¿Cuál es el nivel de amenaza del terrorismo yihadista en nuestro país después de los recientes atentados en Alemania o Turquía?
Seguimos manteniendo el mismo nivel de amenaza alto desde hace más de un año, y en ese sentido compartimos posición con otros países europeos de nuestro entorno. La prueba de ello es que los indicadores de riesgo sobre alerta terrorista de dichos países están en el mismo nivel que el español. Turquía está peor que ningún otro país de la Unión Europea porque tiene unas características particulares. Hace frontera con Siria, conflicto en el que está interviniendo, lo que supone un nivel de exposición a las represalias más elevado, tiene un flujo masivo de refugiados y un terrorismo autóctono de carácter kurdo. Por fortuna estamos muy lejos de Turquía. Nuestro riesgo procede en parte del fenómeno de los combatientes retornados, los foreign fighters, de quienes marcharon a zonas de conflicto y vuelven pasado un tiempo, y ahí nos afectan no solo los 200 españoles que salieron de España a hacer la yihad, sino los más de 1.000 franceses o los 1.500 marroquíes, por eso hay que hablar de una amenaza de carácter global. La capacidad de hacerla frente está muy vinculada a que haya un flujo ágil y continuo de información entre todos los países para evitar que puedan entrar por nuestras fronteras individuos que desde una perspectiva nacional no presentan riesgos pero para otros estados suponen una amenaza. En este aspecto se han mejorado mucho los canales de comunicación, pero aún queda trabajo por hacer.
Llevamos más de un año en nivel 4 de alerta terrorista (el nivel máximo es el 5), pero ¿somos un país con riesgo real de atentado o somos un país de reclutamiento preferentemente?
Existe un riesgo real de atentado. Estamos dentro de la narrativa que legitima atentar contra nosotros. Para los grupos yihadistas perpetrar un atentado en España está tan justificado como hacerlo en Alemania o Francia. No ven nuestro país como un país de retaguardia o para reclutar militantes, entre otras razones porque somos de los más activos a la hora de desarticular redes y células yihadistas. Según los datos de Europol del año pasado, España fue el país que más detenciones practicó después de Reino Unido en toda Europa. No somos vistos como un territorio con el que mantener un pacto tácito de no agresión, sino más bien todo lo contrario, como un lugar que hay que represaliar por las detenciones que llevamos a cabo. El éxito policial explica que no hayamos sufrido nuevos atentados desde 2004, lo que no significa que estemos blindados. La amenaza existe y el hecho de que sus ataques sean indiscriminados, que no busquen objetivos protegidos, y que recurran a medios sin ningún tipo de sofisticación, como vehículos o un cuchillo, incrementa el riesgo. Lamentablemente, lo único que se necesita es la voluntad de matar, y es inevitable que en algún momento algo se escape a la acción de los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado.
El Estado Islámico es una bandera de enganche más atractiva que Al Qaeda en el caso de España"
¿Qué implantación tiene el Estado Islámico (EI) en España, ha sustituido a Al Qaeda?
Lo que se ha detectado es que el Estado Islámico es una bandera de enganche más atractiva que Al Qaeda en el caso de España. La mayoría de las detenciones practicadas en los últimos años apuntan a individuos con vínculos o simpatías hacia el EI y no con Al Qaeda. Uno de los éxitos del EI ha sido erigirse como una alternativa que es percibida como ganadora entre los radicales, como un grupo que no solo ataca a sus enemigos, sino que controla territorio. Pero eso no significa que Al Qaeda haya pasado a la historia. Es una organización que está muy presente en importantes escenarios del planeta. En Siria es uno de los grupos más relevantes, como lo es también su filial en el norte de África, Al Qaeda del Magreb Islámico, que nos afecta muy directamente. No hay que caer en el error de pensar que toda la amenaza orbita ya en torno al Estado Islámico, sino que se han multiplicado las fuentes de riesgo, y eso es también un elemento de preocupación.
¿Qué importancia tiene Internet en los procesos de radicalización yihadista?
Mucha, entre otras cosas porque ha venido a sustituir el papel que jugaban hace una década los contactos cara a cara en determinados entornos donde se propagaban mensajes de carácter radical. En España, incluso después del 11M era posible encontrar mezquitas y centros de oración en los que se propagaban mensajes de apoyo a la yihad. Esa visibilidad desapareció como consecuencia de la represión policial y esa labor de proselitismo ya no se puede hacer de manera tan abierta. Internet, en cambio, es un entorno mucho más seguro, con menos exposición al riesgo, donde hay una cantidad de material radical abrumadora y uno puede interactuar con personas que profesan esa ideología, y lo puede hacer, además, con carácter planetario, con individuos que están a miles de kilómetros de distancia, o incluso con un combatiente que está en Siria, a través de Telegram o WhastApp. Internet ha sido históricamente un potenciador de esta amenaza, y cuando se produce la eclosión de las redes sociales esta se incrementa. Son mecanismos de comunicación muy ágiles y directos que encajan muy bien con la cultura de las nuevas generaciones, habituadas a proyectar parte de su vida en redes sociales y ahí, de nuevo, el Estado Islámico ha sido mucho más hábil que Al Qaeda, a pesar de ser esta una organización muy volcada en su faceta propagandística y que ha sido innovadora en el ámbito de Internet. El Estado Islámico no solo ha seguido esa estela, sino que la ha mejorado.
Ahora empieza a tener cada vez más peso el radicalismo autóctono, de segunda generación, de musulmanes que han nacido en España"
¿Existe un perfil del terrorista yihadista que opera en España?
No lo hay. Lo que hay son trayectorias personales. Personas que con sus circunstancias particulares terminan llegando al mismo destino desde puntos muy diversos. Como hace una década, seguimos encontrando a gente con formación universitaria y otra prácticamente iletrada, gente integrada en términos socioeconómicos y otra que está en la marginalidad… hay situaciones que cubren todo el abanico. Quizá la única diferencia es que los primeros yihadistas que actuaron en nuestro país pertenecían a una generación de inmigrantes económicos, adultos, que venían ya radicalizados o se radicalizaron aquí. Ahora empieza a tener cada vez mayor peso el radicalismo autóctono, de segunda generación, de musulmanes que han nacido en España, que han pasado por nuestro sistema educativo... Un fenómeno que ya sucedía en Alemania o Reino Unido, donde segundas y terceras generaciones llevan mucho más tiempo instaladas. El mensaje yihadista ha calado más en estas segundas y terceras generaciones porque resuelve los problemas identitarios que tienen algunos jóvenes para responder a las preguntas de quiénes son o qué implica ser musulmán en Occidente. En el caso de Ceuta y Melilla, donde esas segundas y terceras generaciones ya existían antes que en la Península, el fenómeno es mucho más acentuado.
Usted lleva a cabo un examen exhaustivo de la propaganda yihadista para detectar alusiones a España. El año pasado recogió 42. ¿Cómo las interpreta?
En el caso español es el récord. Ningún año se había dado un nivel tan elevado de alusiones a nuestro país, con una diferencia sustantiva respecto a 2015. Es otro indicador de riesgo. Entre los mensajes estudiados hay amenazas directas y alusiones al 11M o a la tragedia que supuso perder Al Andalus y cómo los musulmanes están llamados a recuperarlo. Son siempre referencias reivindicativas y nada inocentes, que dentro de la narrativa violenta de estos grupos suponen la constatación de un riesgo. Estaríamos mejor fuera de ese discurso que dentro pero, por desgracia, cada año las citas son más frecuentes.