Opinión

Sánchez, el presidente missing

Es lo propio de alguien que se considera a sí mismo el dueño del cortijo y solo se comunica con sus siervos cuando quiere y para lo que quiere

  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su esposa, Begoña Gómez -

¿Tiene España un presidente de Gobierno? ¿Lo tiene realmente o tan solo a efectos meramente formales? Ciertamente, si ha de responderse por lo acaecido en los últimos quince o veinte días, todo apuntaría a que no, a que realmente los españoles no tenemos quien nos presida. Es así pues en el periodo reseñado han tenido lugar sucesos y noticias más que significativas tanto en España como en el mundo y sin embargo los españoles no hemos escuchado decir ni a Pedro Sánchez. En relación con el escenario de allende nuestras fronteras, nada ha tenido a bien manifestar sobre el escandaloso pucherazo electoral perpetrado por el dictador Maduro ni por la posterior represión criminal que están sufriendo los venezolanos. Tampoco ha tenido a bien tranquilizar o alertar a los españoles, según sea lo que proceda, por la llamativa expansión de la viruela del mono en África, siendo como somos el país europeo más próximo al citado continente.

Pero es que en nuestro suelo también se han producido hechos que merecerían que el presidente del Gobierno se hubiera dirigido a todos nosotros. Empezando por el acuerdo independentista que el propio Sánchez ha adoptado con los soberanistas catalanes de ERC mediante el que, concediéndoles la independencia fiscal, está dispuesto a finiquitar el modelo autonómico de financiación previsto constitucionalmente para beneficiar a Cataluña a costa del resto de España ¿Cuándo piensa explicar los detalles y justificar -si es que puede- lo que se ha comprometido a hacer? Hace unos días los españoles hemos asistido atónitos a la entrada, paseo, asistencia a una concentración pública, con intervención incluida, y salida de España de un conocido prófugo de la Justicia como es Puigdemont. Ante semejante burla a la Ley, a la Justicia, a las fuerzas de Seguridad y al Estado de Derecho en definitiva ¿no merecíamos los ciudadanos de este país una declaración al respecto del presidente de nuestro Gobierno?

Hemos sabido también que él y su mujer se han querellado contra el juez que instruye la causa de esta última, cuestión inédita y más que sorprendente que no avala precisamente el respeto del Gobierno hacia los jueces ¿Acaso no era exigible una explicación de tan insólita decisión? Poco después se ha conocido que, ante el requerimiento de la jueza de Badajoz, que instruye el caso del hermano de Sánchez parece ser que la Agencia Tributaria ha presentado un informe apócrifo en el que por no figurar no figura ni el nombre ni el logo de la entidad que lo remite, conducta atípica y probablemente anómala en el que además poco falta para que se proponga la beatificación del expatriado hermanísimo ¿Tampoco esto requería que se nos dieran los motivos de un comportamiento tan extraño de la AEAT? A primeros de este mes supimos que en julio, cosa inédita, había descendido el número de afiliados a la Seguridad Social ¿Por qué Sánchez no nos cuenta como se compatibiliza dicho dato con la marcha de la economía que él califica como cohete? Cohete de feria, claro.

La declaración de enamoramiento, aunque éste sea profundo, no exime a un presidente de Gobierno de cumplir con la tarea de comunicarse con sus ciudadanos ante cuestiones tan relevantes

Esta relación, claramente númerus apertus, denota hasta qué punto Sánchez está incumpliendo una de las funciones básicas de su cargo. A muchos les hizo gracia que se autodeclarase un hombre “profundamente enamorado”, incluso a algunos -de entre los que aún le creen- llegó a parecerle emotivo. Pero la declaración de enamoramiento, aunque éste sea profundo, no exime a un presidente de Gobierno de cumplir con la tarea de comunicarse con sus ciudadanos ante cuestiones tan relevantes como las que he enumerado. Es más, si fuera que el estado de su corazón, atribulado por la situación judicial del objeto de su amor, le dificultase o le impidiera atender las obligaciones de su cargo, debería optar por abandonarlo y así dar rienda suelta a los requerimientos de su pasión. En la historia de la monarquía británica tiene algún ejemplo que podía emular.

No se engañen, no hay love question en el caso Sánchez. Simplemente sucede que los temas expuestos le incomodan y ante la incomodidad prefiere ponerse de perfil o mirar por la ventana, como ustedes prefieran expresarlo. Es lo propio de alguien que se considera a sí mismo el dueño del cortijo y solo se comunica con sus siervos cuando quiere y para lo que quiere. Pero las democracias no funcionan así o, mejor dicho, no debieran hacerlo. Pero la española sí lo hace alejándose cada vez más de los usos y costumbres democráticos de modo que, por obra y gracia del sanchismo, caminamos más que peligrosamente hacia un modelo de democracia caribeña o, por ser más preciso, crecientemente madura. Cuenta para ello Sánchez con la ayuda de Zapatero, su agente electoral, que de madurez sabe mucho.

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