España

Sevilla, Oviedo, Úbeda o Valencia: los españoles abuchean e increpan al Gobierno de Sánchez allá donde pisa la calle

El presidente y sus ministros han tenido varias citas públicas en las últimas semanas y en ellas han sufrido percances de algún tipo con la ciudadanía local

Pedro Sánchez y su equipo de ministros han decidido, durante las últimas semanas, 'bajar al barro' y acudir a actos abiertos, en cierto modo, al público. Una estrategia que ha acabado con un resultado devastador: todos ellos, de una forma u otra, han sido insultados o abucheados. El caso más reciente es el del presidente, que visitó en Oviedo el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y tuvo que escuchar un "por siete votos tienes el culo roto" por parte de un anónimo.

Una situación muy similar a la que vivió el presidente en Dos Hermanas durante una visita a las obras de una promoción de viviendas sociales. Los propios obreros abuchearon al presidente durante su discurso. Horas antes, en el barrio hispalense de Pino Montano, sufrió pitos y abucheos por parte de algunos presentes.

Una situación que no solo vive el presidente del Gobierno, sino también sus ministros más cercanos. Es el caso de María Jesús Montero, que acudió a la Feria de Sevilla como un español más. Lo que quizá no esperaba es que algunos asistentes le increparan: unos jóvenes se acercaron a la vicepresidenta para llamarla "traidora de los españoles", a lo que la ministra de Hacienda respondió un "¿por qué?".

El 'superministro' Félix Bolaños tampoco tuvo una grata recepción en su visita a la Ciudad de la Justicia de Valencia. El pasado miércoles, los funcionarios de la institución junto al Sindicato de trabajadores de la Administración de Justicia y Comisiones Obreras le recibieron entre abucheos y una sonora cacerolada. También hubo pancartas con las reivindicaciones que hacen los profesionales del sector.

Mientras Sánchez o María Jesús Montero sí respondieron a las críticas, el ministro de Justicia decidió ignorarlas por completo. Un hecho que enfadó todavía más a los manifestantes, que ya tenían una 'sorpresa' preparada para el acto: dos personas se levantaron para gritar "Justicia solución, ministro dimisión".

Otro de los ministros mal recibidos por los presentes fue Fernando Grande-Marlaska. El dueño de la cartera de Interior acudió al acto de jura de bandera de la 129 Promoción de la Escala de Cabos y Guardias de la Academia de la Guardia Civil y también tuvo un recibimiento incómodo, ya que fue recibido con un abucheo impropio de un acto de este tipo.

Marlaska se encuentra en el centro de la diana desde hace meses para las principales asociaciones de la Guardia Civil y Policía Nacional por no dar equipamiento suficiente a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, una situación que ha empeorado después de que una narcolancha asesinase a dos guardias civiles en la costa de Barbate. En el acto, celebrado en Úbeda, hubo también pitos e insultos hacia el ministro, que aguantó el chaparrón como pudo.

Presión sobre Sánchez

Pedro Sánchez convive con el abucheo y el insulto cada vez que pone un pie en la calle. De ahí que en los últimos tiempos, el presidente del Gobierno haya escogido pabellones cerrados para evitar someterse al juicio público. A estos últimos actos, se suman otros en los que el presidente del Gobierno ha sufrido el rechazo de la población.

Ocurrió durante la presentación de su libro, 'Tierra Firme'. El presidente fue increpado por un grupo de personas a su entrada y salida del Círculo de Bellas Artes. Un hecho similar al que vivió en la capilla ardiente de Concha Velasco. En secretario general del PSOE atendió a los medios entre una sonora pitada: "Va a ser difícil hacer declaraciones, lamentablemente no me dejan algunos intolerantes", señaló por entonces el presidente.

Los malagueños también mostraron su indignación el pasado noviembre cuando salió a la luz que negociaba una amnistía con los partidos independentistas para conseguir ser investido. Alrededor de un millar de personas obligaron a que el presidente del Gobierno permaneciese encerrado en un hotel de la ciudad, donde se celebraba la Internacional Socialista, por las protestas. Al día siguiente, el presidente sí pudo llegar al Palacio de Congresos malagueño, pero se topó de nuevo con cientos de manifestantes que esperaron a su llegada.

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