Opinión

El doctor No, Al Capone y los cuarenta ladrones

Todo empezó con una investigación tributaria a la empresa de Aldama en Aragón. Así, hasta hoy. Cerca de cuarenta personas salpicadas en lla trama de Ábalos y alrededores

Sabido es que todo aquél que es pillado por la comisión de un acto inconfesable recurre como primera providencia a negarlo. Lo hace el estudiante cuando lo pillan copiando en un examen, lo hacen el marido o la mujer cuando son descubiertos en un acto de infidelidad conyugal y, en un supuesto más próximo a lo que va a ser tratado en estas líneas, lo hace también el delincuente cuando se descubren sus actos delictivos.

En la dirección expuesta, es constatable que Pedro Sánchez ha utilizado y utiliza el NO, adverbio de negación, cuando se encuentra en situaciones políticas o extremas. Recordemos que lo hizo en los albores de su liderazgo en el PSOE recurriendo al famoso “No es no” para hacer más impactante su negativa a permitir que gobernara Mariano Rajoy que, habiendo ganado las elecciones, carecía parlamentariamente de mayoría absoluta. Y lo está haciendo y mandando hacer a los suyos ahora que se encuentra política y judicialmente acorralado, y de qué manera, por los múltiples casos de corrupción que salpican a su Gobierno, a su partido, a su familia y a él mismo.

Así, llevamos tiempo viendo y escuchando cómo, en las ruedas de prensa posteriores al Consejo de ministros, la portavoz del Gobierno de Sánchez, la ministrilla Alegría, sin perder nunca esa sonrisa que lleva incrustada en su boca, se refiere a la presunta corrupción de Begoña Gómez que se investiga judicialmente como el “no caso”, expresión que robóticamente repiten también varios ministros. Pero es que ahora, cuando el informe de la UCO ha provocado el retorno a la actualidad política y judicial del gravísimo asunto del Delcygate, hemos visto también que para referirse al encuentro no explicado que tuvo lugar entre Ábalos y la vicepresidenta del dictador Maduro en las instalaciones del aeropuerto Adolfo Suárez, tanto la reseñada vocera como su propio jefe se han referido a la “no reunión”. Es más, rozando ya lo inverosímil, Sánchez incluso se ha referido al ”no viaje” de Delcy Rodríguez. Solo él puede negar, sin mover un músculo de la cara, que la vicepresidenta del criminal Gobierno venezolano hubiera viajado a España conociéndose ya como se conoce que hasta existía una agenda de los contactos y reuniones que iba a tener en nuestro país incluyendo comidas y cenas.

Un amplio número ministros y exministros, varios presidentes -actuales y pasados- de Comunidades Autónomas, diputados, asesores ministeriales, altos cargos al mando de organismos oficiales, su propia esposa, su propio hermano, su cuñada japonesa…

Este recurso del hoy presidente del Gobierno, y de los que él manda, al adverbio negativo para negar todas las maldades cometidas por él y los suyos es tan intenso y es tan recurrente que bien merece Sánchez ser adjetivado como el nuevo “Doctor No”, en recuerdo del conocido rival de James Bond, el agente 007. En aquellas películas eran muchos y muy malvados los colaboradores delincuentes con los que contaba el malo de la ficción. En la actual realidad española son también muchos los colaboradores y familiares de Sánchez sobre los que pesa la sombra de la posible comisión de actos delictivos: Un amplio número ministros y exministros, varios presidentes -actuales y pasados- de Comunidades Autónomas, diputados, asesores ministeriales, altos cargos al mando de organismos oficiales, su propia mujer, su propio hermano, la mujer de éste… Son tantos que incluso hasta es posible que alcancen o superen la cifra de cuarenta, el número de los ladrones del famoso cuento cuyo personaje más famoso es Alí Babá. Y en todos ellos existe concurre como elemento común su relación con Pedro Sánchez, el redivivo “Doctor No”.

Todo empezó por un fraude fiscal

Es cierto que entre los presuntos ladrones también se encuentra alguno ajeno al entorno político y familiar de Sánchez, cuestión que evidencia la dimensión de los brazos de la corrupción sanchista. Y ahí está Víctor de Aldama cuyas fechorías empezaron a conocerse cuando a la sociedad cabeza de su grupo empresarial, la mercantil Soluciones de Gestión, se le ocurrió solicitar a la Agencia Tributaria una devolución por IVA. Probablemente desconocía que nuestra Administración fiscal no devuelve un euro sin comprobar que procede devolverlo y ahí empezó su calvario. El inspector de Hacienda que debía validar la devolución, Raúl Burillo, investigó en profundidad la cuestión y, al hacerlo, detectó las raíces del fraude de las mascarillas y acabó emitiendo un informe que finalizó en un Juzgado provocando así varias consecuencias. Una, que la Administración de Justicia dispusiera de una base sólida para iniciar la instrucción del caso. Dos, que la ministra Montero destituyera fulminantemente a la delegada de la Agencia Tributaria en Aragón y al propio director de Inspección del organismo por haber tramitado el informe de Burillo, así se las gasta el Gobierno de Sánchez. Y tres, que pueda comprobarse cómo la historia se repite. Si el conocido mafioso Al Capone acabó con sus huesos en la cárcel por mor de su fraude fiscal, la maquinaria fraudulenta de las mascarillas acaecida en la Administración sanchista empezó a desvelarse por la investigación tributaria que provocó la devolución de impuestos solicitada por la empresa del jefe del entramado del fraude.

Doctor No, Al Capone, los 40 ladrones… no cabe duda, el conocimiento de la corrupción que salpica de lleno a Pedro Sánchez conduce a evocar todo cúmulo de maldades y delincuencias, sean éstas reales o de ficción.

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