Las presiones sobre Carles Puigdemont para que acepte el papel de 'reina madre' parecen haber dado sus frutos. Las peregrinaciones a Bruselas están a punto de dinamitar el bloqueo de una situación insostenible. El acuerdo entre JxCat y ERC, todavía en fase previa, apunta a una solución artificiosa. Puigdemont aceptaría ser investido en Bruselas por la Asamblea de Electos y controlará un gobierno de utillería. El Parlament, por su parte, elegirá a un presidente legal que formará el Consejo Ejecutivo que gobernará la Generalitat. Parece que todos contentos.
No todo está tan claro. Ni se conoce el nombre del aspirante a la presidencia, ni, menos aún, las miembros de su Govern. Las dos fuerzas más poderosas del independentismo han celebrado diversas reuniones en los últimos días para abordar este asunto. Poco trasciende de estos encuentros, salvo las reclamaciones que unos y otros ponen sobre la mesa.
Se trata de una negociación complicada, con avances lentos, discusiones y vuelta a empezar, de acuerdo con algunas fuentes conocedoras. Hay algunos puntos particularmente sensible. Uno de ellos, quizás el mayor, es el control sobre los medios de comunicación públicos, objeto de deseo de cualquier partido, sea o no independentista. Hacerse con la manija de la Corporación Catalana de Radio y Televisión se ha convertido en cuestión clave en el reparto de sillas.
La máquina de ganar elecciones
ERC quiere hacerse con TV3 y Cataluña Radio. Perdió el liderazgo del bloque secesionista en las elecciones del 21-D por el férreo manejo que el equipo de JxCat hizo de los medios. Puigdemont cuenta con un puñado de especialistas en la comunicación. Elsa Artadi, su directora de campaña, está al frente de un grupúsculo muy activo, entre los que se encuentran Joan Maria Piqué, Jaume Clotet y Eduar Pujol, tres periodistas adictos a la causa y con un intenso conocimiento del mundo informativo de Cataluña. "Son más talibanes que su jefe", señalan en fuentes de ERC, que aparece en inferioridad neta en este apartado.
"No volverá a ocurrir", se conjuran ahora los colaboradores de Junqueras. Quieren el aparato de propaganda, la máquina de hilvanar relatos, de seducir audiencias, de atraer adhesiones. Con su líder entre rejas, todo es más difícil para ERC, y no parece que el panorama penitenciario vaya a cambiar demasiado rápido.
El 'sanedrín de Bruselas' controla TV3 de una forma férrea. Tiene a sus peones colocados al frente de los principales espacios de la programación y a sus directivos, entregados a la causa del prófugo. Artadi está al frente del grupo que ha logrado mantener el espejismo de un 'presidente en el exilio' durante tres meses sin que apenas se escuchen voces críticas a esta inopinada situación. Ha logrado que el dirigente fugado siga transmitiendo la imagen de un héroe perseguido por la Justicia española en lugar de un cobarde que no dio la cara para escabullirse de a prisión.
De Oriol Junqueras apenas se trasciende algo más que sus oraciones, sus cuitas y sus deseos de amor fraternal y universal. Un Mandela penoso de andar por casa. Incluso cuando se decidió a dar un puñetazo en la mesa, como la sugerencia de una presidencia 'simbólica' y otra 'efectiva', tuvo que recurrir a un medio digital 'español', como es 'Diario 16'. Concedió días antes otra entrevista a Rac1, la emisora del Grupo Godó. Nada de los medios oficiales de la Generaliat.
Ahora ERC quiere hacerse con esta parcela. También ha reclamado la consejería de Prsidencia, la oficina del portavoz y el área de Economía. Esta cartera, Economía, también la reclama JxCat, que además pretende hacerse con las carteras de mayor peso específico.
Las primeras conversaciones sobre el futuro 'Govern' dejaron claro que el reparto entre los dos partidos sería un 50 a 50, es decir, equilibrio total. Ahora la plataforma de Puigdemont sugiere volver al formato anterior al 21-D, es decir, 60 por ciento para ellos y 40 para ERC. "Todos estos escarceos pueden quedarán en papel mojado en el momento en el que se despeje la duda de quién será el presidente real", señalan estas fuentes. Hasta que no se conozca el nombre del futuro inquilino del Palacio de la Generalitat, nada podrá darse por definitivo.. No hay nombres para el candidato que asuma esa tarea. Antes habrá que desalojar a Puigdemont y revestirle con el manto de un presidente 'de trampantojo'. Pura apariencia para salir del atolladero.