El PP dispone de 135 diputados en el Congreso y el PSOE solo de 84, pero tal parece que la relación fuera la inversa con la descompresión política que vive España desde hace dos semanas. Es lo que tiene salir del poder in extremis vía moción de censura traumática como Mariano Rajoy -el amable registrador de la Propiedad de Santa Pola, ahora sí-, que tanta gloria llevas como paz dejas y Pedro Sánchez va a apoyarse durante mucho tiempo no en 84 sino en los 180 parlamentarios que le apoyaron en la moción de censura con tal de que no vuelvas tú o los tuyos.
Sí, así es, y cuanto antes lo asuman en las sedes populares de toda España, mejor para todos. El PP va a tener que hacer mucho más para derribar al tercer presidente del Gobierno del PSOE que acusarle de gobernar hasta con "la ETA".
Ese es mi resumen de lo que vi este miércoles en el Congreso durante la primera sesión de control al nuevo Ejecutivo. Se notaba sobre todo en los gestos, en el intercambio de papeles: el portavoz del Grupo Popular, Rafa Hernando, reprochando duramente al líder de la oposición socialista... ¡ah, no! ¡perdón!, al hoy presidente del Gobierno, y éste respondiéndole, mitad displicente mitad irónico: "Menos mal que no hace populismo". Y Luego se giraría a intercambiar con Pablo Iglesias gestos de evidente complicidad con la pregunta alfombra que le había dejado en suerte el de Podemos.
La debilidad no se ve únicamente en el PP; se ve, y mucho, en Ciudadanos, que con 32 diputados iba a comerse el mundo hace dos semanas y hoy está desaparecido en combate
Queda mucho partido hasta 2020, cierto, pero ahora mismo el mismo centro-derecha que aprobó hace un mes los Presupuestos 2018, y que sin el PNV suma, no lo olvidemos, 167 diputados -a 9 de la mayoría absoluta- no parece en disposición de hacer siquiera un rasguño político al PSOE electoralmente más débil en 40 años de democracia. "Lecciones de moral de ustedes", comenzaban uno tras otro los ministros de Sánchez... Y ya habían ganado el match a los del PP.
Claro, que la debilidad no se ve únicamente en ese histórico partido cuyos militantes elegirán el 5 de julio entre Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal o Pablo Casado y, tarde o temprano, el ganador/a se hará con las riendas de esa formación; se ve, y mucho, en Ciudadanos que con 32 diputados iba a comerse el mundo hace dos semanas y hoy está desaparecido en combate.
La formación naranja es muy dependiente de su líder, Albert Rivera, y éste ha decidido no ya un perfil bajo, sino profundo, a ver si pasa cuanto antes el duelo de ver a su más directo rival aupado a una Moncloa predestinada para él. Lo nota la sigla. Y si no, esperemos a las próximas encuestas. Se aceptan apuestas.