Ciencia

Este robot es un saltarín incansable

Imitando las habilidades de algunos animales arbóreos, un equipo de la Universidad de Berkeley ha diseñado un robot capaz de saltar hasta 8,5 metros en dos fases y en apenas 4 segundos.

El gálago (Galago senegalensis) es un pequeño primate nocturno que vive en los bosques del África subsahariana y cuya agilidad para saltar de rama en rama resulta asombrosa. Esta capacidad se debe, en buena parte, a que sus tendones se cargan de energía potencial como si fueran muelles mientras están plegados, de modo que los gálagos pueden aprovecharla en varios impulsos para saltar de un lugar a otro.

Como el gálago, después del primer salto el dispositivo no necesita parar para recargar energía

El equipo de Duncan Haldane, doctorando de la Universidad de Berkeley, presenta esta semana en la revista Science Robotics un pequeño robot inspirado en estos mamíferos y capaz de desplazarse verticalmente siguiendo la misma estrategia. El dispositivo, bautizado como Salto (acrónimo de Saltatorial Locomotion on Terrain Obstacles, locomoción a saltos sobre obstáculos en el terreno) es capaz de saltar hasta 8,5 metros en dos fases y en apenas 4 segundos.

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Para conseguirlo, el equipo ha imitado los tendones del gálago mediante un motor acoplado a un muelle, de modo que después del primer salto el dispositivo no necesita parar para recargar energía, sino que realiza un segundo salto consecutivo que lo proyecta aún más lejos y le permite concatenar varios impulsos hacia arriba. Aunque Salto solo puede elevarse un metro en un solo impulso, la estrategia le permite superar a otros robots como TAUB (inspirado en una langosta) que puede elevarse más de tres metros de un solo salto.

El robot pesa 100 gramos, tienen 26 centímetros de longitud y salta a una velocidad de 1,75 metros por segundo, más rápido que una rana (1,71m/s) pero aún por debajo del impresionante gálago (2,24 m/s). Según sus autores, el robot aún se queda al 78% de la capacidad de salto vertical que tiene su inspirador. De momento, la naturaleza sigue ganando la partida a los ingenieros.

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