Opinión

No vamos mejor

Aunque Iván Redondo haya sido expulsado del Palacio de la Moncloa, parece que su afán por trasladarnos permanentemente un relato “happy” de la magnífica gestión del Gobierno ha sido heredado

  • Vecinos realizan una cola para recoger bolsas de alimentos y productos de la Asociación de Vecinos Parque Aluche durante la pandemia. Ricardo Rubio / EP.

Aunque Iván Redondo haya sido expulsado del Palacio de la Moncloa, parece que su afán por trasladarnos permanentemente un relato “happy” de la magnífica gestión del Gobierno ha sido heredado por sus sucesores. Si para hacerlo hay que omitir la verdad y recurrir a eslóganes simples -no olvidemos que éstos son los que calan en el grueso de sus destinatario-, se hace.

Solo así cabe entender el “España va mejor” con que se ha destapado ahora Pedro Sánchez. ¿Mejor en qué? ¿Comparado con qué? Cualquier mínimo análisis evidencia el carácter falsario del eslogan. Si nos centramos en el ámbito económico, los datos descalifican integralmente el mensaje publicitario del presidente del Gobierno.

No vamos mejor en términos del Producto Interior Bruto si el que venimos obteniendo en este año se compara con el de 2019 que es el comparable, pues tras haber retrocedido en 2020 un 11%, en este año la tasa de crecimiento interanual viene a estar a la mitad de dicho porcentaje.

No vamos mejor si se compara el ritmo de crecimiento de la economía española con las previsiones gubernamentales. Frente al 6,5% de crecimiento anual previsto desde La Moncloa para este año, los datos obtenidos hasta la fecha inducen a pensar que, con mucha suerte, llegaremos a solo un 5%. Así lo confirman los análisis de todas las instituciones públicas y privadas, incluidos el Banco de España y la Comisión Europea.

Recaudación del IVA

No vamos mejor en el nivel de consumo de los españoles si se compara lo que estamos consumiendo este año con lo que consumíamos en 2019. Según los datos de la recaudación obtenida por la Agencia Tributaria, los ingresos por IVA alcanzados hasta el mes de septiembre son un 2,5% inferiores a los que se obtuvieron en 2019. Y ya sabemos que el IVA es el mejor indicador tributario de coyuntura, por la inmediatez que incorpora el gasto diario de los españoles respecto a la evolución económica real. Además, la tendencia seguida hasta ahora por la recaudación-IVA muestra una fuerte resistencia a la recuperación, pues a 31 de mayo la brecha con los datos de 2019 era un 3,5% y en cuatro meses solo ha descendido un punto porcentual.

No vamos mejor en la dimensión de nuestra Deuda Pública si se compara con los datos de 2019 y, en este caso, tampoco si la comparación es con los de 2020. Hoy debemos un 11% más que lo que debíamos a final del año pasado y un 25% del importe de la que era nuestra deuda a final de 2019. Medida con relación al PIB, la Deuda Pública actual equivale a un 126% del PIB, cuando a final de 2019 equivalía a un 95% y al término del año pasado suponía un 120%.

Las mentiras del presidente

No vamos mejor en el diálogo social -cuestión básica para la recuperación económica-, pues el Gobierno le está cogiendo afición a la adopción unilateral de las decisiones sin haber logrado, y sin haber intentado lograrlo, el conveniente acuerdo con el mundo empresarial. La última subida del salario mínimo interprofesional, los continuos escarceos para dar cuerpo a la contra reforma laboral, y la disparatada propuesta de subir las cotizaciones sociales lanzada por el ministro Escrivá así lo atestiguan.

¿En qué vamos mejor entonces presidente? ¿En el volumen de empleo? Pues tampoco. Pese a la excepción que representa el buen ritmo de su aumento en el año actual, hasta hora solo hemos igualado el número de empleos anterior a la pandemia. Ergo, en este punto solo vamos igual. Y si la comparación se hace en términos de desempleo, también vamos peor, pues acabamos 2019 con un 15,5% de paro y ahora estamos en el 16,3%.

La realidad es la que es y no la que se nos quiere hacer creer. Pero, a diferencia de lo que sucede en otros ámbitos, debe ser consciente Pedro Sánchez que la mentira en las cuestiones de dinero tiene un recorrido muy corto, porque la verdad de la situación económica es percibida diariamente en sus propias carnes por las familias y las empresas.

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