Televisión

Ernesto Sevilla: "La autocensura es una de las causas por las que el humor se ha mudado a Internet"

Para la muchachada de hoy, Ernesto Sevilla es posiblemente Teodoro en 'La que se avecina'... y ahí acaba la cosa. Pero existe un reducto de seguidores de la tropa chanante

Para la muchachada de hoy, Ernesto Sevilla es posiblemente Teodoro en 'La que se avecina'... y ahí acaba la cosa. Pero existe un reducto de seguidores de la tropa chanante de los 2000 que aún recuerda al cómico, actor y guionista como a ese Gañán rural que se queda afónico dando clases magistrales sobre las verdades de la vida. También como al superhéroe con poderes poco convencionales materializado en Bocaseca Man. O al Marlo que canta ese sonoro e inolvidable 'Hijo de puta, hay que decirlo más'.

Lo recuerdan (y añoran) por ser, entre otras cosas, el universalizador del deje manchego y uno de los predicadores de ese imaginario que hizo bandera de lo cutre, lo absurdo y lo surrealista como seña de identidad a través de La hora chanante, un programa que ya se ha convertido en objeto de culto para los fans de lo que algunos han tenido a bien bautizar como posthumor.

Quince años después del estreno del mítico programa de Paramount Comedy, la cadena -rebautizada como Comedy Central en 2009- estrena hoy Los años chanantes, un documental con contenido inédito que reúne a varios de los fans más célebres del formato y que homenajea a los artífices del programa, Sevilla incluido, en un repaso por el escaparate de personajes -cada cual más extravagante- que parió junto a Joaquín Reyes, Raúl Cimas, Julián López y Carlos Areces. 

Fue un laboratorio que sirvió de inspiración para los cómicos nacionales y que, de paso, acabó por convertirse en una referencia, en depositario de las mejores citas célebres y, como lo hizo en su momento El Informal, en mención nostálgica en cualquier cháchara sobre los chistes que ya no se hacen en televisión. Con la seriedad con la que se toma su trabajo un humorista, Sevilla hace balance del legado del programa con altavoz y, de paso, habla con nosotros de humor, de las nuevas generaciones y de mucho más.

La hora chanante ya es un adolescente. Si le tuvieses que sacar el álbum familiar para enseñarle por qué era tan famoso de pequeño, ¿qué le mostrarías?

Pues supongo que le enseñaría fotos de los testimonios que hacía Joaquín y de nuestros personajes: del Gañán, de Marlo...

¿Pudo tener algo que ver el acento manchego de la criatura con su éxito?

Supongo que tuvo algo que ver: en aquella época a la gente le hacía gracia ese acento, aunque lo hacíamos de una forma natural porque todos somos manchegos y era nuestro tipo de humor. A la gente le pareció algo diferente. Aunque yo creo que el secreto en realidad era otro: que éramos un grupo de amigos que nos lo pasábamos bien y que transmitíamos esa energía positiva. El acento era simplemente una herramienta que usábamos: podría haber sido asturiano. 

Vuestro 'niño' consiguió caerle bien a personas tan dispares como Joan Manuel Serrat o Pablo Iglesias. 

Ver a Serrat en el documental estuvo muy bien, es uno de los personajes que más me llama la atención. Nosotros somos los primeros sorprendidos con todo esto, no nos esperábamos en ningún caso tener este impacto.

Éramos un grupo de amigos que nos lo pasábamos bien y que transmitíamos esa energía positiva. El acento era simplemente una herramienta que usábamos"

Por vosotros apostó primero una cadena de cable y después una pública. ¿El humor absurdo no cala en la televisión en abierto?

La 2 era en abierto, pero sí: desde luego no se tiene una tradición de apostar por este tipo de formatos, por cosas un poquito más arriesgadas, y supongo que es por tener la garantía de que sean comerciales.

Por aquella época no os cortabais un pelo. No hay más que ver los sketches de El Payaso o vuestros testimonios. ¿Es cierto eso de que el humor se ha vuelto políticamente correcto, que nos autocensuramos más?

