La próxima legislatura no va a resultar nada sencilla ni para el PSOE ni para Ciudadanos. De aspirar a convertirse en compañeros de viaje del Gobierno que podría haber salido de las elecciones del 20D, ahora Pedro Sánchez y Albert Rivera anhelan molestarse lo menos posible desde la oposición, pues ambos son conscientes de que la foto del 26J les ha colocado como posibles competidores. El retrato de situación se refleja bien en las voces que salen ahora de ambas formaciones: “Si lo que quiere Ciudadanos es que seamos los socialistas los que instalemos a Mariano Rajoy otros cuatro años en La Moncloa para que Albert Rivera, limpio de polvo y paja, rentabilice luego el cambio de cromos a los que se prestará la negociación presupuestaria, van listos”, asegura un miembro de la ejecutiva del PSOE. “Sánchez cuenta con 53 escaños más que nosotros y, por tanto, le toca asumir mayor carga en la gobernabilidad del país. Si escurre el bulto en unas circunstancias políticas tan difíciles como éstas, mejor que de paso a otro liderazgo dentro de su partido”, concluye un alto cargo de Ciudadanos.
En Ciudadanos se acusa a Sánchez de incumplir el acuerdo al que se había comprometido para anunciar desde el principio su abstención en la investidura
En el PSOE se advierte ahora que a Sánchez nunca le cayó demasiado bien Rivera, pues siempre le ha considerado “un político de laboratorio”, eso sí, “fácilmente manejable”. La demostración más palpable se vio el pasado 24 de febrero cuando por consejo del primero ambos llegaron a solemnizar hasta la frontera del ridículo el “acuerdo de Gobierno” que pensaban aplicar a través de 200 medidas y que luego fracasó al quererlo conjugar el líder del PSOE con la implicación de Pablo Iglesias en esta forzada operación política.
Poco después llegó la convocatoria de nuevas elecciones y tanto Sánchez como Rivera se esforzaron en anestesiar la memoria de los electores dejando su pacto en la cuneta. Los resultados electorales del pasado junio evidenciaron que este acuerdo, exhibido por el PSOE y Ciudadanos como la prueba fehaciente de su esfuerzo por sacar a España del bloqueo político, no solo jugó en contra de sus intereses, sino que acabó penalizándoles seriamente en las urnas: los socialistas pasaron de 90 a 85 diputados y la formación naranja de 40 a 32, en un espacio de solo seis meses.
Dos versiones del desencuentro ante la investidura de Rajoy
En este trasvase de la camaradería al desprecio mutuo, tanto el PSOE como Ciudadanos han puesto en circulación varias versiones de lo que está aconteciendo ante la investidura de Mariano Rajoy. Desde el equipo de Rivera se mantiene que existía un pacto previo con Sánchez para que ambos anunciaran casi al unísono la abstención de sus respectivas formaciones. Este acuerdo no escrito, se asegura en Ciudadanos, lo rompió Pedro Sánchez el pasado miércoles cuando anunció su ‘no’ a la investidura, dejando colgado de la brocha a Rivera, comprometido para entonces con la abstención. Desde el Partido Socialista se ofrece un relato diferente: “nunca hubo pacto ni escrito ni no escrito que garantizara nuestra abstención, esto es algo que solo contemplaremos si Ciudadanos, una fuerza afín al PP, da su voto favorable a Rajoy”, aseguran en el cuartel general de la calle Ferraz.
Esta ruptura de la luna de miel entre Sánchez y Rivera no ha sorprendido demasiado en ninguna de las dos organizaciones que ambos lideran. La incoherencia del secretario general del PSOE en la instrumentación política de Ciudadanos ha sido constante desde el 20D. De considerarlo primero como una ‘marca blanca’ del PP y prometer que nunca pactaría con ella, pasó a firmar el acuerdo de gobernabilidad ya citado, más tarde a esconderlo y, finalmente, a tirarlo a la papelera con la aspiración de poder administrar en la legislatura que arranca el martes una etapa de oposición con la mayor libertad de movimiento posible, siempre condicionado por los tiempos que le marque su propio partido.
En el PSOE se acentúa la torpeza de Rivera: "ha regalado a cambio de nada su abstención a Rajoy"
“Rivera ha demostrado ser muy poco hábil, ni siquiera ha acertado a poner precio a su abstención, concediéndosela de forma gratuita a Rajoy. Ahora le queda una segunda oportunidad, poniendo condiciones a su voto afirmativo”, refieren fuentes del PSOE, en cuya dirección se observa este posible cambio de actitud como el camino más recto para que el PP pueda formar Gobierno en agosto, arrastrando a los 85 diputados del Grupo Socialista, o a parte de ellos, a la abstención.
