Análisis

Contente, Mariano, que te pierdes

La operación Soraya funcionó. La vicepresidenta salió invicta de un debate a cuatro que apenas moverá el voto. Sánchez resultó malherido. Mariano Rajoy debe velar el lunes para no darle la puntilla. El PP necesita que sea el PSOE y no Ciudadanos el segundo en la carrera de las generales. 

  • La vicepresidenta del Gobierno junto a Mariano Rajoy

Sáenz de Santamaría salió airosa, invicta y, para muchos, triunfadora del mediocre debate a cuatro de Atresmedia. Algunos de sus compañeros de Gobierno acariciaban la posibilidad del revolcón, el traspiés, el chasco. No fue así. La 'operación Soraya', hábilmente pergeñada desde Moncloa, resultó un éxito. Rajoy no habría funcionado en ese formato, en el que se requiere, amén de una edad telegénica para el desafío, algo de desparpajo, soltura, rapidez de reflejos, templanza y más encaje del que acostumbra. "Paga, Monedero, paga", le enjaretó la vicepresidenta a Pablo Iglesias como respuesta a un incómodo "Bárcenas, se fuerte". Fue el momento más ríspido para la número dos del Gobierno, que logró esquivar levemente por dos condiciones de las que carece el número uno: no estaba en Génova cuando el tesorero hacía de las suyas y los asuntos menos edificantes de su partido le han sido razonablemente ajenos. El líder de Podemos, incluso, encendido en su arranque visceral contra la corrupción, le concedió a la vicepresidenta un "no, si yo no la acuso a usted". Ahí quedó dicho todo. El supuesto acusado estaba en Doñana. 

El peor de los escenarios es un Rivera en el segundo lugar dispuesto a casi todo menos a apoyar un gobierno presidido por Sánchez o por Rajoy

La vicepresidenta ejerció de tal, firme y solvente, con la lección bien aprendida y razonablemente recitada. Iba a por Rivera, eléctrico a su izquierda, nervioso y agitado dentro de su ceremoniosa pulcritud. "Me da miedo un tripartido de perdedores", le dedicó Santamaría a modo de despedida. Es el nuevo eslógan del PP para frenar a Ciudadanos, que crece y crece en las encuestas. Ahí está el problema para el PP. Precisamente Atresmedia, la casa anfitriona del gran espectáculo televisivo del lunes, sitúa a Rivera en el segundo lugar de su sondeo de esa misma mañana. Algo más que un contratiempo para el PP. Un desastre. Rajoy necesita a un Ciudadanos débil para cuando llegue la hora de negociar. Lo necesita en el tercer puesto y con los diputados justos para, si es el caso, apalabrar una ceremonia de investidura. El peor de los escenarios es un Rivera en el segundo lugar del pódium dispuesto a casi todo menos a apoyar un gobierno presidido por Sánchez o por Rajoy, como repite con insistencia para no mojarse con los pactos. "Es que no se aclara", le reprochó picajosa Santamaría, en su empeño por subrayar la jugada tenebrosa que supuestamente oculta Rivera en la bocamanga. 

Expectativas defraudadas

El PP tiene un grave problema que se llama Pedro Sánchez. En el debate, más Snchz que nunca. Se le cayeron las vocales y casi hasta las consonantes. Apenas aguantó firme en su 1,90 durante el tramo del debate económico. Luego fue víctima de las trompadas del misericordioso Iglesias -"no te pongas nervioso, Pedro"- quien le agarró por las solapas y le zarandeó como a un pelele. "Buena voluntad tienes, pero no has podido ni renovar el PSOE porque en tu partido mandas poco", vino a decir en su mejor estilo de tertuliano tóxico.

Mucho no se esperaba de Sánchez. Ni siquiera entre los suyos. Pero no tan poco. Plano, errabundo, elemental, epidérmico, "de una mediocridad afable y dinámica", como decía Churchill de Eisenhower. Una noche penosa dentro de una campaña electoral aciaga. El PSOE se hunde y Rajoy puede darle la puntilla en el debate del lunes. Hay quien pensaba que la consistente Soraya, con su buen oficio, iba a meterle presión a su presidente para su cara a cara con Sánchez. Más bien, ha sido al revés. Sánchez ha quedado desguarnecido, vacío, casi lúgubre. Bastaría un soplamocos del presidente, en el ten con ten del lunes, para terminar de descuajeringarlo. Y no es eso. "Salvad al soldado Sánchez", corean los de Ciudadadanos en alusión a este objetivo de los populares. El presidente no puede permitir que el líder socialista se precipite por debajo de los noventa escaños. Lo necesita vivo y sólido para frenar la escalada de Rivera. "Contente, Mariano, que te pierdes", le aconsejarán sus leales ante el próximo combate. Mimarle para que aguante. Amagar y no dar. Una victoria, sí, pero muy liviana, muy tenue, un silbido casi inaudible. Y que Sánchez siga vivo.

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