Llevaba días sin noticias de ella. Pero mi amiga enfurecida siempre vuelve. Más aún cuando la televisión patria regala tantos y tantos momentos elegibles para la antología del disparate. La verdad es que casi cada noche hay motivos para que me telefonee y discutamos sobre esos instantes impagables, aunque en esta ocasión me sorprendió más que de costumbre por el motivo de la llamada.
- Querido, ¿has visto lo que acabo de ver en Cuatro?
- Creo que no he tenido esa suerte.
- Un personaje antivacunas tremebundo discutiendo en directo con el presentador. Ha sido como surrealista. El tipo parecía venido de Marte. Qué individuo. Qué barbaridades decía. Lo veía y no me lo podía creer.
- Yo es que creo que ahora mismo todo es posible en televisión. Ya nada me asombra.
- Para asombroso, lo de la entrevista en La Sexta al estafador. Creo que le llamaban algo así como "El timador del amor". Un tal Albert Cavallé sin más mérito que acabar de recibir una condena de tres años y medio de cárcel por estafa a su expareja, a la que además tendrá que indemnizar con 70.000 lereles.
- Esto confirma que cualquiera es susceptible de aparecer en televisión sean cuales sean sus méritos o hazañas.
- Lo peor no es que apareciera, es la entrevista que concedió junto a su abogado. Otro momento surrealista. Hacía muecas y burlas mientras los estaban entrevistando. Insultaba. Estaba como encolerizado y al mismo tiempo de cachondeo.
- Repito que ya nada me asombra. Lo que me lleva a preguntarme dónde carajo está la responsabilidad de los medios a la hora de elegir a sus invitados. Alguien en cada programa debe revisar y cribar a qué personajes se les da voz.
- Pensaba que eras contrario a cualquier tipo de censura.
Una cosa es que cualquier persona, por monstruosos que sean sus actos, sea entrevistable. Y otra cosa es dar pábulo a frikis que no aportan nada. La diferencia se llama relevancia
- Y por supuesto que lo soy. Pero es que no te hablo de censura. Te repito que hablo de responsabilidad. No todas las opiniones son válidas. No todos los personajes son aceptables. Una cosa es que yo crea que cualquier persona, por monstruosos que sean sus actos, sea entrevistable. Y otra cosa es dar pábulo a frikis que no aportan nada. La diferencia se llama relevancia. ¿Qué tenía que aportar el estafador? ¿Y el antivacunas que parecía sacado de otro planeta?
- Ahora es cuando vas a volver a lo de siempre y me vas a soltar que, por ejemplo, no deberían aparecer ni un minuto en televisión gente como los concursantes de La isla de las tentaciones.
- No. Para nada. En televisión hay géneros diferentes. Una cosa es la información pura y dura y otra es el entretenimiento, por friki o absurdo o de mal gusto que me pueda parecer. Quiero decir que en un programa de entretenimiento como el tentadero, por ejemplo, hasta puede soportarse que un tipo haga comentarios machistas, como ocurrió el otro día. Al cabo, él solito se retrata y las críticas a sus palabras hasta contribuyen a desterrar determinados mensajes de la vida pública. Pero en programas que se dicen serios es obviamente preferible dejar fuera a determinados personajes que lanzan discursos insostenibles.
- ¿Y darles la posibilidad de hablar no es la mejor forma de que ellos mismos se definan, incluso que se caricaturicen?
- ¿Caricaturizar? Ese es el problema. Mira, se puede ser un tipo condenado por estafa pero que tiene algo interesante que decir en su defensa. Y se puede ser antivacunas con unos argumentos que al menos parezcan serios. Entrevistar a gente así es adecuado, porque es relevante y abona el debate público. El problema, te repito, es escoger a frikis que no son más que caricaturas de sí mismos. Así el debate solo se empobrece. Y todo queda en anécdotas que desaparecen a la misma velocidad que se viralizan.
- Vaya chapa me estás dando, querido.
- Son los matices, querida, los matices.
- Muy bien, pero a matizar a otra parte, que tengo que ver un resumen de La isla de las tentaciones.
- No tienes remedio. Adiós