Cultura

Santiago Díaz: “La gente tiene la sensación de que no se hace justicia o que la justicia que se hace es insuficiente”

Comenzó hace ya más de veinte años en la profesión y desde entonces ha escrito más de quinientos guiones que alcanzaron la pantalla, algunos de series míticas  como Compañeros, Un

Comenzó hace ya más de veinte años en la profesión y desde entonces ha escrito más de quinientos guiones que alcanzaron la pantalla, algunos de series míticas  como Compañeros, Un paso adelante, Aquí no hay quien viva,  Código Fuego, Yo soy Bea, El don de Alba o El secreto de Puente Viejo. Ahora Santiago Díaz (Madrid, 1971) prueba en territorio vecino, la novela, y lo hace con Talión (Planeta), en cuyas páginas cuenta la historia de una periodista, Marta Aguilera, a la que le quedan dos meses de vida y decide hacer uso de ese tiempo para tomarse la justicia por su mano y castigar a aquellos cuyos crímenes han permanecido impunes.

La de Santiago Díaz ha sido, literalmente, una carrera de fondo. Sí, tal cual. De profesor de Educación Física pasó a guionista. Acaso por eso conserva ese corpachón de armario, ahora rematado por los modales sedentarios del guionista. Si era o no bueno enseñando a correr o a estirar, eso no hay forma de confirmarlo. Lo que sí es posible contrastar es una cosa: le compensó colgar el chándal. No sólo por su larga y exitosa carrera diseñando las historias que han enganchado a miles, sino porque en esta primera novela, aunque de primeras hiperbólica en su argumento y fajada con la etiqueta del thriller, consigue dotar de poso moral una historia que podría ser carne fácil de pirotecnia y en la que él consigue cincelar la idea del malestar y la justicia como idea fuerza.

Aun peleando en la mesa de novedades –la novela se publicó el 25 de mayo-, Talión tendrá que competir con no pocos thrillers, un género al que él consigue sacar otros colores y matices, justo aquellos que reflexionan sobre el alcance de la justicia. ¿El ojo por ojo y el diente por diente? Eso y algo más. Sobre ese tema habla Santiago González. Lo hace con voz fuerte, entre profunda y fumadora, y no del todo acostumbrado a la primera fila del novelista, de cuya naturaleza emite varias opiniones.

¿Hay en Talión un guionista imponiéndose al novelista o un novelista en sí mismo?

Llevo más de 20 años escribiendo guiones. Esta es mi primera novela. Yo me considero guionista. En realidad son dos maneras distintas de trabajar. En ambas cuentas una historia, pero hay mucha diferencia: en la novela tienes una libertad que no tienes en un guion. Ahora bien… ¿Que si soy un guionista haciendo una novela o al revés…? Pues…

En un tiempo como éste, y por su naturaleza fiscalizadora e inquisidora, que una periodista tome la justicia por su mano le aporta cierta verosimilitud y morbo a Talión.

Me viene fenomenal, porque justo por ser periodista, ella conoce la calle. Tiene recursos. Si fuera fontanera, por ejemplo, jamás podría saber dónde comprar una pistola. Por ser periodista, Marta ha investigado la trama de una red de tráfico de armas, conoce un traficante. Sabe dónde hacerse con una pistola....

Nadie en su sano juicio emplearía lo último que le queda de vida para impartir justicia. ¿Le sirve para amplificar un ciertas sensibilidades políticas y sociales? ¿Cuáles?

Ella tiene una necesidad de hacer justicia y despedirse de este mundo haciendo lo que para ella es el bien. No hay que olvidar que todos queremos que haya justicia en los tribunales, que se detenga a los criminales y se les juzgue con garantías legales. Pero al ser ficción, sí que puedes traspasar esa línea y preguntarte, ¿se merecen otro castigo?. Eso por un lado, sobre por qué lo hace, además de su necesidad de justicia, hay que tomar en cuenta que Marta es una persona sin ninguna atadura, sin ningún vínculo emocional. Si tienes hijos y te ocurre eso, ocuparías ese tiempo en estar con tu familia. Pero al ella no tener a nadie, se da cuenta de que todo lo que haga no tiene absolutamente ninguna consecuencia, en un futuro ni para quien deja atrás. Eso le da libertad para moverse

Lo que quiero saber es otra cosa, es decir: ¿intenta elaborar una metáfora de la descomposición y falta de confianza en el sistema?

