Tal día como hoy, hace cinco años, el consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) anunciaba oficialmente que “el tipo de interés aplicable a las operaciones de financiación del Eurosistema se reducirá en cinco puntos básicos hasta situarse en el 0%, a partir de la operación que se liquidará el 16 de marzo de 2016”. Mario Draghi hacía historia. Hoy, cinco años después, la economía europea sigue necesitando respiración asistida en forma de liquidez inmediata, tras no levantarse de la crisis financiera de 2008, de los problemas de la deuda soberana del verano de 2012 y sufrir el colapso repentino derivado de la pandemia del coronavirus hace ahora un año.
De acuerdo con el último estado financiero consolidado del Eurosistema correspondiente al pasado 5 de marzo, el Banco Central Europeo y los bancos centrales de los países que comparten la moneda única atesoraban activos financieros emitidos por residentes en la zona euros por importe de 4,053 billones de euros, de los que 3,858 billones correspondía a “valores mantenidos con fines de política monetaria”. Esta última cifra representa el 54,19% del activo total, cuando a finales de 2015 suponía el 28,8%, y casi tres veces y media el Producto Interior Bruto de España a precio de mercado (1,119 billones). El Banco Central Europeo “se ha convertido en el mayor fondo de renta fija del mundo, en el mercado más estrecho de este tipos de activos”, como acostumbra a decir el economista Javier Santacruz.
En los últimos años, el balance del Banco Central Europeo, entendido éste como el del propio BCE y el del conjunto de los bancos centrales de los países de la Eurozona, no ha parado de crecer. En 2015, el año anterior al de la bajada de los tipos de interés al 0%, el activo sumaba 2,78 billones de euros. Hoy, con el último dato publicado, supera los 7,120 billones de euros. Ha crecido un 156% en apenas cinco años. Pero si la comparación se remonta a 2008, el incremento es del 369%.
A lo largo de estos últimos años, desde la crisis financiera de 2008, el BCE ha puesto en marcha programas de ayuda económica para llevar adelante su política financiera, que no es otra, fundacionalmente hablando, que mantener estable la inflación por debajo del 2%, pero lo más cerca posible de este objetivo.
El balance ha crecido un 156% en apenas cinco años. Pero si la comparación se remonta a 2008, el incremento es del 369%.
Así, se han sucedido las compras de bonos garantizados (CBPP, por sus siglas en inglés), los programas para compras de valores (SMP), de adquisición de bonos de titulización (ABSPP), de compra de bonos corporativos (CSPP), de compra de activos (APP) o de compra de valores públicos (PSPP). El último en lanzarse ha sido el “Pandemic Emergency Purchase Programme” (PEPP), en junio del pasado año, por un importe inicial de 750.000 millones de euros, que fue ampliado en diciembre hasta un total de 1,85 billones.
La importancia que ha tomado el Banco Central Europeo en la economía de la Eurozona empieza a ser una preocupación. Su balance, 7.120 billones de euros en activos, supone ya el 63% del Producto Interior Bruto de la Eurozona en 2020: 11,317 billones. En 2015, se situaba en el 26,4%, y en 2008, el año en que estalló la crisis de Lehman Brothers, en apenas el 16%.
Los mayores crecimientos del balance del BCE se han producido en el capítulo que recoge los valores emitidos en euros por residentes en la zona euro (deuda soberana y de empresas), que la institución lleva adquiriendo al amparo de la denominada QE (Quantitative Easing) y en el que se refiere a las operaciones de financiación tradicionales para suministrar liquidez a corto o a largo plazo. La tenencia de deuda para cumplir los objetivos de política monetaria ha pasado de los 111.224 millones de euros de 2008, a los 803.135 millones de 2015 y a los 3,858 billones que se recogen en el balance de la semana pasada. En sólo 15 meses, la deuda en manos del BCE se ha incrementado en más de 2 billones de euros, un 115%.
En cuanto a los préstamos, en 2008 representaban la parte más relevante del activo, con 487.311 millones de euros. En 2015 alcanzaban los 558.989 millones y actualmente suponen cerca de 1,8 billones de euros. En poco más de un año han aumentado en 1,168 billones de euros (un 187%) como consecuencia de las urgencias de liquidez provocadas por la crisis sanitaria.
Incógnitas en torno al BCE
El debate está ahora o estará en los próximos meses en cómo va a afrontar el BCE lo que los expertos llaman técnicamente la “esterilización” del dinero, la retirada de la liquidez suministrada el mercado durante todos estos últimos años.
Según el economista Javier Santacruz hay varias posibles formas de realizar este drenaje: “la realización de subastas inversas, es decir la recompra del dinero a un precio determinado; la venta de los títulos de deuda en el mercado secundario, donde se compraron, o exigir a los bancos, los beneficiarios inicialmente del dinero barato, un coeficiente de caja mayor, o lo que es igual, la inmovilización en forma de depósitos de más dinero en los bancos centrales.
Lo normal podría ser una venta ordenada de la deuda, previo aviso a los mercados. Pero la venta de la deuda en poder del BCE plantea un problema en su opinión: no hay compradores potenciales. “El BCE se ha quedado con todo el mercado de deuda de la eurozona, y nadie, con excepción de algunas aseguradoras y fondos de pensiones, compran títulos de renta fija”. En un mercado con tipos de interés negativos parece imposible colocarla. Y a medida que suban los tipos de interés en el mercado secundario, peor, porque se deprecia el valor de los bonos en cartera.
Y el problema es que el último que se acabe quedando con los bonos se queda también con las pérdidas. Santacruz considera que la política monetaria seguida por el BCE no ha tenido en cuenta el escenario de salida. Y en algún momento habrá que dar marcha atrás.