Opinión

Un gobierno contra una empresa: el caso Talgo

El intervencionismo sanchista altera la normalidad del mundo de las empresas

  • Instalaciones de Talgo

Si hay un concepto que este Gobierno no tiene nada claro es el del respeto a la propiedad privada, y ya ha dado muchas muestras de ello. Un ejemplo es cómo trata a determinadas empresas, que considera propias (del estado) cuando son de sus dueños y únicamente de ellos. Y si una compañía cotiza en bolsa, sus dueños son sus accionistas. Así debería ser pero en este país donde el intervencionismo gubernamental está tan bien visto (a derecha y a izquierda), quizás por la influencia de tantas décadas de régimen franquista, se pretende, y a veces con éxito, retorcer ese axioma en beneficio de intereses políticos.

Talgo (Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol) es una historia de éxito tecnológico nacional cuyos inicios se remontan a la postguerra española -como contamos hace un par de años- y cuya expansión internacional ha continuado hasta la actualidad. En 2015, acuciado por necesidades de liquidez, decide salir a bolsa a un precio de 9,25 euros la acción, lo que daba una capitalización a la empresa de 1,260 millones de euros, un valor superior a la de su competidor nacional CAF (que entonces capitalizaba poco más de mil millones). Colocan entre inversores el 49,5% de la compañía, quedándose el resto Triatlantic Capital (que desde 2006 poseía el 63% y tras la OPV se quedó con el 32%), la familia Oriol y un fondo de capital riesgo. Actualmente Triatlantic -que ha aumentado su participación desde la salida a bolsa- sigue siendo el principal accionista rondando el 40% de toda la empresa.

El recorrido bursátil de Talgo desde su salida a bolsa -ya en su primera sesión bajó más del 8%- se puede resumir como fracaso, y así lo podemos comprobar en el gráfico que adjuntamos. Quizás por ello Triatlantic, de acuerdo con otros accionistas entre los que está la familia Oriol, decide buscar un comprador para la empresa y contrata para ello a Citigroup en otoño de 2022, justo cuando la cotización llegó a sus mínimos en el entorno de los 2,5 euros por acción. Poco más de un año después aparece comprador, tras muchos rumores de posibles “novios” entre los que destaca CAF (empresa que a día de hoy triplica la capitalización bursátil de Talgo), se trata de Magyar Wagon, empresa húngara, país socio de España en la UE. Pero antes de concretar la oferta debe llegar a un acuerdo con la banca acreedora, lo que ralentiza el proceso.

se teme la “conexión rusa” y como la autorización del Gobierno es un requisito indispensable para seguir adelante con la operación, ya que superaba los 500 millones, se establece un compás de espera

En abril de este año por fin oficializa su intención de adquirir el 100% de Talgo mediante una opa amistosa (los principales accionistas estaban de acuerdo) por un valor de 619 millones de euros o 5 euros por acción, lo que lleva la cotización al entorno de los 4,5 euros en el mercado, llegando a marcar un máximo en 4,80. Pero el nacionalismo económico salió en tromba a oponerse y aunque Triatlantic no es precisamente español, la idea de “perder” una de las pocas empresas industriales con tecnología propia, despierta ampollas entre la clase política, a derecha y a izquierda. Con todo, las declaraciones más agresivas son las del ministro Oscar Puente el 6 de marzo de este año: “el gobierno hará todo lo posible para frenar la OPA húngara sobre Talgo”, dejando claras sus intenciones y, para mí, demostrando que lo que vino después son excusas inventadas para cumplir ese deseo. Y es que se teme la “conexión rusa” y como la autorización del Gobierno es un requisito indispensable para seguir adelante con la operación, ya que superaba los 500 millones, se establece un compás de espera. El gobierno puede frenar la operación argumentando que es una compañía estratégica usando el “escudo anti-OPAS” aprobado en pandemia pero antes intenta conseguir otros novios para Talgo y lo intenta con Skoda, una compañía checa que no es capaz de concretar una oferta, dejando en ridículo al ministro Puente, su gran valedor. Tampoco consiguen ni el interés de CAF ni el apoyo financiero de Criteria.

Litigio con Renfe

Mientras, los húngaros legan a un acuerdo con los bancos deudores, se comprometen a no despedir a nadie, a mantener las sedes en España e incluso llevan en agosto a una delegación del ministerio de transportes español y de Renfe de visita a Hungría. Pero de nada sirve, el martes 27 de agosto el consejo de ministros veta la OPA por el 100% da la compañía a 5 euros por acción alegando la protección de los intereses estratégicos del país y usando un análisis realizado por la Junta de Inversiones Exteriores del Ministerio de Economía. Filtran al diario El País que hay un informe del CNI -de contenido ignoto- que sugiere que los rusos podrían estar detrás de conseguir la tecnología del cambio de ancho de vía en movimiento (exclusiva de Talgo) y que (la carambola es curiosa) podrían usarla como ayuda para la guerra de Ucrania. Antes del veto, Talgo cotizaba a 4,30 y ese día cerró a 3,925 llegando a marcar mínimos anuales el 14 de octubre en 3,32. El motivo del fortísimo desplome es que la empresa, que en cuanto a pedidos está en el mejor momento de su historia, necesita un socio financiero e industrial para poder atenderlos y no aparecía. Para colmo, Renfe tiene un litigo millonario contra Talgo tanto por retrasos en entregas como por averías, algo que bien podría ser un arma de presión en manos de un gobierno tan intervencionista y que es famoso por su falta de ética.

Prima de adquisición

Por fin parece que, gracias a presiones del gobierno vasco (Talgo tiene una gran factoría en Álava), aparece un inversor (Sidenor) que cuenta con apoyo financiero y elaval polítco tanto del Ejecutivo vasco como del nacional (se habla hasta de la SEPI), y ayudaría  (si es que se concreta algo al final) a Talgo a cumplir con su cartera de pedidos. La incógnita es: ¿comprarán sólo las acciones de Triatlantic hasta un 30% para así no lanzar una OPA -dando por hecho que la CNMV lo permitirá- y dejar sin prima de adquisición al resto de accionistas o tendrán la decencia de hacer lo correcto tras haber perjudicado tan gravemente a los dueños de Talgo, que son todos sus accionistas? De momento, el mercado se inclina por lo primero pero quién sabe, en este culebrón casi todo es posible.

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