Política

Moncloa se prepara para el regreso a España de Puigdemont tras las elecciones catalanas del 12-M

Los socialistas admiten en privado que el expresidente catalán ha ganado "notoriedad" en los últimos meses y temen un escenario de bloqueo que impida a Illa gobernar

  • Pedro Sánchez junto a Carles Puigdemont -

Moncloa se prepara para el regreso a España de Carles Puigdemont siete años después de su fuga tras las elecciones catalanas de este domingo 12-M. Las fuentes consultadas en el núcleo duro de Pedro Sánchez dan total verosimilitud a la intención del expresidente catalán prófugo de la Justicia de pisar suelo español cuando el Parlamento catalán, ya constituido, se disponga a investir a un nuevo presidente. Para entonces, según los cálculos del Ejecutivo, la amnistía ya estaría aprobada. Y el líder de Junts podría cruzar la frontera sin problema alguno. En teoría.

"Mi regreso no puede ser un acto al servicio de una estrategia electoral ni un acto de provocación. Solo volveré a Cataluña el día del debate de investidura. El acto de retorno de una presidencia es de país, no de partido. Tiene que tener sentido institucional”, dijo en una entrevista en Rac1 a principios de abril. Tras las elecciones, el Parlament tiene 20 días hábiles para celebrar la sesión constitutiva, lo que da margen hasta el 10 de junio -contando como inhábil el festivo de la Segunda Pascua-, justo un día después de las elecciones al Parlamento Europeo, previstas para el 9 de mayo. Una vez formado el nuevo hemiciclo, hay 10 días hábiles para celebrar la primera investidura. Si se apuraran plazos, el último día para celebrar la primera sesión sería el 25 de junio, después de San Juan.

Los socialistas admiten en privado que el expresidente catalán ha ganado "notoriedad" en los últimos meses y temen un escenario de bloqueo que impida al candidato del PSC, Salvador Illa, gobernar. Los sondeos internos de Ferraz, según ha sabido este diario, apuntan a una subida de Junts. Los independentistas terminan la campaña muy cerca del PSC en intención de voto y en escaños. Y, por eso, los socialistas recelan de un parlamento que puede ser 'imposible'. Y es que no ven a Puigdemont apoyando a Illa. "Si acaso, una abstención", explica una fuente de peso en Moncloa. El problema es que eso solo se producirá si a Puigdemont se le derrota en las urnas.

Una "argamasa" que ate al Junts y al PSC

Hace tiempo que el PSC trabaja en un escenario de colaboración con la derecha independentista catalana. La idea de algunos dirigentes, según ha sabido Vozpópuli, es establecer una especie de sinergia similar a la que gobierna el País Vasco, donde el PSE y el PNV cohabitan en el gobierno de Euskadi. El propio presidente del PNV, Andoni Ortuzar, lo recomendó recientemente en una entrevista en El Nacional. El líder del Euzkadi Buru Batzar (ejecutiva) aboga porque Junts y PSC “trabajen en la argamasa” que permita un acuerdo en el futuro.

El problema para el PSC, según el relato de fuentes de su ejecutiva, es el expresidente catalán. "Sería interesante explorar esa colaboración, aunque me temo que Puigdemont es un impedimento para eso", sintetizan. Por eso el empeño de Moncloa es que el expresidente catalán caiga derrotado. El objetivo es que Junts y el independentismo colapsen este domingo. Así, el presidente del Gobierno podrá ganar una pieza clave en el tablero para seguir en Moncloa.

La amnistía cocinada por Sánchez ha servido para potenciar la pelea entre los independentistas. El asunto está reñido porque los sondeos sitúan a los de Carles Puigdemont por delante de ERC, el partido que gobierna en estos momentos Cataluña. El efecto 'Puigdmeont' ha hecho su trabajo para movilizar a los parroquianos independentistas y ha levantado las expectativas electorales de los posconvergentes, que no tenían un candidato claro más allá del prófugo de la justicia. Esa es la lectura que hacen en el núcleo duro de Sánchez. "Si no se presentara, no tendrían esos resultados", zanjan.

"Si somos primera fuerza como todo apunta y ellos no suman..."

En Moncloa dan por descontado que ERC mirará a Illa si queda en segunda posición. Pero si no lo hace, tendrá "una papeleta", como explican en Moncloa. Y todo porque los republicanos entonces serán presa fácil del relato de la traición a la causa por la estelada. Por eso, el Gobierno de Sánchez ve con mucho mejores ojos que ERC gane la pelea en el universo independentista. Otro de los elementos que se analizan en el Gobierno es la transferencia de voto. Las encuestas a las que tiene acceso Moncloa observan que el PSC está recibiendo apoyos transversales. Pero el empuje de Junts en las últimas jornadas ha sido importante.

En Moncloa y en Ferraz están nerviosos. Una nueva mayoría independentismo constituiría un jaque mate a la política de apaciguamiento de Sánchez y que en los últimos años ha implicado una serie de decisiones polémicas: los indultos a los dirigentes del procés encarcelados; la rebaja del delito de malversación; el borrado del delito de sedición y la articulación de una ley de amnistía para el resto de independentistas pendientes aún de juicio, como el propio Puigdemont. Además de la compra del relato de una justicia conspiranoica con intereses políticos que practica 'lawfare'.

El radar demoscópico del Ejecutivo sigue dejando a Sánchez con las mismas dudas. Parece que su ínterin reflexivo con amago fingido de dimisión no ha movilizado voto para los socialistas catalanes. Todo parece indicar que Junts, ERC y la CUP -los tres partidos secesionistas- no lograrán los 68 escaños que dan la mayoría absoluta en la Cámara catalana. "Pero hay que verlo", explica una fuente del núcleo de confianza del presidente del Gobierno, que zanja: "Si somos primera fuerza como todo apunta y ellos no suman, ellos [los independentistas] no pueden reprocharnos nada".

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