Conseguir que todos los miembros del equipo den lo mejor de sí mismos a nivel individual pero que, al mismo tiempo, actúen al unísono, perfectamente ensamblados, motivados y alineados hacia la consecución de un propósito común es, sin duda, uno de los retos más anhelados y también más difíciles de alcanzar en los entornos organizacionales actuales. Un objetivo que encierra en sí mismo la llave de la competitividad empresarial. Sin embargo, existe una parcela de la actividad humana que lleva más de 300 años lográndolo de manera sistemática y en la que esa doble dimensión de la excelencia, la individual y la colectiva, forma parte de su ADN: la música.
Ese es el punto de partida de una experiencia piloto que acaba de poner en marcha la Fundación Endesa junto a la Escuela Superior de Música Reina Sofía. El taller “Música y Liderazgo” trabaja conceptos esenciales para el desarrollo de la actividad profesional como liderazgo, proactividad, trabajo en equipo o técnicas para mejorar la empleabilidad usando la música como hilo conductor de toda la sesión. “El liderazgo es fundamental en la música porque es una actividad que requiere de mayor coordinación que la mayoría de las otras manifestaciones humanas”, explica Álvaro Guibert, director de Relaciones Externas de la Escuela Superior de Música Reina Sofía y director de este taller.
El taller trabaja conceptos esenciales para el desarrollo de la actividad profesional como liderazgo, proactividad, trabajo en equipo o técnicas para mejorar la empleabilidad
Quintaesencia del trabajo en equipo
No es extraño que la metáfora de la orquesta sea recurrente siempre que se quiere expresar el ideal de perfección del trabajo en equipo. Y es que, insiste Guibert, “cuando hay muchas personas tocando distintos instrumentos a la vez, el ajuste debe ser absolutamente perfecto porque de lo contrario el resultado será un desastre. Un detalle como entrar un segundo antes o un segundo después de lo debido, o dar una nota más alta o más baja puede arruinarlo todo”, asegura.
La metáfora de la orquesta es utilizada con frecuencia para expresar el ideal de perfección en el trabajo en equipo
La figura del director de orquesta es otro arquetipo frecuentemente mencionado en el lenguaje empresarial. Y es que muchas veces, tener un grupo de grandes profesionales, cada uno muy brillante en su parcela, no es suficiente. Se necesita un líder que ponga a todos esos elementos a trabajar en armonía como un todo. “El director de orquesta y el líder empresarial tienen muchos puntos en común. Ambos son responsables de que su equipo esté bien cohesionado, de que haya una conexión entre sus miembros y de que tengan la motivación necesaria para realizar la tarea asignada de un modo impecable y dejándoles claro a cada uno qué se espera de ellos y el propósito común que les mueve a todos”, sostiene Blanca Andrada, responsable del área de Cultura de la Fundación Endesa.
Estilo participativo
Al igual que sucede en la empresa, el estilo de liderazgo ha evolucionado en el mundo de la música. “La principal función de un director de orquesta es conseguir que cada músico saque lo mejor que lleva dentro”, recuerda Álvaro Guibert. Y eso, expone este experto, ya no se logra con modos autoritarios, órdenes, gritos ni miradas amenazadoras. Por el contrario, “se necesita crear un entorno de confianza y de conexión íntima en el que el músico se atreva a tomar riesgos. Y eso es tan valido en una orquesta como en una empresa”, dice Guibert.
Blanca Andrada también ensalza la figura del líder constructivo. “Un líder positivo aporta mucho más que uno que no tiene conexión emocional con su equipo”. De nuevo, la música sirve como ejemplo ilustrativo. “Los mejores directores de orquesta ya no se suben a un podio para dirigir, sino que lo hacen en contacto directo con sus músicos, casi tocándolos con la mano. Y también los mejores líderes empresariales tienen que bajar a la arena para trabajar codo con codo con sus equipos si quieren sacar de ellos su mejor versión”.
Gestión de egos
La gestión de los egos individuales es otro de los aspectos que se trabajan en el taller. “Los músicos saben que hay momentos en los que tienen que brillar, por ejemplo, cuando tocan el tema principal de la pieza, y momentos en los que deben dar un paso atrás y acompañar para que sean sus compañeros quienes se lleven a atención del público. Y en una partitura este cambio de rol puede producirse en cuestión de segundos”, subraya Álvaro Guibert.
Esa capacidad que tienen los músicos para cambiar rápidamente el chip de protagonistas o secundarios en función de las necesidades es una cualidad también muy necesaria en el mundo de la empresa. “En un proyecto, por ejemplo, en una primera fase el papel principal puede corresponder al equipo de innovación y diseño, pero más tarde serán los compañeros de producción o los de marketing quienes tengan que llevar la voz cantante”, indica el director de Relaciones Externas de la Escuela Superior de Música Reina Sofía.
La capacidad de los músicos para cambiar de un rol de protagonistas a uno de secundarios en función de las necesidades de la partitura es también muy necesaria en el mundo de la empresa
El autoliderazgo es otra habilidad muy desarrollada en la música. “En un cuarteto de cámara, por ejemplo, solo hay cuatro músicos, pero todos excepcionales. No tendría sentido que hubiera un director, así que son ellos mismos quienes practican un liderazgo distribuido. Esta capacidad es muy importante porque la música de cámara es especialmente compleja desde un punto de vista técnico”, dice el director del taller.
El taller también ayuda a los asistentes que están en situación de desempleo a buscar una nueva oportunidad laboral. Una tarea para la que la música aporta dos enseñanzas de gran utilidad: ilusión y constancia. Blanca Andrada: “La de músico es una profesión de mucho sacrificio, de muchas horas de ensayo y trabajo constante. De la misma forma, cuando se busca empleo es muy importante ser tenaz y no desfallecer, perseverar en esa búsqueda y rodearse de personas positivas que te apoyen. Esa ‘orquesta’ que te ayude a lograr tu objetivo”.
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