El origen de esta idea para la novela surge de una sensación que yo he percibido. La gente tiene la sensación de que no se hace justicia o que la justicia que se hace es insuficiente.  De ahí que un personaje, en esa circunstancia moral, decide tomarla por sus manos. ¡Pero, ojo, que yo no pienso así. No quiero que nadie mate a nadie! Una vez, escuchando a la madre de una víctima me pregunté, ¿cómo es posible que a nadie se le hayan cruzado los cables  haya decidido impartir justicia? La idea es horrible, pero me sirvió para escribir la novela de un personaje que decide tomar la justicia por sus manos.

Marta es dos cosas a la vez: heroína y verdugo. Su naturaleza es paradójica.

Estamos hablando de una asesina. Conseguir empatía con un asesino es difícil. Lo que pretendo con esta novela es que el lector se haga dos preguntas. La primera: ¿qué harías tú si en sus mismas circunstancias, si te dicen que te quedan dos meses de vida? La segunda pregunta es: ¿ante determinado tipo de crímenes o de criminales estaría justificado, siempre en la ficción claro, aplicar la ley del Talión?  

Los guionistas saben levantar lo más complejo: la arquitectura de una historia, los pilares y nervaduras.  ¿Cómo llevan el tema prosa? En su caso, ¿cómo ha sido?

Escribo en imágenes. Necesito ver lo que escribo y describo. No soy una persona de una prosa descriptiva, voy a la acción. Es mi estilo. Pienso en una silla y es eso, una silla. En cambio otro con una prosa maravillosa consigue describirla durante tres páginas de una manera fantástica. Yo no soy capaz de eso. Es una cuestión de gustos. Desde el comienzo lo que he procurado con Talión es que el lector se lo pase bien. Pasan muchas cosas. Hay mucha acción. No me refiero a existan persecuciones o peleas a cada rato, sino que en cada escena van a pasar muchas cosas. Utilizo los recursos narrativos del guion, por ejemplo, dejar los capítulos en alto para enganchar al lector. Creo que lo consigo.

El guion es su trabajo, o sí o sí. Hasta cierto punto podría existir un hartazgo ¿Le resultó la novela más placentero?

Trabajo desde hace ocho años en una serie que se llama El secreto de puente viejo y estoy súper orgulloso que hemos conseguido y que tiene un nivel altísimo

No se lo digo por eso, ni porque esté harto. Se lo pregunto por el cambio de registro

Cuando empecé a escribir Talión no pensé que me lo iba a publicar Planeta, lo deseaba desde la primera página claro, pero no lo pensé tal cual. Me lo pasé muy bien con la novela.  La diferencia es que cuando escribo un guion, estoy muy condicionado por determinados aspectos: presupuestos, decorados, actores… cosa que en la novela no me he encontrado, he podido hacer lo que me ha dado la gana. Esa libertad es maravillosa y jamás la había tenido. He querido hacer una persecución por las calles de San Sebastián espectacular. En un guion escribes eso y automáticamente te despiden –risas-. Esa es la parte positiva: que nadie te condiciona. La parte negativa tiene que ver con que el trabajo de novelista es muy solitario. Tienes que tomar una decisiones con las que te entran dudas, pero sin nadie que te dé su punto de vista, hasta que lo entregas. En ese momento de creación estás completamente solo y en un equipo de guionistas están los compañeros para consultar. La libertad del novelista es muy buena, pero a veces asusta.

¿Es esta una novela moral?

Es una novela en la que cada lector tiene que tomar su decisión: si entiende a la protagonista o la condena. .

Existe una idea de que la verdadera literatura se hace en las series, siempre se hizo. El folletín del XIX. ¿Qué piensa?

Las series están en un momento muy dulce, porque la oferta y las plataformas son buenas. Hace cuatro años sólo existían tres plataformas de series: Antena Tres, Telecinco y Televisión Española. Ahora hay muchas más con lo cual la oferta mejora, porque al no ser generalista puede hacer serie distintas, más cañeras…

 Talión (Planeta), de Santiago Díaz.

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