De unos años a aquí ha habido una corriente de autocensura, de corrección política, que llevamos arrastrando desde hace ya un tiempo. En la televisión en abierto y la generalista hay que tener mucho cuidado con lo que se dice y con lo que bromeas, pero está complicada la cosa. Es una de las causas por las que el humor se ha mudado a Internet, que es donde ahora se pueden encontrar propuestas arriesgadas y experimentales de humor, y donde hay un montón de gente nueva que está haciendo cosas interesantes.

¿Son malos tiempos para hacer humor, entonces?

Son malos tiempos para el humor, desde luego. Desde el momento en el que hay gente que cree que se puede ir a juicio por contar un chiste, no son buenos tiempos.

Desde el momento en el que hay gente que cree que se puede ir a juicio por contar un chiste, no son buenos tiempos para el humor"

Lo que parece evidente es que la realidad se presta cada vez más a la caricatura. ¿Hace falta un poco de humor de Albacete para, por ejemplo, calmar los ánimos en Cataluña?

Sí, sí. Viendo a los catalanes, el humor de Albacete (y en general) creo que es algo que les viene bien. Y en fin: más vale tomarse las cosas con humor, porque ahora tienen una buena papeleta por delante. 

Hablando de catalanes: ahora contáis con algunos sucesores en el género del humor surrealista como Venga Monjas, pero lo cierto es que no vemos a muchos cómicos de este tipo en el espacio mainstream. ¿A qué crees que se debe esto?

Yo creo que es porque el humor absurdo y el surrealista siempre exige más al espectador. El propio formato te lo pone más complicado, da más vueltas de tuerca y no es tan directo como otro tipo de humor. Esto hace que no sea tan mayoritario -y nunca lo ha sido-. Pero siempre ha habido ponentes del humor absurdo y surrealista como Faemino y Cansado, que son buenísimos y tienen un público fiel; que pasan los años y ellos siguen actuando en directo y llenando los sitios. Lo mainstream es algo complicado.

¿Aspiras a hacer ese tipo de humor mainstream?

Yo sí. Cualquier humorista, en realidad, a lo que aspira es a hacer reír al mayor número de gente posible. O cualquier persona: tú cuando cuentas un chiste en una habitación buscas que se ría toda la gente en ella, no dos. Yo tengo un tipo de humor que es personal y que a veces es raro, pero otras veces no tanto. Por ejemplo, estoy en una serie como 'La que se avecina', que aunque no la calificaría de mainstream, porque corre riesgos, es para el gran público.

¿Crees que se te juzgó por 'pasarte' a ese tipo de humor?

Si lo hicieron, yo no me enteré, eso desde luego.

Teníamos unos fans muy radicales, cualquier cambio que hacíamos no les gustaba"

¿Consideras entonces que has cambiado de registro?

Yo sigo haciendo lo mío, pero creo que la gente ya me conoce más; a mí y a algún compañero ya nos dan la mejor acogida y saben del palo que vamos. Es como cuando conoces a alguien: al principio no le pillas mucho, pero al cabo de un tiempo ya te ríes con sus gracias.

Tras La hora chanante llegaron otros éxitos como la propia Muchachada Nui, pero también propuestas que no terminaron de cuajar en términos de audiencia como Museo Coconut. ¿Se agotó la fórmula?

No sé si la fórmula se agotó, pero Museo Coconut era una cosa diferente. Es una serie que ahora se puede revisar y para la que pensamos con las herramientas que teníamos en La hora chanante. A los fans no les gustó mucho: teníamos unos fans muy radicales, cualquier cambio que hacíamos no les gustaba. Creo que eso fue lo que pasó, pero de todas maneras fue una experiencia de aprendizaje acojonante. 

A más de uno le gustaría ver el regreso del equipo chanante. ¿Te ves desenterrando al Gañán o ya no hay vuelta atrás?

Sí, claro. Si existe la posibilidad de hacer un especial o algo puntual...

¿Y recuperar el programa?

Volver a lo que hacíamos antes es una cosa muy difícil. Formaba parte de una época en concreto y de un momento vital que todos dejamos atrás.

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