Son ocho días en los que se decidirá todo. La recta final hacia la cuarta cita con sólo en cuatro años. No habrá banderas en las calles ni carteles con las caras de los candidatos para el 10 de noviembre. Serán contados los tradicionales mítines de gran aforo. Y en los cuarteles generales de los partidos preocupa cómo frenar la desmovilización de un electorado al que llevan cuatro años bombardeando con las mismas propuestas y donde primero se coló Vox y ahora ha irrumpido Íñigo Errejón.
Tras la repetición electoral de 2015, los partidos acordaron cambiar la ley para acortar la campaña a una semana. Pero tras once meses de mensaje político de alta intensidad, ¿se puede esperar alguna sorpresa durante los últimos ocho días de oro? “Yo creo que no”, responde la consultora Verónica Fumanal. “Hay una gran parte del electorado que no sabe si tiene que ir a votar porque no se siente concernido. Así que creo que el gran reto de estas elecciones es sacar a la gente de la no participación”, prosigue.
En efecto, los sondeos que manejan a diario los partidos -los famosos tracking-, así como la batería de encuestas de las empresas demoscópicas para los medios de comunicación alertan sobre ese riesgo. “Aunque probablemente haya menos indecisos que en abril, los indecisos que haya serán muy selectos y de mucha calidad en algunas fronteras de voto; por ejemplo, entre PSOE y Más País o entre PSOE y Podemos y entre Ciudadanos y PP”, comenta el consultor Antoni Gutiérrez Rubí. “Es a esos electores indecisos dentro de cada bloque donde el debate y la campaña oficial va a jugar un papel clave”, añade.
Aunque para el politólogo del CSIC Pepe Martínez-Albertos, “la novedad es que la apatía de algunos votantes no va a estar tan concentrada en la izquierda como otras veces”. “Ahora el centro-derecha, sobre todo Ciudadanos, está perdiendo votos hacia la abstención”, remarca. De ahí que Albert Rivera esté recorriendo estos días plazas de la denominada España “vacía”, donde consiguió una notable mejora de escaños tras las generales del pasado 28 de abril. Ahora, el reparto de los restos puede hacer estragos.
Desde el partido naranja evitan dar pistas sobre la estrategia que seguirán durante la última semana de campaña. Aunque su intención es ir in crescendo. Por ello no se descarta un posible golpe de efecto final antes de la cita con las urnas. De momento, el líder naranja levantó su veto hace escasamente una semana al pacto con el Partido Socialista de Pedro Sánchez con tal de evitar una nueva repetición del bloqueo político. La cuestión es si ahora darán los números sólo con ellos.
Quienes parecen tener claro su campaña son los miembros de Unidas Podemos, que se han encontrado en frente con un rival nacido en su propio seno y que puede dividir el voto de sus bases. “Creo que la estrategia de no confrontar con Errejón está siendo inteligente”, considera Fumanal. La formación morada ha diseñado una campaña sin grandes actos y mucho más centrada en los problemas concretos de cada territorio, con encuentros reducidos del candidato con colectivos afectados por alguna problemática específica.
Eso sí, el gran eje discursivo será mostrarse como el freno a una eventual gran coalición del PSOE con los partidos como Ciudadanos o el PP. Un eje que tampoco se distingue mucho del marcado por Vox. El partido de Santiago Abascal, que logró reunir a 12.000 personas la semana pasada en la madrileña plaza de toros de Vistalegre, tiene previstos actos por toda España de entre 500 y 2000 personas, trasladan desde la organización. Es quizás uno de los partidos que ahora mejor parece resistir al desgaste en los sondeos junto a un Partido Popular que se muestra al alza.
Los de Pablo Casado lo fían todo a la recuperación de la marca limitando al máximo la posibilidad de cometer errores de discurso. Todo con un viraje a la moderación que reclamaban varias voces dentro de sus propias filas. “La gente está muy cansada de las maniobras y ahora es más atractivo presentarse como alguien con capacidad de formar gobierno que con alguien que tiene unas preferencias muy duras y rotundas, inflexibles frente a los demás”, añade Martínez-Albertos.
Tras presentar este mismo viernes su programa electoral, en el partido de Errejón acaban de constituir el comité de campaña. Su principal objetivo, aseguran fuentes de Más País, es “devolver la moral al eje progresista”. Es decir, combatir la previsible desmovilización de la que alertan los expertos.
A falta de cerrar los flecos del diseño de campaña, lo que parece claro es que harán énfasis en una de las pocas novedades programáticas de este ciclo electoral; sus propuestas de transición ecológica de la economía y las propuestas medioambientales. En ella, Errejón tendrá un papel “central” y recorrerá todas las plazas donde han decidido presentarse. Pero será un campaña “con acentos diferentes”, recalcan desde el partido, a tenor de las alianzas tejidas con Compromís en la Comunidad Valenciana o con la Xunta en Aragón. No en vano, Errejón deberá potenciar su perfil ya que no podrá participar en el debate de candidatos de RTVE que se celebra el día 4 de noviembre.