Mariano Rajoy quiere una campaña fría, aburrida, sin broncas ni polémicas. Nada de “dimes y diretes”, broncas o espectáculos. El candidato del PP, en el más puro estilo Arriola, pretende repetir el mismo libreto que en los comicios de diciembre. “Resultará una campaña de escaso interés para los demás partidos y para los medios”, reconoció este jueves en Guadalajara, en su cuarta visita a Castilla la Mancha en los últimos dos meses.
Medio millón de votantes dudaron entre Rajoy o Rivera en las últimas elecciones, según el último barómetro del CIS
Evitar los choques frontales y los enfrentamientos personales con los líderes de Ciudadanos y del PSOE va a ser uno de los ejes de estas semanas previas a la cita electoral del 26 de junio. Es preciso no levantar obstáculos insalvables para cuando llegue el momento de hablar de pactos. Rajoy no tiene interés alguno en movilizar el voto de castigo o al votante irritado. Intentará, eso sí, de acuerdo con lo que comentan en su entorno, animar a quienes se fueron a Ciudadanos para que regresen ahora al PP. Medio millón de votantes dudaron entre Rajoy o Rivera en las últimas elecciones, según el último barómetro del CIS.
Piensan en Génova que basta con recurrir a la hemeroteca para que buena parte de la opinión pública recuerde el papelón de Ciudadanos en su acuerdo de Gobierno con el PSOE. El partido naranja fue el único que apoyó la investidura fallida de Pedro Sánchez. “Pensamos que esto tendrá para ellos un severo coste electoral”, dicen estas fuentes. “O quizás, no, pero habrá que recordarlo. Sin insultos ni frases gruesas”.
Amigos o enemigos
Está vedado hablar de pactos poselectorales, según las directrices que impartió Rajoy a su ejecutiva en la reunión del martes. “No estamos para hacer amigos o enemigos”, es la máxima oficial del presidente del PP, que ha pedido también huir de las polémicas sobre la corrupción o incurrir en asuntos ajenos a los intereses del partido. Rajoy se encuentra ya en fase precampaña. Su visita a Guadalajara ha servido como ejemplo de lo que va a ocurrir en los próximos días. Hablar de lo que “en verdad le interesa a la gente”, es decir, las cosas serias, según Rajoy, como la creación de empleo, la recuperación económica, la familia, la educación… Ni pactos electorales, ni apoyos de investidura, ni formación de futuros gobiernos. “De eso, que hablen otros, así se evidencia cuáles son sus intereses”, comentan. La idea es transmitir la sensación de que otros partidos tan sólo piensan en cargos, sillones o en los asuntos internos. Se ha tejido en el PP un manto de silencio para que no emerjan polémicas internas ni disputas intestinas. Aunque a veces será inevitable, como está ocurriendo con la elaboración de las listas en Málaga.
Nada dice el candidato popular sobre los debates. Salvo que son un trance incómodo porque hay que prepararlos para que salgan bien
Génova tiene muy claro cuál es el segmento de población al que hay que dirigirse. De ahí la insistencia de sus líderes en prodigarse por la España profunda y olvidada, donde internet no es una herramienta de uno intensivo y donde pervive un voto conservador, de gente mayor, pensionistas y de ideología moderada. El objetivo, nuevamente, es alcanzar los 130 escaños, para que los números cuadren. Con Pedro Sánchez al frente del PP, la gran coalición, piensan, es un imposible. Si se produce un relevo en la cúpula del PSOE después de los comicios, podría conseguirse una abstención de los socialistas que facilite la investidura de Rajoy.
Tampoco interesa en absoluto cargar las tintas contra Ciudadanos. Un juego de equilibrios muy sutil buscará evitar una caída del voto a Rivera sin que le arrebate votos al PP. Cataluña es la comunidad paradigmática, en este sentido. En Génova piensan que Rivera logrará superar su votación de diciembre en esa comunidad, que fue floja, propinándole un pellizco del voto socialista. Un objetivo posible porque el PSC atraviesa por uno de los momentos más inestables desde su nacimiento. La sorprendente renuncia de Carme Chacón es la muestra de la inestabilidad interna en las filas del socialismo catalán.
Estos primeros compases preelectorales no le están funcionando mal al PP, según comenta una alta fuente de Moncloa. Mientras Rajoy habla del empleo, sus contrincantes se enredan en debates absurdos sobre la imposible rebaja de los gastos electorales o los debates en televisión. Nada dice el candidato popular sobre los debates. Salvo que son un trance incómodo porque hay que prepararlos para que salgan bien. No le gustan y eso lo sabe todo el mundo. Rajoy esgrime el criterio de que en estas sesiones televisivas son los aspirantes quienes tienen más que ganar. En su equipo, sin embargo, se piensa que esta vez no podrán evitar al menos un encuentro ‘a cuatro’, ya que la excusa de no debatir con extraparlamentarios ya no vale.