"Las redes sociales están perjudicando a nuestros hijos y voy a ponerle fin". Estas fueron las declaraciones del primer ministro de Australia, Anthony Albanese, tras anunciar la propuesta de su gobierno para prohibir el acceso a redes sociales para los menores de 16 años. Esta medida es similar a la que el Gobierno español propuso el pasado mes de junio para elevar a la misma edad el acceso a redes sociales. Australia va más allá, ya que ni siquiera el consentimiento de los padres o tutores legales permite a los menores de 16 años tener redes, como sí ocurre en España.
Blanca Alcanda es la directora de la Clínica de Psicología Alcanda y explica que las RR. SS. suponen "un problema muy real" para los menores en el caso de que no existan "límites claros". Las redes sociales pueden generar que el menor tenga una "visión idealizada" del mundo debido a que, en ellas, solo se muestra "la cara bonita" y esto puede llevar a una "comparación constante a nivel social". Ante esta situación, en el menor pueden surgir "sentimientos de baja autoestima", pudiendo derivar en "depresión y ansiedad" —también en trastornos de la conducta alimentaria (TCA) o autolesiones—.
Para la directora clínica de la consulta de psicología de la Universidad Francisco de Victoria (CAIF), Clara de Cendra, el mayor riesgo es que el menor pueda entrar en "un mundo que verdaderamente le impida vivir su vida real". De Cendra explica que de ahí nacen "todas las inseguridades que hay de fondo". Sobre esta cuestión, Alcanda añade que el "uso excesivo" de redes sociales puede llevar a un "aislamiento social" y, a su vez, desarrollar una dependencia hacia ellas. El adolescente, explica De Cendra, es más "vulnerable" a la hora de generar "adicciones", ya que su afectividad "coge muchísimo impulso" por la "eclosión hormonal", pero su cerebro todavía no es "lo suficientemente maduro como para poder gobernarla".
Contenido inapropiado en redes sociales
Otros de los peligros más destacados son el ciberacoso y la exposición a contenidos inadecuados. Alcanda detalla que, al realizarse a través de internet, el ciberacoso tiene un riesgo añadido, ya que puede ser "constante" y tener lugar "cualquier día de la semana y a cualquier hora". Sobre la exposición a contenidos pornográficos o violentos, De Cendra explica que estos confunden a los menores y les "hacen pensar que eso es lo normal". "Te hace perder el contacto con la realidad y, cuando te encuentras con ella, hay un salto inmenso", detalla. Eso, especialmente en la sexualidad, puede llevar a "muchísimos temas relacionados con la ansiedad, de impotencias, de dificultades muy severas, de mucha agresividad...".
La subdirectora del Departamento Jurídico de las Líneas de Ayuda de la Fundación ANAR, Marta Fresnillo, señala que "el componente tecnológico está presente" en la "mayoría" de casos de violencia que tratan, "cada vez más". "Los adultos no somos conscientes del peligro que tiene que un menor esté accediendo a todo tipo de contenidos", asevera Fresnillo. Además, comenta que en las redes sociales existen códigos y lenguajes secretos que facilitan a los menores el acceso a estos contenidos: "Son temas que pueden ser retirados por contenido inapropiado, lo que hacen es hablar en ese tipo de lenguaje para que se puedan entender entre ellos".
El efecto rebote y el papel de los padres
Las expertas consultadas aseguran que las medidas que buscan proteger a los menores de las redes sociales y prohíben el acceso a contenidos dañinos son positivas. Sin embargo, inciden en que son "insuficientes" de por sí solas. "Pensar que lo estamos prohibiendo y que con eso hemos encontrado la solución... me parece que es bastante más complejo", comenta Alcanda. Para la psicóloga, es importante "educar en límites saludables", pero determina que el problema no está en las redes, sino "en el uso que se le da".
Fresnillo, considerando que estas prohibiciones "tienen que existir", también subraya que las medidas no pueden sacar al adolescente de su realidad. "No se trata de hacer que el menor no participe de un mundo digital, porque vive en él, sino de protegerlo y de que el uso sea adecuado", detalla.
A pesar de todo esto, Alcanda advierte que estas prohibiciones tienen el peligro de provocar un efecto rebote y generar "un deseo" en el menor hacia lo prohibido. De Cendra añade que, para evitar esa reacción, es importante "enseñar el bien" que encierra esa prohibición porque, si no, el adolescente lo vivirá como una "anulación". "En la adolescencia, que es cuando estoy buscando responder a la pregunta de 'quién soy', si a mí me anulan sin explicarme las razones y sin hacerme ver el bien que hay detrás, eso sí que me va a generar ansiedad", declara De Cendra.
Por eso, las expertas consideran "fundamental" el papel de los padres en esta labor de preparación y educación. El adolescente, comenta De Cendra, tiene una "inseguridad vital enorme" y "necesita que le confirmen a toda costa". Ahí, los padres deben explicar a sus hijos "que son capaces de ir enfrentándose al mundo". La labor de los padres es acompañarlo en ese proceso para que, cuando "el adolescente se convierte en joven", pueda caminar solo. "Acompañarles a la hora de empezar a salir al mundo, para mí ese es el punto clave, poder ir enseñándoles", determina la psicóloga.
Dentro de esa labor, Alcanda remarca la importancia de mostrar los aspectos "positivos" que el correcto uso de las redes sociales pueden tener: "Si los negamos, no convencemos a los adolescentes, que ven que realmente existen estos impactos". Entre ellos, destaca el desarrollo de "creatividad" y poder mostrarla en las redes, la "conexión social" o encontrar una comunidad de gente con la que compartir "afinidades".