Pablo Casado llevará a cabo una profunda remodelación en el alto mando de su partido una vez celebradas las elecciones del 26-M. Los barones le reclamaron autocrítica y cambios. Así, anunció su epidérmico 'giro al centro' y consumó el relevo de Javier Maroto por Cuca Gamarra ye Isabel García Tejerina como responsables de la campaña. Vendrán más. El líder del PP tiene previsto remodelar ampliamente la dirección nacional, con la incorporación de nuevos altos responsables así como la promoción de algunas personas que aparecen ahora en segunda línea.
No será una 'purga' al estilo de la realizada con las listas electorales, en las que se cambió a los número uno del 80 por ciento de las listas de las generales. Será un diseño más aquilatado, con la intención de ampliar su equipo, algo corto de efectivos, según se le reprocha con intensidad. Pocas personas están al tanto de los detalles de esta operación. Casado apenas lo confía a sus colaboradores más estrechos.
No será una 'purga' al estilo de la realizada con las listas electorales, en las que se cambió a los número uno del 80 por ciento de las listas de las generales
Se ignora incluso el proceso o el calendario. Es posible que Casado convoque un congreso extraordinario para relanzar a sus fuerzas y anunciar la nueva estructura. El presidente de los populares impulsó una Convención Nacional con perfil programático en la que se intentó diseñar un marco ideológico para las distintas elecciones. Fue una convención algo desmadejada, con muchas intervenciones de independientes y 'artistas invitados' y poco debate interno. Lo único reseñable de aquel cónclave fue la misiva que el presidente envió a los afiliados en la que se optaba por una PP liberal, centrado pero con importantes guiños a la derecha. Vox ya había mostrado sus fauces en Andalucía. Nada de aquello sirve ahora. Hay que reforzar las bases programáticas y, sobre todo, cerrar filas tras el terremoto sufrido.
Millonaria pérdida de votos
A su llegada a Génova, no tuvo tiempo Casado de ejecutar la gran mutación que precisaba un partido que se había dejado 3.5 millones de votos en las últimas citas electorales de Mariano Rajoy. Tan solo diseñó una cuadro directivo de circunstancias en el que tuvo que dar cabida a las distintas familias de la formación. Casadistas, sorayistas y gente de Cospedal se incorporaron a cargos de responsabilidad en forma algo improvisada.
Aún así, el PP perdió la mitad de sus votantes el 28-A lo que le obligará a tomar medidas de mayor ambición e importancia. Casado confía en aguantar el tirón, en obtener mejores resultados que en las generales, en retener el poder en algunas circunscripciones importantes, como autonomías históricas al estilo de Castilla y León, Rioja o Murcia, con la incógnita de lo que ocurra en Madrid.
"Si no se mueve, le mueven", dicen en su entorno, donde son conscientes de que hay en marcha alguna operación destinada a ejecutar un vuelco drástico en la dirección. Casado ya ha advertido a los críticos: "Me han elegido por cuatro años", y no se piensa mover. Las urnas decidirán. Mientras tanto, el presidente del los populares prepara el movimiento de fichas. Se trata de calmar las aguas internas y de mandar un mensaje de coherencia y liderazgo.
Todo se relajará si se logra un resultado razonable, dicen estas fuentes. Entonces Casado podrá ejecutar plenamente sus planes. Ha aprendido mucho en estos nueve meses que lleva al frente de la formación. Ha analizado comportamientos, ha detectado intenciones y, sobre todo, ya sabe con quiénes puede contar y con quiénes no. Después de esta doble cita electoral, el PP no será le mismo, porque España ya no es la misma.