La Operación Chamartín, un macroproyecto urbanístico destinado a reformar el norte de Madrid, amenaza con paralizarse de nuevo. La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, tumbó hace tres años el diseño de Ana Botella. Lo consideró especulativo y pilotó negociaciones a todos los niveles para abordar un plan alternativo. Ahora que lo tiene casi atado (solo falta la ratificación del pleno municipal y tiene el apoyo de los dos partidos de la oposición), pisa el freno para evitar que haya repercusiones en las urnas el próximo 26 de mayo.
Este lunes, la Comunidad de Madrid entregó al Ayuntamiento todos los documentos sellados y aprobados. Pero Carmena no se decide a convocar el pleno municipal para ratificar el proyecto. Este martes ha convocado a los representantes de los grupos políticos del Ayuntamiento a mediodía para hablar de manera informal del asunto. El PP protesta. Quiere una junta de portavoces oficial y que se convoque la sesión plenaria antes de que la iniciativa vuelva a fracasar.
Los próximos días serán clave. Una aprobación en el pleno blindaría el plan, pero otro retraso condicionaría toda la operación a ser revisada en la próxima legislatura, y que se enquiste otra vez. Mientras, las inversiones podrían irse a otras ciudades europeas que compiten con Madrid y que, como Milán o Ámsterdam, ya ofrecen desarrollos semejantes y atractivos.
El informe medioambiental que estaba pendiente para completar el expediente de la modificación urbanística que posibilitará el inicio del desarrollo urbanístico fue aprobado por el consejo de administración del Canal de Isabel II hace tres semanas. Aunque el Gobierno regional lo ha remitido a primera hora del lunes, fuentes conocedoras de la situación aseguran señalan que la documentación está por completo preparada para ser tratada tanto por el Pleno como por la comisión de Desarrollo Urbano Sostenible, que tendrá que dar previamente su visto bueno.
Disputada pelea electoral
Sin embargo, Carmena ha optado por no tomar la decisión de forma unilateral ante la situación de suma estrechez de tiempo en la que ha quedado para evitar que el proyecto en el que ha volcado sus esfuerzos para cambiarlo y adaptarlo a su ideal quede finalmente en el limbo administrativo.
En cifras, el proyecto Madrid Nuevo Norte levantaría 6.000 millones de euros en inversiones. Aportaría 4.000 viviendas públicas, además de oficinas de última generación, y crearía 120.000 puestos de trabajo. Reformaría un área estratégica de la ciudad por la cercanía al aeropuerto y la estación de trenes de Chamartín, pero que los intereses coyunturales de la política podrían frustrar una vez más.
La competición electoral aparece muy reñida, con dos bloques, el de centro-izquierda y el de centro-derecha, en una situación de empate técnico, según las encuestas. Carmena sabe que su reelección dependerá de un puñado de votos y si bien aseguró con firmeza su apoyo al proyecto, ahora parece que dude por las críticas que le puedan llover desde sus antiguos compañeros de gobierno.
El grupo político de Ahora Madrid, liderado por Carmena, está dividido. Los concejales de Izquierda Unida y Podemos han anunciado su negativa a aprobar la nueva Operación Chamartín, rebautizada Madrid Nuevo Norte. Consideran que el proyecto, diseñado y defendido por el gobierno de Carmena, es especulativo. Y han convertido la polémica en una bandera electoral de Madrid en Pie, el frente de la izquierda radical anti-Carmena, que aspira a robarle algunos ediles en los comicios.
Condicionada por el debate
El PSOE, por su parte, no manifiesta con contundencia su respaldo de la iniciativa. Aunque el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, asumió en sendas reuniones con el Ayuntamiento que el proyecto era positivo para la ciudad, el grupo municipal socialista todavía evita pronunciarse con claridad.
En el trasfondo está el debate televisivo del cierre de campaña. Será el próximo miércoles en la televisión autonómica TeleMadrid, y es posible que Carmena no quiera llegar a esa cita con un plan que levante las críticas de algunos de sus competidores de la izquierda.
No obstante, en las últimas semanas la alcaldesa ha defendido internamente la idea de votar la aprobación provisional del Ayuntamiento antes de que finalice la legislatura, precisamente para evitar que el proyecto sufriera nuevos retrasos y modificaciones en el caso de que no pudiera renovar su mandato como primera edil de la capital. Aunque las previsiones del Consistorio era aprobar Madrid Nuevo Norte en los plenos de marzo o abril, la lentitud en la tramitación del expediente hizo saltar por los aires la hoja de ruta diseñada por Carmena.
Una circunstancia que no arredró a la alcaldesa, quien sostuvo que no tendría ningún problema en convocar un pleno extraordinario en plena campaña electoral de las municipales y autonómicas. Sin embargo, la publicación de las últimas encuestas parece haber moderado el paso de la líder de Ahora Madrid.
Consenso sin precedentes
La paradoja es que por primera vez el diseño urbanístico goza de una transversalidad jamás alcanzada. El PP y Ciudadanos, los dos partidos de la oposición, están dispuestos a dar el visto bueno al diseño de Carmena. No lo consideran su proyecto ideal, pero sí creen que es "estratégico" resolverlo cuanto antes. También los promotores, Distrito Castellana Norte (participada mayoritariamente por BBVA, con Grupo San José de minoritario), han rebajado sus exigencias y aprobado un diseño urbanístico que incrementa las viviendas públicas.
La encrucijada en la que se halla Carmena es evidente. Deberá decidirse entre evitar una confrontación con los díscolos de su propio gobierno, que se presentarán con una lista alternativa a los comicios, o buscar la transversalidad con PP y Ciudadanos y sellar un diseño elaborado tras muchos vaivenes y, sobre todo, del que ella misma es la autora. Un asunto de interés estratégico para Madrid que determinará buena parte del legado de su gestión.