La Audiencia Nacional ha condenado a cinco años de cárcel a Izzaddine Boutiba, detenido en diciembre de 2018 en Vitoria, y que ejercía como presidente de la asociación argelina, por instruir en el marketing informático a otra joven, que en realidad era un agente encubierto, para ayudar en este sector al Daésh.
En la sentencia, los magistrados de la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal establecen que, una vez transcurridas las tres cuartas partes de la condena, Boutiba será expulsado de España con prohibición de regresar durante durante ocho años.
Los hechos probados relatan que un agente encubierto informático, identificado con el perfil "Amira Chafchaf", y que estaba investigando otro asunto recibió en abril de 2018 un saludo del condenado a través de las redes sociales.
Entablado el primer contacto, explica la Sala, "Amira" le manifestó estar preocupada porque una amiga suya mayor se había ido a Siria (Sham) y ella había pensado en ir allí o enviarle dinero.
Sin embargo, el acusado disuadió a "Amira" y la intentó persuadir para que se convirtiera en "una profesional del marketing digital", porque esto sí que era "ayuda verdadera" a la causa yihadista.
De esta forma le insistió en querer prepararla para que aprendiera "a moverse, manejar Internet, idiomas, programación, ser camello (llevar cosas de un punto a otro) o hacer cursos de informática".
"Volver a construir un estado islámico"
La sentencia apunta que el acusado entendía que "era necesario preparar a otros y ella sería uno de ellos, con un puesto en el sector de prensa, informática y programación porque su objetivo era ayudar a volver a construir un estado islámico como era en la época del profeta".
Al propio tiempo que Izzeddine le instruía en que la mejor forma de ayudar a combatir a los infieles era profundizando en la religión y adquiriendo conocimientos de marketing digital e idiomas, le insistía en borrar el contenido de las conversaciones que ambos mantenían a través de las redes sociales por estar muy controladas, pasando a otros sistemas de comunicación más seguros.
La resolución recoge que Izzeddine insistía a "Amira" en que dejara a su madre y se fuera a Vitoria -donde él residía y ejercía como presidente de la Asociación Argelina del País vasco- con la intención de casarse y vivir de una pensión del Gobierno vasco de 1.100 euros, como la que el propio condenado recibía.
Una vez allí, le enseñaría religión, idioma y marketing digital "y entonces empezaría su verdadera ayuda, porque había muchas formas de ayudar y cada uno sirve de su forma".
Hasta que eso ocurriera, explica la sentencia, le mandó una lista de lecturas de algunos sabios religiosos con objeto de que se fuera formando en la doctrina salafista.
La Sala concluye que la intención del acusado era "captar a su interlocutor para la causa yihadista a través de su formación en profundidad de contenido religioso violento y extremista tras una formación profesional útil y diversa en campos del mundo digital coherente con una de las vías de implantación del yihad violento contra los que no participan de tales ideas".