Un debate a doble vuelta, así podemos definir los combates dialécticos que se ha celebrado en dos días consecutivos de los 4 candidatos. Faltaba Vox, pero también los grupos nacionalistas e independentistas, los grandes protagonistas de los debates por ser tachados de enemigos de la democracia por aquellos candidatos que los utilizan como arma arrojadiza contra sus adversarios. PSOE y Unidas Podemos hicieron de Vox uno de sus principales elementos de movilización contra el PP y Ciudadanos, en la misma dimensión y cantidad que Casado y Rivera lo hicieran utilizando a los independentistas. Los ausentes-presentes aparecieron ya en las primeras intervenciones, los grandes protagonistas.
La segunda vuelta del debate fue mucho más agresiva que la velada de la televisión pública. Los candidatos, conscientes de los errores cometidos, intentaron enmendarlos. Tanto Sánchez como Casado cambiaron la estrategia respecto del primer debate, sin embargo, Rivera e Iglesias simplemente enfatizaron las apuestas del debate de RTVE. El viraje más evidente fue el de Pedro Sánchez, que en pleno debate sobre economía y empleo, negó que tuviera un pacto con los independentistas, algo que le permitió al candidato naranja regocijase en el asunto que le es más cómodo, la cuestión catalana. Pablo Casado también corrigió el tono y la contundencia, que en la primera jornada había sido inadecuadamente bajo. El líder popular recurrió a los ataques clásicos ya utilizados por Rajoy: Venezuela como arma contra Iglesias y a la vieja guardia socialista para criticar los coqueteos de Sánchez con los independentistas.
Fueron los candidatos de Cs y UP los que más se gustaron en el primer debate, repitieron la estrategia, tono y argumentos. Rivera, muy satisfecho por el partido de ida, abusó de las mismas herramientas que le habían hecho destacar: interrupciones, golpes de efecto visuales, interpelaciones directas con los espectadores y ataques a diestro y siniestro para equiparar a rojos y azules. El orgullo del primer debate le condujo a olvidar la humildad de considerarse un socio necesario de Pablo Casado a autoproclamarse el “Presidente de las familias”, un cambio de registro de aquel que cree que la victoria del primer debate puede devolverle la posibilidad del sorpasso al PP. Pablo Iglesias también recuperó el repertorio de árbitro moderado, poniéndole la voz a los espectadores que consideran que entre excesos, descalificaciones y golpes de efecto había poca política y menos propuestas.
La anécdota más “memeada” en redes sociales fue el intercambio de textos entre Sanchez y Rivera, que, de forma malograda, rendía homenaje al día del libro
La anécdota más “memeada” en redes sociales fue el intercambio de textos entre Sanchez y Rivera, que, de forma malograda, rendía homenaje al día del libro. Rivera acusaba al líder socialista de mentiroso imponiéndole en su atril la tesis acusada de plagio. Sánchez le devolvía el golpe con el panfleto sobre Vox de Sánchez Dragó y Abascal. Sin duda, una novedad en los debates eso de penetrar en el espacio vital del otro y ocuparle el escaso atril del que disponen para llevar sus papeles y otros materiales de atrezzo, entre los cuales repetía el marco de Rivera. Nunca Lackoff tuvo una metáfora más visual de su teoría neurolinguistica del famoso “framing”.
Los candidatos presentes que echaban de menos a los ausentes tuvieron dos noches de prime time para convencer a todo aquel votante que a 5 días de las elecciones todavía no declara su voto, que no quiere decir que no lo tenga decidido. Según los estudios académicos sobre la influencia de los debates en EEUU, se calcula que entorno al 2% podría cambiar su voto tras un debate electoral. Pero, éstos no son solo los minutos en los que los candidatos se parapetan tras sus atriles como si fueran trincheras en una guerra dialéctica; un debate es también la gestión posterior de su celebración, los creadores de opinión, la agenda que queda marcada por los análisis posteriores. Quedan 5 días, 3 de campaña activa, quizás fueron los debates lo único destacable de esta rara campaña electoral. Quien sabe si despejó dudas o las generó.