Durante los debates previos a la activación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña se habló mucho de que este instrumento legal no iba a ser el "bálsamo de Fierabrás" que solucionara la crisis territorial, pero al final sí ha resultado tener propiedades calmantes en el seno del PSOE: la posición de su secretario general, Pedro Sánchez, en apoyo al Gobierno, ha dejado satisfechos a todos y ha apagado las voces críticas que pedían más firmeza en ese respaldo y albergaron dudas hasta el final. Sánchez afronta ahora la primera reunión de los órganos del partido, el próximo fin de semana, sin grandes nubarrones, pese a las incomodidades en torno al encarcelamiento de los miembros cesados del Govern.
La respuesta del Gobierno a la declaración unilateral de independencia proclamada por el Parlament, con la convocatoria de elecciones para el 21 de diciembre, logró agradar a todos los socialistas, en Cataluña y en el resto de España y permitió a los catalanes agarrarse a esta próxima cita con las urnas para defender la "inevitable" intervención del 155, un artículo que los socialistas llevaban tratando de despejar semanas, especialmente en el PSC.
La gestión de la crisis en Cataluña, antes y después del 1-O, ha sido como una montaña rusa para los socialistas, que hasta el final trataron de evitar el debate entorno al 155. Un día después del referéndum ilegal, en Ferraz todavía se insistía en pedir al Gobierno "inteligencia" y apuntar al Tribunal Constitucional ante una declaración unilateral.
La tensión en torno a la solidez del apoyo del PSOE al Gobierno, sumado a la respuesta a la actuación de las fuerzas de seguridad el 1-O y al acoso que sufrieron los días posteriores, estalló con el anuncio de la reprobación a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que después la dirección acabó dejando de lado.
Los días posteriores al 1-O se vieron las diferentes sensibilidades entre socialistas, de punta a punta del país, y la falta de confianza en Sánchez de un sector del PSOE
Fue el pistoletazo de salida para muchas críticas que se deslizaban en privado y que se acabaron haciendo de viva voz desde algunas federaciones, por algunos diputados y después también en boca del exvicepresidente Alfonso Guerra y por escrito, con una carta firmada por veteranos socialistas. Eso días, se vieron con claridad la diferencia de sensibilidades entre los socialistas, de punta a punta del país, y la falta de confianza de un sector del partido en su secretario general.
Sin embargo, Pedro Sánchez consiguió hacer converger las posiciones de todos con un doble anuncio: tras verse con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en La Moncloa, proclamó con todas sus letras el apoyo al 155 y anunció que, a cambio, el jefe del Ejecutivo se había comprometido a iniciar el debate en el Congreso sobre la reforma de la Constitución en un plazo de seis meses.
A día de hoy, esa reforma se antoja algo más lejana, ya que la situación en Cataluña ha descafeinado la comisión previa sobre el debate territorial, y no parece que pueda abrirse camino antes del 21-D, pero ese compromiso insufló ánimos en las filas socialistas, que llevan reclamando cambios en la Carta Magna desde hace más de cuatro años y siguen defendiendo, especialmente los catalanes, que es la única salida al problema territorial.
La estrategia de Pedro Sánchez desde ese día y hasta la aprobación final del 155 en el Senado, con el posterior anuncio de elecciones en un plazo corto de tiempo, que los socialistas subrayan que era una exigencia clave en sus negociaciones con Moncloa, ha sido elogiada por todo el partido. No sólo no se ha alzado ni una voz crítica, sino que sectores alejados de Ferraz han alabado la posición del secretario general.
Tranquilidad y elogios en las federaciones
Y sus próximos lo celebran, aunque alguno apunta que estaría bien que volvieran a hablar en público todos los que en las semanas anteriores lo hicieron para sembrar dudas sobre la posición de Pedro Sánchez. Pero, en cualquier caso, destacan que el ambiente en las federaciones es claramente diferente al de hace unos meses.
El proceso de congresos regionales ha sido favorable a la nueva dirección y el secretario general cuenta ya con hasta doce federaciones afines, pero la tónica dominante en todas es la de la tranquilidad. Con la clausura este fin de semana del congreso del PSOE de Aragón -uno de los dos pulsos, junto al de la Comunidad Valenciana, que Ferraz ha perdido-, Sánchez ha estado con todos los 'barones' del partido.
Y aunque sigue brillando por su ausencia, y no se espera, la sintonía con la andaluza Susana Díaz y el presidente asturiano Javier Fernández (a quién tomó el relevo al frente de la federación el 'pedrista' Adrián Barbón), se puede decir que el paso del secretario general por las federaciones ha ido cauterizando heridas.
Así fue el pasado fin de semana en Castilla-La Mancha, a donde Sánchez acudió para estar con el presidente de la Junta, Emiliano García-Page, que fue a primarias contra un 'pedrista' aunque en este caso no tuvo ningún impulso desde Ferraz. "Lo está haciendo bien. Por eso estoy convencido de que será el presidente del Gobierno". Estas palabras del líder de los socialistas castellano-manchegos habrían parecido ciencia-ficción antes del 21 de mayo y, quizás, si la situación en Cataluña no se hubiera resuelto de otra forma.
De esta manera, no se esperan sobresaltos en las reuniones que el Comité Federal y el Consejo de Política Federal, que reúne a los 'barones', tendrán el próximo sábado, sus primeras citas en la nueva etapa de Sánchez en Ferraz, y que servirán sin duda para dar un mensaje de apoyo al PSC ante el 21-D.
El secretario general les puso en alerta y anunció una convocatoria inminente la semana del 12 de octubre, en medio de las tensiones tras el 1-O, pero finalmente no citó a los órganos de su partido, lo que provocó cierto malestar entre algunos dirigentes que no entendían que no se les reuniera ante la crisis más grave de la historia reciente de España.
Aunque una vez que Sánchez proclamó su apoyo al 155 no hubo más presiones. Y no parece que las vaya a haber el próximo sábado, aunque ese día puedan llegar los ecos de las incomodidades en torno a la prisión para los miembros cesados del Govern. Como ocurrió con la prisión de los líderes de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y de Òmnium Cultural, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, la respuesta del PSOE y del PSC no ha sido la misma.
Mientras Ferraz insiste en que no comenta las decisiones judiciales, entre los socialistas catalanes, la de la magistrada Carmen Lamela cayó como una bomba y fue tildada de "desproporcionada". La dirección del PSOE se mantiene hermética y, en privado, insiste en mostrar "comprensión" hacia su partido hermano, que está en "una situación muy complicada". Pero la crítica del PSC, y el silencio del PSOE, no sienta bien a algunos socialistas que ven necesario defender de manera más clara la independencia judicial.
Con todo, no parece que vaya a distraer ni a unos ni a otros del objetivo de remar juntos para que el próximo 21 de diciembre los socialistas catalanes salgan fortalecidos de las elecciones, como apuntan las encuestas.
Ahora, curiosamente, si se espera una discrepancia clara por parte de la Secretaría General de una federación puede ser la de Baleares, cuya presidenta, Francina Armengol, ha rechazado la aplicación del 155. En julio ya dijo que aunque su partido apoyara el recurso a este instrumento de la Constitución, ella estaría "en contra" y ahora, según explicaban hace unos días fuentes de su entorno a este periódico, dará su opinión ante los órganos del partido.