Este viernes se publicaba en el BOE la lista de medicamentos que quedan excluídos de la prestación farmacéutica en el Sistema Nacional de Salud. La medida se hará efectiva el próximo uno de septiembre, aunque a día de hoy los Colegios Oficiales de Farmacéuticos todavía no tienen constancia de lo que realmente supondrá para sus boticas.
Así lo explican desde el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, donde afirman que no pueden hacer ninguna declaración al respecto porque sólo conocen la publicación de la lista de medicamentos, y aún no tienen instrucciones de cómo se actuará a partir del próximo mes. Según el Boletín Oficial del Estado, serán los responsables de los medicamentos excluídos de la financiación quienes tendrán que comunicar al órgano competente los precios a los que van a comercializarlos.
Mientras que no se establezca el precio definitivo, las farmacias mantendrán el que tuviera fijado antes de salir de la financiación pública. Pero todo parece indicar, y así lo consideran los propios farmacéuticos, que el precio podría subir bastante el próximo uno de septiembre. De hecho, con los últimos cambios legislativos y las medidas tomadas por el Ejecutivo, hay numerosas medicinas que han variado notablemente su precio. "El Flammazine, por ejemplo, que es una crema para las quemaduras, antes costaba unos 2 euros, y ahora está en más de 9", explica una colegiada madrileña. "Ayer mismo me vino una madre a comprar una vacuna para el neumococo, que antes se dispensaba en los centros de salud sin problema y gratuita, y que ahora se ha dejado de facilitar, y son unos 80 euros", añade.
"Se notará en los medicamentos más conocidos. Es como la aspirina, que todo el mundo la pide así en la farmacia (4,50 euros) y nadie pide Adiro, que es lo mismo y cuesta un euro"
Como la decisión, pese a que tenga que dar el visto bueno la Dirección General de Cartera Básica de Servicios del SNS, queda en manos de los laboratorios, lo más previsible es, en opinión de varios farmacéuticos preguntados, que el precio suba, incluso que llegue a triplicarse, "especialmente en las medicinas más conocidas. Ahora lo recetado está bajo el control estatal, pero en septiembre, el que quiera la medicina tendrá que pagarla. Quizás no tanto en medicamentos poco conocidos, pero sí en los de uso general. Es el ejemplo de la aspirina, que todo el mundo en la farmacia pide aspirina, que cuesta 4,50 euros, y nadie pide Adiro, que es lo mismo y cuesta un euro", comenta un boticario madrileño.
Los colegiados coinciden en que las instrucciones nuevas les llegan con poca antelación, de manera que aún tardarán unos días en conocer cuál será el modo de actuación en septiembre. Pese a todo, sí se empieza a notar la diferencia en medicamentos que han aumentado su precio en los últimos meses. "Aunque las condiciones económicas sean complicadas, las farmacias no pierden dinero porque se está pagando más por los productos, pero cada vez paga más el trabajador, aquel que ahora pagaba un 40% por la financiación pública y que tendrá que costearlo por completo el mes que viene", sentencia la farmacéutica madrileña.