Hay una vieja canción de blues que Kansas Joe McCoy cantaba en tono de quejido en los antros de Memphis. Recitaba, en inglés: “Si sigue lloviendo, la presa se va a romper / Cuando el dique se rompa, mamá, tienes que moverte”. Suena esta estrofa de fondo mientras desfilan por la pantalla titulares sobre la marcha de España de Ferrovial y Nadia Calviño y Yolanda Díaz lanzan advertencias a navegantes.
Habrá quien piense que los Del Pino se largan porque consideran que Pedro Sánchez se mantendrá en el Gobierno y eso incrementará su presión política y fiscal sobre cualquiera que aspire a hacer fortuna en este país. La realidad es que el dinero es cobarde, máxime el que procede de los ingresos de los grandes contratistas del Estado. Por eso, quizás aquí lo que ocurre es que en Moncloa huele a muerto y en Ferrovial lo saben. O quizás es que el propio país hiede azufre y después de tantos años de crisis y de desatinos políticos, quien quiera ganar dinero ha de emigrar. O quizás en este caso confluyen ambos factores.
Las comparaciones son odiosas, pero la historia reciente de este país demuestra que el poder económico peca de complaciente con los gobiernos -así se engrasa el capitalismo crony español- hasta que los presidentes flojean o hasta que sus errores son muy evidentes. Entonces, dicta sentencia. Ocurrió cuando las más altas torres del empresariado español conformaron el Consejo Empresarial de la Competitividad mientras José Luis Rodríguez Zapatero agonizaba. También sucedió en Cataluña en 2017, cuando Luis de Guindos, Isidro Fainé y Josep Oliu coordinaron una maniobra para mover las sedes de Caixabank y Sabadell a la Comunidad Valenciana. Por cierto, todavía brillaba en 'el banco' la rutilante estrella de Jaume Giró, como en los años anteriores. Quien quiera entender, que entienda.
No deja de llamar la atención que todo se haya precipitado en un momento de evidente debilidad de Pedro Sánchez, y en un año electoral
Unos meses antes, a uno de los hermanos Nadal le pilló en la nieve una llamada de Mariano Rajoy en la que expresaba su sorpresa tras enterarse de que Fainé se había ido a negociar con los italianos de Atlantia por Abertis, lo que Moncloa no quería ni por asomo. Un año después, Pedro Sánchez era nombrado presidente. Cuentan fuentes del Ibex 35 que los Del Pino llevaban varios años con la idea de trasladar Ferrovial fuera de España y con varios planes distintos sobre la mesa. En paralelo, hay que tener en cuenta que los dirigentes de las grandes empresas de este país reciben de forma muy frecuente mensajes que piden información sobre el mercado español y se lamentan de las crecientes dificultades para hacer negocios en este país. En Ferrovial se encuentran Lazard y Blackrock, entre otros.
Volvemos a la pregunta de antes: ¿Por qué ha ejecutado ahora esta decisión? Seguramente, por varios factores económicos y políticos. Pero no deja de llamar la atención que todo se haya precipitado en un momento de evidente debilidad de Pedro Sánchez, y en un año electoral.
'El dinero' percibe un cambio político
Cualquier cosa puede pasar en estos meses, en los que la minerva del PSOE funcionará las 24 horas al día. Pero lo cierto es que los vientos demoscópicos parecen conducir al país hacia un cambio político y eso tendrá consecuencias sobre el sector empresarial. No tanto porque vayan a cambiar las dinámicas que han impulsado a este país durante los últimos 40 años -las que le han situado al borde del precipicio-, sino porque cada cambio de gobierno implica la salida de chiringuitos y consejos de administración de afiliados, recomendados y vividores.
Que nadie se llame a engaño: los mismos que celebrarán el cambio político en los off the record del Ibex 35 han sido, hasta ahora, complacientes con las políticas suicidas que ha mantenido el Ejecutivo en temas como el energético o el fiscal. No han sido muchas las voces que han confrontado durante estos cinco años la política de gasto expansivo y las agendas económico-ideológicas de Moncloa. En todo caso, lo han hecho en lo concreto, como Ignacio Sánchez Galán, pero rara vez (o nunca) en lo general. Sánchez lo ha tenido demasiado fácil en ese sentido. Demasiado... ni siquiera la patronal le ha rechistado. ¿Cómo iba a hacerlo si Antonio Garamendi debía estar pendiente de cómo gastar los 400.000 euros de su sueldo y de contentar a Yolanda Díaz?
Mientras eso sucedía, sobre una de las mesas del Ejecutivo se apilaban los expedientes de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) en los que se pedía permiso al Ejecutivo para prohibir la participación en licitaciones de casi todos los grandes contratistas del Estado. Entre otras cosas, por amañar licitaciones sobre el falso milagro de la Alta Velocidad. En ésa y en las otras organizaciones ilegales estaban desde Florentino Pérez hasta los Del Pino y los (aliados) Entrecanales. Muchas veces, la mejor forma de conseguir amistades en política es la de inspirar temor en quienes quieres persuadir de que estén de tu lado.
La vieja aspiración de Iván Redondo
Uno de estos contratistas se sorprendía, en 2019, por la ligereza con la que el dúo Pedro Sánchez – Iván Redondo quería moldear el sector empresarial en función de sus intereses. Hablaban con toda naturalidad de influir en las empresas públicas, pero también de colocar afines en las privadas. O de mantenerlos, como ocurre en el caso de Javier de Paz en Telefónica. Desde este punto de vista, no es casualidad que se mantenga el escudo anti-OPAs. En Moncloa, sirve para frenar las aspiraciones de compañías que causan recelos, como ocurre con Vivendi en Prisa. Con estas medidas, Sánchez y Calviño pueden afirmar que tienen todo bajo control.
Lo que ocurre es que la lluvia sobre las empresas ha sido constante... y eso ha provocado que el dique rebose. Así que cuando han apreciado que el Ejecutivo está en una posición débil, han comenzado a maniobrar. Lo de Ferrovial es más evidente... pero un tiempo antes ya se habían producido algunos hechos singulares, como la maniobra de acercamiento a Núñez Feijóo por parte de Joseph Oughourlian, presidente de Prisa y accionista de Indra, cuyas inversiones inexplicables corren peligro sin el apadrinamiento de Moncloa.
Ante esto, quizás Núñez Feijóo debería transmitir que el fundamentalismo ideológico y fiscal terminará si gobierna. ¿Cabe albergar esperanzas al respecto? Es difícil decirlo
Habrá que ver si la oposición sabe capitalizar todas estas últimas crisis que afectan al Gobierno y al partido que comanda la coalición. Esta bofetada que le ha dado 'el gran poder económico' no es menor. Ante esto, quizás Núñez Feijóo debería transmitir que el fundamentalismo ideológico y fiscal terminará si gobierna. ¿Cabe albergar esperanzas al respecto? Es difícil decirlo. Piensen ustedes en el caso Mediador. Se ha centrado el tiro en la cocaína y las prostitutas, pero se ha dejado de lado lo más grave, que son los -presuntos- chanchullos con empresarios. Y, a fin de cuentas, lo más importante y lo que más preocupa a los ciudadanos es el dinero. Por eso, lo de Ferrovial es tan relevante, al igual que ocurrió con la 'diáspora' de empresas catalanas en 2017.
Los ciudadanos no son tontos. Saben que, sin capital, comerán tarde o temprano arroz y vivirán en chozas. O en villas... de las argentinas.