Este fin de semana, para sorpresa de todos -y más de los servicios secretos israelíes- Hamás realizó una incursión acompañada del envío de miles de misiles desde Gaza a Israel y sus territorios ocupados. Todos hemos recibido con pavor, preocupación y horror las noticias que poco a poco llegaban, donde la enorme cifra de víctimas, en su mayoría civiles, pasaban a engrosar las listas de caídos en un conflicto que cumplió formalmente 75 años este año.
La falta de previsión por parte del Mosad, considerado uno de los servicios de inteligencia más eficaces del mundo, ha levantado ampollas en un país que, desde hace mese, se enfrenta a una grave crisis institucional y democrática; pero la respuesta militar israelí no se ha hecho esperar, y al igual que en 2014 o 2018 la misma ha sido enérgica, rápida y efectiva.
No es la primera vez que Hamás ataca a Israel desde Gaza, pero los ataques que hemos visto estos días suponen un cambio de paradigma con respecto a los del pasado ya que a los “tradicionales” ataques con misiles se le une una incursión terrestre sin precedentes que ha arrasado con cuantos se encontrase en su paso. Frente a estos ofensiva, Israel ha esgrimido su derecho a defenderse; amparándose en el Derecho Internacional y en la consideración casi unánime de la comunidad internacional de Hamás como un grupo terrorista que no representa legítimamente los intereses del pueblo palestino.
Esta posición de la ONU ha sido calificada de “tibia” por Mark Esper, Secretario de Defensa durante el mandato de Trump, quien exigía una condena más dura por parte de la organización
La Unión Europea, con Borrell y Von der Leyen al frente fue la primera en manifestar su apoyo a Israel, seguida por la esperadísima respuesta del presidente Biden, quien fue claro al manifestar su apoyo incondicional al gobierno de Netanyahu. En esta línea, António Guterres, secretario general de la ONU, ha llamado a la negociación y ha hecho un llamado especial a Israel para que respete el Derecho Internacional Humanitario; es decir, que las represalias israelíes no afecten a civiles o aquellos que no participan activamente en las hostilidades.
Y es precisamente este el punto donde mayores problemas vamos a encontrar. Esta posición de la ONU ha sido calificada de “tibia” por Mark Esper, secretario de Defensa durante el mandato de Trump, quien exigía una condena más dura por parte de la organización. En esta línea, la respuesta más enérgica fue quizás la de Dan Gillerman, antiguo embajador de Israel ante las Naciones Unidas, quien en declaraciones a CNN afirmaba que la política de Israel debería ser únicamente la destrucción total y definitiva de Hamás y una intervención militar terrestre en Gaza.
Es de todos sabido que Hamás controla mediante su puño de hierro a toda la población de Gaza; esto es algo que las autoridades israelíes conocen y que aun así obvian en el momento de dirigir sus ataques a la franja. Para las fuerzas israelíes, cualquier persona asociada, aunque sea de manera tangencial, con el grupo terrorista -quienes todo sea dicho, ostentan la autoridad política y de seguridad en Gaza- se convierten automáticamente en objetivos militares. A este respecto se refiere el Protocolo Adicional I a las Convenciones de Ginebra, que establecen que existe un principio de distinción entre civiles o aquellos que no participan activamente en las hostilidades y quienes sí pueden considerarse objetivos militares y por tanto destinatarios de las represalias.
La “Cúpula de Hierro”, el modernísimo sistema de intercepción de misiles israelí ha podido contrarrestar una parte de la lluvia de misiles; pero no detener las incursiones, violaciones, asesinatos y secuestro de civiles israelíes
¿Qué podemos esperar en las próximas horas o días? Si bien no es el primer caso de escalada de tensiones y recurso al uso de la fuerza en los últimos años, la incursión y ataque de Hamás es inaudita por varias razones. Por un lado, la rapidez y eficacia del ataque, así como el altísimo nivel de coordinación por parte de sus miembros. Asimismo, la falta de preparación con la que las fuerzas israelíes fueron sorprendidas. La “Cúpula de Hierro”, el modernísimo sistema de intercepción de misiles israelí ha podido contrarrestar gran parte de los misiles enviados desde la franja y sur del Líbano; pero no detener las incursiones, asesinatos y secuestro de civiles israelíes; más de un centenar de ellos en paradero desconocido en este momento.
Israel ha respondido con contundencia y el domingo Netanyahu afirmó que la “primera fase” de la respuesta al ataque había terminado, entendiéndose como el rechazo a los militantes infiltrados en territorio israelí. Para muchos dentro de Israel este ataque ha sido visto como una humillación que debe ser contestada con la máxima contundencia. Lo que va ocurrir en adelante son meras especulaciones, si bien no es descabellado imaginar acciones destinadas a la eliminación completa de Hamás de Gaza -sin descartar tampoco una intervención terrestre- así como de sus aliados de Hezbolá en el sur del Líbano -con los que ya se han intercambiado misiles este fin de semana-. Netanyahu ha prometido una victoria “sin reservas y sin tregua” a su población contando además con la práctica totalidad de la comunidad occidental que ha reiterado el “derecho a defenderse” de Israel. Es muy probable que quienes más sufran, como siempre, sean los residentes de Gaza, que se encuentran entre la espada sostenida por sus captores, quienes dicen defender sus intereses, y la pared de los israelíes, que desde hace casi 20 años bloquean la franja de cualquier contacto con el exterior.