En 1965, la NASA certificó que el Omega Speedmaster estaba preparado para viajar al espacio; cuatro años más tarde, realizó su primer viaje interestelar, nada menos que hasta la Luna en el Apollo XI. Hay una curiosa historia en torno a este tema, porque parece ser que Neil Armstrong decidió finalmente dejar su unidad en el módulo Eagle en lugar de pasearse con él por la superficie del satélite terráqueo (hay quien apunta que se le olvidó…); Aldrin, que tenía el propio, sí descendió a la Luna con él. Sea como fuere, desde este reloj mecánico de cuerda manual, varios modelos de la marca han sido presentados bajo ese publicitario slogan de “apto para el espacio”. El último fue hace unos pocos meses, el Speedmaster Skywalker X-33.
Para la definición del X-33 se contó con los consejos de Jean-François Clervoy, astronauta de la ESA (Agencia Espacial Europea) que, durante sus más de 650 horas en el espacio, aseguraba echar en falta un reloj que registrara el tiempo tanto de cada misión como de cada fase. Como queda ‘súper guay’ lo de atender las sugerencias de los astronautas, dicho y hecho, pero, y perdón por la ignorancia, ¿no sirve un ‘simple’ reloj dotado con cronómetro y doble contador para ello? Lo cierto es que Omega incluyó varias funciones ‘especiales’ en su X-33 para solucionar tal necesidad, entre ellas, alarmas con varios tonos.
Aparte de poder soportar una presión siete veces superior a la que genera la gravedad de la Tierra, otra de las facultades de este Skywalker es su doble lectura de horas mediante agujas y dígitos. Las primeras presentan una capa llamada Super-Luminova-Coated que hace que sean perfectamente legibles en la oscuridad. Llegado el caso, se pueden desacoplar dichas manecillas para facilitar la lectura de los dígitos inferiores.
Luminox
Y es que las condiciones de, en ocasiones, oscuridad absoluta con las que se enfrentan los astronautas allí arriba precisan un reloj con tecnologías apropiadas para conocer la hora o el registro de tiempo sin problemas. Una relojera experta en estas lides es Luminox, que acaba de lanzar dos modelos para el espacio.
El primero es el XCOR 526, que incorpora el movimiento de cronógrafo automático Valjoux ultra fiable y una tecnología de iluminación para la máxima visibilidad en todas las condiciones lumínicas, incluyendo la oscuridad total del espacio. Resulta que Luminox es socio clave de XCOR Space Expeditions, una ‘agencia de viajes’ que no te buscan un resort en Punta Cana para la segunda de agosto, sino que lo suyo son los viajes espaciales. En estos trayectos (aún en pruebas pero previstos para su comercialización quizá el año que viene), los pasajeros portarán un Luminox 526 mientras contemplan la Tierra desde 103 km de distancia y tras haber pagado 90.000 euros por barba.
También de Luminox y para el espacio es el Pilot Professional Analog Digital (5241.XS). Con caja de titanio cepillado, está comprobado que resiste como un titán las presiones de los despegues y aterrizajes más extremos, así como las tensiones propias de un viaje espacial. En ambos casos, la marca asegura que su tecnología Light Technology (LLT) permite una visibilidad garantizada incluso en la máxima oscuridad. De hecho, la LLT proporciona un resplandor constante durante 25 años aunque no reciba un solo rayo lumínico.
¿Y antes del Omega?
No es por destruir el mito, pero el Omega no fue el primer reloj de astronauta (sí en pasar por caja para tener el sellito de la NASA). En la carrera espacial de la Guerra Fría, Yuri Gagarin (primer humano en llegar al espacio, 1961), no se lo pensó y se puso en la muñeca el soviético Sturmanskie que recibió como regalo por parte de las autoridades dada su condición de piloto de élite de la fuerza aérea; el reloj regresó a la Tierra funcionando perfectamente.
En 1962, John Glenn llevó un Tag Heuer 2915A en el que se estima como primer viaje orbital auspiciado por EEUU; en este caso no fue casualidad o capricho, sino que, como Glenn, el reloj estaba especialmente capacitado para soportar elevadas fuerzas G.
Pero ese Tag era en realidad un cronómetro, por lo que el considerado como el primer 100% reloj en llegar al espacio en la muñeca de un astronauta en misión americana, fue un Breitling Navitimer, con Scott Carpenter como portador (pocos meses después de la aventura de Glenn).
1965: un reloj llamado Poljot Strela experimentó el primer paseo espacial (salida de la cápsula). Lo llevaba Alexey Leonov y puedes intuir el origen de su fabricación. Luego, llegarían los Omega de Armstrong y Aldrin…
A día de hoy, te sorprendería la cantidad de relojes que están preparados, lo certifiquen o no las agencias espaciales, para soportar las rigurosas condiciones de los viajes por la galaxia. Lo aguantan todo: presión, ingravidez y posibles impactos, a lo que sumar la citada e imprescindible capacidad para que sus manecillas o dígitos generen luz propia, teniendo en cuenta que con unos guantes de astronauta es más que complicado darle al botón light.