Insólitamente, el PSOE sigue siendo la gran reserva moral de la política española. Cada despropósito de su plana mayor desata un clamor de esperanza entre las filas constitucionalistas, que creen ver en el carraspeo de un barón el síntoma inequívoco de que la ansiada refundación está en marcha. Poco importa la aversión del socialismo a vertebrar un proyecto nacional, refrendada una y otra vez por la inmensa mayoría de su menguante, decadente electorado. La tutela que sigue ejerciendo la izquierda sobre la vida pública es tal que no vemos llegado el momento de celebrar el regreso del hijo pródigo. Para entretener la espera, tan vana como la de Godot, nos entregamos a la ficción de que personajes como Joaquín Leguina, José Luis Corcuera o Felipe González pintan algo en el PSOE, recreando el ensueño de los buenos viejos tiempos (pura falacia retrospectiva) en que guerristas y renovadores se disputaban la hegemonía en el partido. Tanta es nuestra necesidad de abrigo que tendemos a zanjar el acomodo de Josep Borrell en el Gobierno exonerándolo de toda complicidad en la componenda con populistas y golpistas, como si se hubiera visto atrapado (¡a su pesar, faltaría más!) por la vorágine de la historia, y aun le hubiéramos de estar agradecidos por desempeñar una (sorda) labor de zapa de la que sólo trascienden rumores.
La tutela que sigue ejerciendo la izquierda sobre la vida pública es tal que no vemos llegado el momento de celebrar el regreso del hijo pródigo
“Fuentes próximas a Borrell’, susurran los confidenciales, “se han referido -veladamente- a su incomodidad por las declaraciones de Sánchez sobre Cataluña”; “Según su círculo de colaboradores”, deslizan los editoriales, “al titular de Exteriores le resultan cada vez más indigestas las ocurrencias de Calvo”. Y así, fiados a ese crepitar de amagos, concedemos carta de verosimilitud a una “rebelión interna” que lleva siendo inminente desde, como poco, el Pacto del Tinell. En una suerte de liturgia homeopática que no conoce fin, y cuyo último jalón fue el irreprochable-íntegro-demoledor artículo que ayer publicó en El Mundo Nicolás Redondo Terreros, el PSOE sigue aplazando su crepúsculo; la misma “patada a seguir”, en definitiva, que propició que el PSC viviera durante décadas del cuento de las dos almas.