Nuestro país es un país afectado por la sequía de forma natural. Siempre hemos vivido ciclos de lluvia y períodos de escasez producto del clima mediterráneo de la península. Sin embargo, los expertos señalan que el cambio climático va a hacer que esto cambie y "en un horizonte de 50 años habrá en España menos agua y peor distribuida", así lo afirma Antoni Ginebreda, profesor de investigación del instituto de diagnóstico ambiental y estudios del agua del CSIC. Julio Barea, de Greenpeace, le secunda, y afirma que "España es de los países más vulnerables de la UE en cuanto a cambio climático".
El problema está, según cuentan estos expertos, en que para combatir la sequía nuestros gestores (nuestros políticos) deberían hacerlo en épocas de bonanza (antes de que la sequía se produzca) y no en los momentos en que las lluvias brillan por su ausencia. En España, a grandes rasgos y en promedio, el 70% del agua consumida se dedica a la agricultura y el 30% restante se reparte entre la industria y el consumo doméstico. El problema en la agricultura es que el agua utilizada se malgasta ya que en este ámbito se utiliza el regadío de inundación y al hacerlo "no se está ahorrando agua como se debería hacer", señala Barea.
Otros momentos en los que se malgasta agua es en las ciudades, donde se estima, según señala Pedro Arrojo, creador de Nueva Cultura del Agua, "que perdemos por fugas entre un 15 y un 30%, mientras en Holanda, Suiza o Suecia las pérdidas en redes están por debajo del 8% (y no son países secos...)". Sin embargo, el profesor Ginebreda no es de la misma opinión y aunque reconoce que "las redes de conducción de agua tienen pérdidas, las compañías distribuidoras están actuando para disminuirlo".
¿Qué podemos hacer para luchar contra la sequía? Ginebreda es de la opinión de que hay que racionalizar el consumo, reutilizar las aguas ya usadas, construir desaladoras y recargar los acuíferos porque en España "la lluvia está distribuida de forma muy irregular y no tiene nada que ver el porcentaje de lluvia en las zonas noratlánticas que en la meseta. No todas las zonas de España están al mismo nivel de agua". Por eso es muy importante en nuestro país la optimización del recurso del agua: la racionalización y la reutilización, el aprovechamiento de las aguas subterráneas, etc.
Diferencias a la hora de pagar por el agua
Está de forma tan irregularmente distribuida el agua en España que eso se nota hasta en el momento de pagar por ella. Así, el precio del agua varía hasta en un 354,4 por ciento según la ciudad donde se viva, lo que representa una diferencia al año en la factura de hasta 409,08 euros (más IVA), según un análisis de Facua-Consumidores en Acción, que señala que la ciudad con el agua más barata es Valladolid y Murcia, la más cara.
Estas diferencias suponen que un murciano paga al año 409,08 euros (más IVA) más que un vallisoletano para un consumo de 10 metros cúbicos con un contador de 15 litros por metro cuadrado, cánones y recargos incluidos (sin contemplar alquiler y mantenimiento de contadores). El análisis, realizado en 28 ciudades españolas, revela que las tarifas para las familias que consumen 10 metros cúbicos al mes han subido desde noviembre de 2011 casi un 5 por ciento.
Con los contadores de 13 litros por metro cuadrado y un consumo de 10 metros cúbicos, los importes más elevados son los de Murcia 27,36 euros; Cádiz, 21,22 euros y Palma de Mallorca, 20,37 euros. En el otro extremo se encuentra Valladolid, que independientemente de si el calibre del contador es de 13 o 15 litros por metro cuadrado, su coste es de 9,62 euros.
Antoni Ginebreda es de la opinión de que el agua debe pagarse. "Para tener agua donde queremos y en las condiciones que queremos es necesario pagarlo, con la calidad adecuada. Eso tiene un coste y no podemos obviarlo". Además, nos recuerda que la directiva marco del agua de la UE señala que el agua tiene un coste y que ese coste se debe repercutir sobre los usuarios. Pero al mismo tiempo, "también se puede decir que el agua es un derecho, así reconocido por la Asamblea General de la ONU".
Los problemas de contaminación en España
A los problemas del cambio climático y de la sequía hay que sumar la contaminación. El caso más relevante de contaminación en España es el del embalse de Flix (Tarragona), junto al río Ebro, por la compañía Ercros. Se trata de un caso de contaminación que viene produciéndose durante más de un siglo, y a lo largo de este tiempo se han vertido sustancias químicas persistentes, bioacumulativas y tóxicas por parte de una fábrica química de la empresa Ercros, lo que ha propiciado la contaminación generalizada del río Ebro desde ese punto a la desembocadura.
Entre las sustancias contaminantes se encuentran metales pesados como el mercurio y el cadmio, o compuestos organoclorados tóxicos y persistentes como el hexaclorobenceno, policlorobifenilos (PCBs) o el DDT y sus metabolitos. A pesar de conocerse que la culpable de todos estos hechos es Ercros la compañía lleva años batallando para evitar el pago de la limpieza del río Ebro, que es una fuente importantísima de agua potable. Ercros se ha negado a pagar en numerosas ocasiones por la limpieza y regeneración del río, a pesar de que en 2003 fue declarada culpable de contaminar de forma continua el medio ambiente.
Y hablando de contaminación, el otro gran punto de negro de España viene de la mala depuración de las aguas residuales, motivo por el cual nuestro país puede recibir una multa por parte de la UE. Bruselas puso a España en su punto de mira hace años por la calidad de las aguas. Aunque el 83% se depura correctamente, la Comisión denunció en 2011 a las autoridades españolas porque 39 ciudades no depuraban correctamente el agua en zonas declaradas como sensibles. Este problema lo viene arrastrando España desde hace años, pero todavía no se ha conseguido una solución y el ministro español de Agricultura y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, no ha hecho hasta el momento más que pedir prórrogas a Bruselas para intentar solucionar el asunto, pero sin encontrar una solución.