Opinión

Un espectáculo grotesco

Por fin ha pasado el Festival de Eurovisión, un espectáculo grotesco. Telebasura para consumo de las masas más entontecidas y, en la presente edición, un circo woke que desprendía un hedor antisemita escandaloso. Tan escandalo

  • Eden Golan, representante de Israel en Eurovisión -

Por fin ha pasado el Festival de Eurovisión, un espectáculo grotesco. Telebasura para consumo de las masas más entontecidas y, en la presente edición, un circo woke que desprendía un hedor antisemita escandaloso. Tan escandaloso, que me hizo regresar al Diario de un desesperado de Friedrich Reck. Ningún libro que yo conozca, a excepción de Quiero dar testimonio hasta el final, de Víctor Klemperer, trasmite mejor el clima de odio al judío que se propagó por Europa en los años previos al ascenso del nazismo. El mismo clima de degradación moral que vivió Reck y que envenenó Europa, renace hoy, con la diferencia de que esta vez el veneno proviene del antisemitismo musulmán, no del germánico. Ayudado por la ignorancia, la estupidez, la vileza y la ceguera que producen las legañas socialdemócratas en la comunidad política y las élites universitarias e intelectuales europeas. Ciegas ante el sucio ventarrón islamo–teocrático que se cierne sobre Europa.

“Me asfixia verme prisionero de una horda de monos perversos, y me devana los sesos el eterno enigma de este mismo pueblo, que hace unos años velaba tan celosamente por sus derechos y que de la noche a la mañana se ha hundido en este letargo, en el que no sólo tolera el dominio de los inútiles de ayer, sino que además, para colmo de vergüenza ya no está en condiciones de percibir como ignominia su propia ignominia…”

Reck hablaba de los alemanes, el nazismo, y de sus legiones de ovejas cómplices. Pero. Creo que este párrafo hunde su dolor, su espanto, su estupor y su frustración tan profundamente en la naturaleza del hombre, que alcanza con iluminadora limpieza nuestra actualidad, amenazada por el nazismo islamo–teocrático.

El Festival de Eurovisión de este año fue un aquelarre woke, y el epicentro de una inmunda campaña antisemita. Campaña que contó con la aquiescencia, qué digo, la aprobación, de los medios de comunicación abducidos por su propia naturaleza circense, ¡y de ministros españoles! que se esforzaron por otorgar rango de superioridad moral progre, a la basura propagandística de Hamás. Por otro lado, también fue un espectáculo trágico. Era como asistir a un encierro de ovejas que bailotean y aplauden a la jauría de lobos que, pacientemente, aguarda la hora de cortarles el cuello.

En una competición en la que participaba una cantante estupenda que, al margen de su talento, fue un ejemplo de profesionalismo, arte, elegancia, decoro e integridad. Me refiero, es obvio, a la representante de Israel

La cosa Eurovisión se celebró en Malmö, una ciudad invadida por el Islam como hizo evidente el deplorable y bien organizado acoso a la delegación de Israel. Menos mal que ese país mandó al Mossad, o a sus fuerzas especiales, para proteger a la delegación israelí, si no a saber qué podría haber ocurrido. Un aquelarre woke, como digo, en el que si no eras al menos “fluido” o “no binario” (expresiones de la neolengua progre de inspiración nazi–comunista) no tenías posibilidad de ganar. Basta ver al adefesio que triunfó. Creo que se llama Memo, pero no estoy seguro. Esto, en una competición en la que participaba una cantante estupenda que, al margen de su talento, fue un ejemplo de profesionalismo, arte, elegancia, decoro e integridad. Me refiero, es obvio, a la representante de Israel.

Mientras esto sucedía en Suecia, en España el antisemitismo institucional se disparaba a tales cumbres que el Museo Reina Sofía organizó un evento titulado Desde el río hasta el mar: lema de Hamás que reclama la desaparición de Israel, es decir que llama al exterminio de la población judía. ¿No es eso apoyar un nuevo holocausto? A mí me lo parece. Pero. Es algo que debería aclarar el Museo Reina Sofía. ¿No?

No hay nada independiente de Hamás en Gaza, por tanto cualquier información que provenga de “autoridades o entidades palestinas” es información proveniente de Hamás

Vivimos en una época boba y fofa que valora mucho el cretinismo correcto e identitario, que es territorio abonado para la pereza intelectual, el pensamiento grupal, la ignorancia, la incuria, la cobardía, la censura, la vileza y la infamia. Véase, como prueba sangrante, la ONU, convertida en vocero de los terroristas de Hamás. No hay nada independiente de Hamás en Gaza, por tanto cualquier información que provenga de “autoridades o entidades palestinas” es información proveniente de Hamás. Tomarlas por buenas y repetirlas, es colaborar con la banda terrorista islamista y ayudar, de manera crucial, a imponer su propaganda anti judía y anti democrática. Las democracias islámicas no existen. Son términos antagónicos.

Pero, regresemos a la cruda realidad de la batalla de la civilización contra la barbarie. Quedan cuatro batallones de Hamás en Rafah, usando a la población civil como escudos humanos. No habrá paz ni orden ni normalidad para la población de Gaza hasta que estos asesinos religiosos, adalides del oscurantismo, sean derrotados. Israel debe tomar Rafah, ya.

El genocidio del que tanto se habla estos días no está teniendo lugar en Gaza sino en España. Se trata de un genocidio mental (a cargo del progresismo en el Poder y sus medios comprados) cuyo objetivo es convencer a los ciudadanos españoles de que el Bien es el Mal y el Mal el Bien. Y conseguir así anular su capacidad de percibir como ignominia su propia ignominia.

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