Felipe González concedió una entrevista a Jordi Évole en La Sexta en la que hablaron de su trayectoria política y de los temas de mayor actualidad pero también de aspectos de su vida personal, hasta entonces desconocidos.
El expresidente del Gobierno, que acaba de cumplir 80 años el pasado 5 de marzo, no suele ser dado a hablar de su vida privada pero en ‘Lo de Évole’ profundizó en temas como el hablar de su faceta como padre.
Felipe González tiene tres hijos: María, una abogada de 44 años, David, un pintor de 52 años, y el primogénito, Pablo, fotógrafo. Los tres son fruto de su primer matrimonio con la exdiputada Carmen Romero, su primera mujer, con la que estuvo casado de 1969 a 2008.
La expolítica y sindicalista, que tuvo que sacrificar gran parte de su vida por la presidencia de su marido, se enteró por una fotografía de que el expresidente tenía una relación con Mar García Vaquero, la segunda esposa del político, con la que se casó en 2012 y está en la actualidad. Carmen nunca se lo perdonó y desde entonces no tienen buena relación.
Felipe González confiesa que no ha sido un buen padre
González habló de su infancia, se definió como un niño “bastante normal”. “No he sido un buen estudiante. Me gustaba estudiar para aprobar y estar mucho en la calle. Y tampoco he tenido una juventud en el sentido en el que se entiende ahora”.
A su padre le definió como una persona “muy silencioso por su experiencia en la guerra civil” y a su madre como alguien “muy alegre, despierta y emprendedora”. “Tenía una relación muy entrañable con mi madre, me divertía mucho con ella”, señaló en el programa de Évole.
Una relación muy diferente a la que él tuvo con sus tres hijos. Cuando Évole preguntó si cree que ha sido "un buen padre", respondió rotundamente: “No. Creo que he sido un padre que quiere mucho a sus hijos, pero buen padre significa dedicar mucho tiempo a los hijos, cosa que no he hecho”.
El sevillano piensa que les ha podido fallar en alguna ocasión, sobre todo en el terreno más personal: “Desde el punto de vista personal, seguro. No hay más explicaciones”.
Después señaló que pensaba celebrar su 80 cumpleaños de una manera especial y diferente. “Voy a hacer una comida con mis hijos. Además, será una novedad, será la primera vez que coma con los tres. Cuando estaba en el Gobierno, a veces, coincidíamos en la cena, pero comer así, hacer una comida, será la primera vez”, señaló dejando a Évole asombrado.
Le confiesa a Évole cómo es como pareja
El catalán le preguntó después si había sido un buen marido, a lo que el expresidente respondió: “Creo que no soy una pareja difícil. Soy respetuoso, tolerante, creo que la gente necesita su espacio, etc”.
Felipe habló del paso de los años. “Yo no tuve conciencia de la edad hasta que tuve 60 años. Ahora me veo viejo, es una vejez distinta. No me veo de la tercera edad. La vejez empieza cuando tu cabeza se resigna y mi cabeza no para, está permanentemente activa”, señaló.
Habla de la muerte
Cuando Jordi le preguntó si había pensado en su epitafio, él dijo que no y señaló que no quiere “un ritual”. Lo que quiere cuando llegue su muerte es que lo incineren.
Évole siguió indagando en el tema de la muerte: “Pero usted va a tener un entierro de exjefe de Gobierno”, le dijo, a lo que Felipe bromeó diciendo: “Encargaré que no lo hagan”. “Te lo encargaré a ti”, añadió.
González confesó que no piensa en su muerte. “La muerte es un hecho natural. Le damos demasiada importancia. Está bien que hablemos de los 80 años, pero vamos a esperar a otra ocasión para hablar del final. Yo hablo de estas cosas, pero no así”, señaló Felipe queriendo dar por acabo este tema.
Sin embargo, desveló que hay algo a lo que tema más que a la muerte, cuando hay un deterioro del cerebro y “el cuerpo aguanta”. “El deterioro de los órganos que componen al ser humano con la edad es inexorable”, indicó.
“No sé si es un consuelo, porque cuando el cuerpo está muy deteriorado y el cerebro muy lúcido, el cerebro te hace ver tu deterioro”, explicó. Después reconoció: “Sí me da miedo una demencia o un alzheimer”.
Llevo tomando una pastilla 40 años. Probablemente me hubiera venido ayuda psicológica
Felipe González también aseguró que se siente “prisionero de la imagen” que siempre se ha tenido de él y ha reconocido que la soledad del poder “es muy agobiante y la política es inhumana porque es una obra inacabada”.
“Nunca tuve ayuda psicológica y probablemente me hubiera venido bien: llevo tomando una pastilla para dormir durante 40 años”, confesó.
Sobre la guerra Rusia-Ucrania y Putin
El expolítico también habló del tema de mayor actualidad, la guerra de Rusia contra Ucrania. Felipe lo tachó como “un horror de otra época” y vaticinó: “Vladímir Putin acabará arrasando Ucrania, no tiene límite”.
Después describió al presidente ruso como una persona que “se parece más a la figura de Hitler que a la de Stalin” y advirtió de los “hijos de Putin por el mundo”, más allá de Moscú.
El político socialista calificó a Putin como un “autócrata con capacidad totalitaria de dominio del poder, que no tiene opinión pública y que machaca al pueblo que lo considera indefenso porque tiene mucha superioridad en armamento y medios humanos”.
Después añadió: “Y tiene una dramática inferioridad en el compromiso de la gente que manda con lo que hace”. Felipe señaló que tras la guerra “va a haber un cambio en la realidad internacional importante”.
“Putin no quiere que Ucrania sea neutral, quiere neutralizarla. No es lo mismo. Quiere que sea tan neutral que no pueda decidir sobre su destino”, criticó.
González consideró que esta guerra provocará “que Ucrania consolide su identidad como nación independiente, tarde lo que tarde”.
Además, sentenció: “Esta guerra ya nos está afectando. El precio de la energía no va a flexionar a la baja, lo hará al alza. Y el impacto de la inflación va a ser más permanente”.
Felipe compara a Isabel Díaz Ayuso con Donald Trump
En cuando a la política nacional, opinó sobre la crisis interna del PP, que ha acabado con la salida de Pablo Casado.
Felipe González habló de Isabel Díaz Ayuso, a la que comparó con Donald Trump: “Es un poco esa línea. No me atrevo a definirla. Solo me imagino cómo sería su opinión, participación o decisión en uno de estos consejos de la OTAN o consejos europeos de la crisis de Ucrania. Y me cuesta encajarla”.