Una cosa es estar imputado -o desimputado en el caso de Cristina de Borbón- y otra muy distinta querer renunciar a una vida a todo tren, que para eso es infanta. No es casual que el cambio de residencia de la hija del Rey se produzca en un momento tan crítico para la monarquía, cuya imagen tan deteriorada en los últimos tiempos se ha visto más sacudida si cabe a raíz de las sospechas de que la infanta podría haber incurrido en un delito fiscal. Doña Cristina se ha trasladado a Ginebra, donde seguirá trabajando para La Caixa, pero allí lo hará alejada de los focos, de las críticas… y hasta de su marido, porque, de momento, Iñaki Urdangarin solo aparecerá por la ciudad suiza de visita. El matrimonio ha puesto en venta su residencia de Pedralbes -por el que piden 9,8 millones de euros y cuya venta podría permitirles hacer frente a la fianza impuesta al duque de Palma-, por lo que el lujoso ático suizo en el que ya está instalada la infanta será el centro neurálgico de su nueva y nada austera vida. Un piso acorde a su status, aunque algo más ‘modesto’ que el palacete barcelonés o la mansión en la que residió en Washington en 2009.
Se trata de un piso en el exclusivo barrio de Florissant, ubicado en el casco histórico de la ciudad y plagado de tiendas y restaurantes. No es una zona cualquiera ni apta para todos los bolsillos porque aquí una vivienda puede llegar a alcanzar los 10.000 euros mensuales. El ático de la infanta se encuentra en un edificio histórico construido en piedra y, además de plaza de garaje, cuenta con cuatro habitaciones y terraza distribuidos en 200 metros cuadrados. La decoración rococó también le da un punto de distinción y justifica los 5.000 euros mensuales de alquiler.
La infanta tendrá que adaptarse a un espacio más reducido en comparación con Pedralbes, donde disponía de 2.200 metros cuadrados de terreno, 7 habitaciones y 10 baños
Para el común de los mortales, no resultaría complicado acostumbrarse a vivir en una casa de estas características, pero el caso de doña Cristina es diferente. Acostumbrada al palacete de Pedralbes, ahora ella y sus cuatro hijos –Juan Valentín, Pablo Nicolás, Miguel e Irene- tendrán que adaptarse a un espacio más reducido y a la vida vecinal. En su magnífica residencia de Barcelona, adquirida en el año 2004 gracias en parte al préstamo concedido por el Rey, no había problemas de espacio ni de privacidad. Con 7 habitaciones, 10 baños, un salón de 120 metros cuadrados, jardín con vistas a la ciudad y hasta una piscina de agua salada, la familia disfrutaba de total lujo e intimidad. Visto así, los 200 metros cuadrados del ático suizo se quedan cortos al lado de los 2.200 metros cuadrados de terreno de Pedralbes.
Tampoco escatimó la pareja durante su estancia en Washington, donde la numerosa familia se instaló en 2009 para que Urdangarin ocupara el puesto de directivo de Telefónica Internacional USA. La residencia elegida fue una monumental mansión en la capital estadounidense, una espectacular casa de estilo neoclásico y corte georgiano, equipada con todos los lujos necesarios. En euros, hablamos de unos 13.000 al mes, unos gastos que según la declaración del propio Urdangarin al juez, asumía la compañía española.
‘Pluriempleada’ para vivir holgadamente
La ciudad alpina es una de las más caras de Europa, pero doña Cristina, que está acostumbrada a vivir bien, mantendrá su elevado nivel de vida junto a sus hijos porque la idea es que su marido viaje a Ginebra cada mes y medio ya que debe permanecer en España al menos 180 días por temas fiscales. El Rey ya movió los hilos pertinentes para proporcionarle a su hija un segundo empleo en la Fundación Aga Khan y así poder costear tanto el exclusivo ático como el colegio de élite para sus cuatro vástagos (el Ecole Internationale le costará un mínimo de 120.000 euros al año a razón de 30.000 por niño), gastos de los que La Caixa no estaba dispuesta a hacerse cargo. Como pluriempleada, y disponiendo de 600.000 euros al año (300.000 euros de sueldo que seguirá percibiendo de la entidad que preside Isidre Fainé, más otros 300.000 que le pagará el Aga Khan) la infanta podrá seguir disfrutando de una economía holgada. De la seguridad, seis escoltas en turnos de ocho horas, ya se ocupa el Estado español: 300.000 euros al año.
Urdangarin no disponía de 'cash' para pagar la fianza de 8 millones impuesta por el juez, pero la venta de Pedralbes serviría para paralizar el embargo de sus bienes, aún sin ejecutar
Pedralbes bien vale una fianza
No ha debido resultar nada fácil para el matrimonio Urdangarin-Borbón colgar el cartel de ‘se vende’, pero el fantástico palacete de Pedralbes puede ser la bomba de oxígeno que insufle algo de aire a los duques de Palma. Los 9,8 millones de euros que piden por la “villa de lujo”, según la descripción del portal inmobiliario, serviría para hacer frente a la fianza de más de 8 millones impuesta por el juez José Castro en concepto de responsabilidad civil para Urdangarin y su socio Diego Torres. El plazo impuesto por el magistrado que investiga el supuesto desvío de fondos públicos al Instituto Nóos venció sin que ninguno de los dos aportara un solo euro. Urdangarin no tenía ‘cash’. Pero el embargo de sus bienes, ése que causaría al duque un “empobrecimiento injustificado” aún no se ha ejecutado, por lo que el monto que la pareja obtuviera por Pedralbes en caso de encontrar comprador podría evitar que el resto de sus propiedades acaben embargadas.
El palacete de Pedralbes costó a los duques 6 millones de euros e invirtieron en su reforma otros 3. Ahora lo venden por casi 10, un precio inflado según expertos inmobiliarios, pero su patrimonio no queda ahí. En 2004, el mismo año que adquirieron el palacete, la pareja compró dos pisos, dos plazas de garaje y un trastero en un edificio de Palma de Mallorca por 450.000 euros bajo el nombre de Aizoon. La sociedad participada al 50% por Urdangarin y Cristina también es titular de una vivienda en Terrasa adquirida por 250.000 euros en 2007. Con su socio también comparte bienes inmuebles: tres pisos en otro edificio de Palma por los que pagaron más de 600.000 euros.