, podría ser expulsado al estornudar e infectar a otras personas.
De esta forma, una persona vacunada puede convertirse en un transmisor silencioso de la enfermedad. Esta vacuna, que tiene un precio de 15 euros por dosis y una eficacia del 95%, es de las primeras inyecciones que actúa a través del ARN mensajero del virus. Cuenta con dos dosis, que se administran con tres semanas de diferencia. Será a partir de los siete días después del segundo pinchazo cuando se logre la máxima efectividad.
Mejorará la inmunidad
Anthony Fauci, el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, señaló que “no se puede descartar que una persona desarrolle la enfermedad casi sin síntomas, pero con suficiente carga viral en sus vías respiratorias para que pueda contagiar".
Otros expertos se muestran optimistas respecto a este riesgo, por ejemplo, la inmunóloga de la universidad de Yale Akiko Iwasaki señalaba este martes en el New York Times que cree que una vez que se “desarrolle alguna forma de inmunidad con la vacuna, su capacidad de infectarse también disminuirá".
