Segunda baja de relevancia en un mes en 'guerra' por la sucesión a Mariano Rajoy. Alfonso Alonso, ministro de Sanidad en funciones, no aparecerá ya en las listas electorales de junio. Será con casi total seguridad el candidato del PP en los comicios vascos, previstos para el próximo otoño, con el difícil reto de recuperar espacio político en un territorio imposible y hostil para su formación. No es un destierro, pero tampoco parece una gratificación, de acuerdo con fuentes próximas al actual titular de Sanidad.
"Soy el mejor situado", reconoce Alonso, con cierta resignación cuando le preguntan por sus posibilidades como candidato. En Génova se da por hecho que así será, no tiene rival y su predicamento en Vitoria, ciudad de la que fue alcalde, es una baza importante de cara a recuperar parte del perfil perdido por su partido en esa comunidad.
Una renuncia ¿temporal?
Alonso deberá dejar Madrid y renunciar, de momento, a cualquier intento de competir en la carrera sucesoria del Partido Popular, pese a que su nombre aparecía siempre en casi todas las quinielas, junto a Núñez Feijóo, Cifuentes, Casado y, desde luego, Sáenz de Santamaría. Muy bien visto en las filas socialistas, Alonso ya ha asumido con algo de resignación, su cambio de escenario y de objetivo.
Alonso acariciaba la idea de repetir en las listas al Congreso y mantener su escaño en Madrid
Reconoce en privado que no entraba en sus planes el retornar al País Vasco. Con un excelente cartel en Madrid, donde ejerció con brillantez el papel de portavoz de su grupo parlamentario y salvó luego el trance de la cartera de Sanidad que Ana Mato tuvo que dejar por pies tras aparecer salpicada en el escándalo de la Púnica, Alonso acariciaba la idea de repetir en las listas al Congreso y mantener su escaño en Madrid. Rajoy le demandó el sacrificio, como hace pocas semanas hizo lo propio con Feijóo, y se dispone ya a engrasar la maquinaria de los populares vascos. Un destino muy anunciado desde el momento en el que se hizo con los mandos de la organización regional, tras el abandono forzoso de Arancha Quiroga. Fue éste un episodio más de las guerras internas del PP, y una victoria de Soraya Sáenz de Santamaría sobre Dolores Cospedal.
Alonso es un político joven, que puede esperar a que se disipe la polvareda intensa que envuelve al futuro del PP nacional. De momento, está obligado a aprobar el difícil examen vasco. Los diez escaños con que actualmente cuenta el PP en la Cámara de Vitoria son la evidencia de su declinar. Su estrategia pasa por arañarle votos al PSOE y acaparar los apoyos que en su tiempo cosechó UPyD y que ahora podrían orientarse hacia Ciudadanos, partido sin apenas infraestructura.
Las elecciones vascas se celebrarán en otoño, si se cumple el calendario oficial. Es decir, unos meses después de las generales. Una circunstancia que puede ejercer algún tipo de influencia en las autonómicas tanto del País Vasco como de Galicia. Un resultado victorioso de Rajoy actuaría como bálsamo e incluso refuerzo para el PP en esas comunidades históricas.
El actual ministro de Sanidad en funciones deberá ceder la cabecera de la lista por Álava en las generales a Javier Maroto, vicesecretario general del PP, que no logró acceder a un puesto en el Congreso de los Diputados al ir en el segundo puesto de la lista. Maroto sucedió a Alonso en la alcaldía vitoriana y pasa por ser uno de los miembros de la joven cúpula de Génova más beligerante y vehemente en los asuntos de corrupción.
Con Alonso y Feijóo centrados en sus respectivos combates autonómicos, el listado de los posibles herederos de Rajoy pierde dos elementos muy vigorosos, aunque nadie puede apostar a que ya se hayan apartado definitivamente de esta carrera. La evolución de los acontecimientos en el futuro PP depende de los resultados de junio y, especialmente, de la continuidad o no de Rajoy al frente del Gobierno. En caso de que el PP sea desalojado de la Moncloa, se abren todas las posibilidades en el partido, desde la refundación a la desintegración. E incluso el término medio: la regeneración. Para despejar dudas de este tipo, el presidente en funciones declaraba este domingo a La Razón que "si alguien cree que apartándome a mí de la dirección del PP se va a abrir un cisma en mi partido, se equivoca". Quizás se trate más de una deseo que de la constatación de una incógnita mayoritariamente asumida.