Televisión

El nada inocente thriller de Netflix donde brilla Mario Casas

Durante demasiados años demasiados medios han sido demasiado duros con Mario Casas. Demasiado se le ha atacado con el argumento de que es un guaperas fibroso pero un mal actor

Durante demasiados años demasiados medios han sido demasiado duros con Mario Casas. Demasiado se le ha atacado con el argumento de que es un guaperas fibroso pero un mal actor que para colmo no habla bien. Ahora, recién ganado el Goya como mejor actor por su papel en No matarás y tras destacar en otras películas como El practicante, Hogar o El fotógrafo de Mauthausen, parece que ese sambenito va desapareciendo. Su papel en la serie El inocente confirma sus dotes como actor más allá del músculo.

Por paradójico que suene, esta serie de Netflix es de todo menos inocente. Estamos ante un thriller cuyos argumentos son los inacabables giros en la trama, la sordidez de todos los personajes, el buen trabajo del reparto y la dirección de Oriol Paulo, cuyas obras responden siempre al adjetivo de inquietantes. En este caso adapta una novela homónima de otro creador inquietante y argumentos laberínticos como Harlan Coben, cuyas obras se han adaptado ya en otros países.

En realidad, nada es lo que parece en un primer momento, incluidas las identidades de los personajes. Caminos inesperados que transitar para poder encajar las piezas de un puzle que por momentos quizás resulte demasiado enrevesado

Esta ficción empieza contando la historia de un joven, interpretado por Casas, que entra en la cárcel por mala suerte, que consigue reinsertarse felizmente y que, de pronto, se ve envuelto en una turbia historia de venganza, sufrimiento y violencia que amenaza con destrozar su vida por segunda vez. Pero la trama, en realidad, es mucho más compleja de lo que parecía. En realidad, nada es lo que parece en un primer momento, incluidas las identidades de los personajes. Caminos inesperados que transitar para poder encajar las piezas de un puzle que por momentos quizás resulte demasiado enrevesado.

El recurso de que al inicio de cada capítulo uno de los personajes narre en primera persona quién es ayuda generalmente a clarificar las cosas, pero también a enturbiarlas más en algunos momentos. Esa maraña de personajes y subtramas que convergen en la misma historia genera -insisto- una confusión permanente que hace las delicias de los amantes del suspense (como servidor) y que engancha pero que también puede ahuyentar a otro tipo de espectadores. Se nota la mano de Paulo detrás de la cámara, porque es un experto en montar visualmente estos rompecabezas.

Literalmente no puedes dejar de verla. Necesitas saber no sólo cómo acaba sino también cómo empezó, por así decirlo

La intensidad se mantiene durante los ocho capítulos, si bien hay algunos altibajos lógicos y algunos secundarios entran y salen sin explicación. Pero en todo momento brilla un Mario Casas que es el epicentro involuntario de la historia y que, sorpresa a sorpresa, va mostrando claroscuros que se mantienen hasta el final. Brilla Mario Casas como protagonista pero también brillan a su lado Aura Garrido -camaleónica-, José Coronado -¿qué hace mal este hombre?- o Alexandra Jiménez -perfecta si no fuera por esa peluca rubia-.

De tanto girar y girar, la trama va perdiendo verosimilitud, pero la emoción creciente de la serie compensa y hace olvidar los detalles que menos funcionan. Literalmente no puedes dejar de verla. Necesitas saber no sólo cómo acaba sino también cómo empezó, por así decirlo. Al final todas las incógnitas se despejan. Concluyes que te has bebido una gran serie protagonizada por un gran actor. Y te preguntas, ya de paso, qué diantres es la inocencia, si es que existe.

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